Cuando Ibiza era otra fiesta

Ferrer Guasch, en su Ibiza ideal de blancos infinitos

También miembro del Grupo Puget, el reconocido pintor ibicenco tuvo una notable proyección internacional

por una obra que refleja un gran amor por su isla

Ferrer Guash, en si estudio en el centro de Vila.

Ferrer Guash, en si estudio en el centro de Vila. / J.A.Riera

Julio Herranz

Julio Herranz

Tras Antoni Pomar, traigo esta semana a esta serie a otro de los pintores del Grupo Puget que traté y entrevisté con cierta frecuencia en mis años de periodismo activo: Vicent Ferrer Guasch (San Antonio, 1917- Ibiza, 2008), acaso el artista más serio, ordenado y perfeccionista de la isla, cuyo estudio, en contra de lo habitual en el gremio, siempre me lo encontraba a punto de revista, con todo en su sitio y limpio como una patena. Un pintor cuyos cuadros son apreciados por la imagen ideal que ofrece de la isla. Cuadros con predominio cromático de todos los tonos blancos posibles, en los que la ausencia de figuras humanas tienen un valor simbólico y son el resultado de un lento trabajo de composición en beneficio de un resultado equilibrado que descubre el encanto estético de su entorno vital armónico, perdido, en su opinión, en aras del falso progreso.

Ferrer Guasch en una de sus últimas exposiciones con sus reconocidos blancos ibicencos. | D. I.

Subasta galería Altamira. El periodista José Manuel PIña, junto a Vicent Ferrer Guasch, durante el inicio de la subasta. | MOISÉS COPAFerrer Guasch en una de sus últimas exposiciones con sus reconocidos blancos ibicencos. | D. I. / julio herranz

Charlar con Ferrer Guasch, tanto en las entrevistas como en los encuentros puntuales del devenir cotidiano, siempre tenían algo de toque de conciencia moral por la pérdida de lo que él consideraba su isla ideal. Así lo constato, por ejemplo, en la última entrevista que le hice, en 2008, con motivo de su última exposición (en septiembre), a sólo dos meses de su fallecimiento a la edad de 91 años: «Sí, pinto la Ibiza que conocí y que ya no existe. Me dejo llevar por la imaginación. Mis cuadros son una evocación de la isla que hemos perdido. Pero no la añoro, porque añorar sólo es soñar, y yo soy realista. La de antes no tiene nada que ver con la de ahora, desgraciadamente. Sólo que no se puede volver atrás. Y reconozco que la Ibiza de ahora es una porquería, en todos los aspectos; y los responsables son los propios ibicencos, que sólo quieren dinero, dinero y dinero», apuntó el artista con una energía sorprendente para su edad; fruto de su indignación como testigo de cargo de unos cambios que no quiso reflejar en su pintura. «En cada cuadro busco lo esencial, y eso es fruto de mucho trabajo y mucho esfuerzo anterior». De depuración; porque, añadió, «toda pintura auténtica es abstracta, pues es una visión tuya personal de lo que ves o quieres ver. La pintura es algo especial, porque no copia la realidad, sino que la interpreta», concluyó rotundo en la valoración de su arte el artista ibicenco, desde su condición de intérprete de ‘su’ isla.

Posando con cierta ironía con uno de sus cuadros. | VICENT MARÍ

Posando con cierta ironía con uno de sus cuadros. / VICENT MARÍ

Han pasado ya 15 años desde aquella entrevista, tan próxima a su muerte; y no puedo evitar sonreírme dentro, con ironía, imaginando lo que Ferrer Guasch podría soltarme, si aún viviera, ante la degradación que, a su juicio (y al de tantos), sigue padeciendo Ibiza en casi todos los sentidos. Un futurible especulativo, producto acaso de lo que me dijo en una charla periodística de nueve años antes, en octubre de 1999; y que, ante las próximas elecciones locales, tiene un sabor de actualidad notable: «Yo estuve a punto de ser alcalde de Ibiza, pero el gobernador civil creyó más oportuno nombrar a otra persona. Una pena, porque creo que hubiera hecho algo positivo, pues soy bastante radical y no me hubiera temblado el pulso para tomar algunas medidas necesarias; aunque fuera en contra de opiniones interesadas, esas que, por desgracia, abundan aquí y en todas partes, ya que los intereses materiales son siempre superiores a cualquiera otros», reflexionó el pintor. Por cierto, no me dijo (o no le pregunté; vaya periodista) en qué año pudo ser alcalde de Ibiza. Como habla de la oposición de un ‘gobernador civil’, sería por antes de la democracia. Pero sólo con imaginar las ruedas de prensa que daría como alcalde de Vila Ferrer Guasch, me vienen unas ganas tremendas de especular con otro futurible imposible, pero muy apetecible.

Presentación de un libro sobre su obra con Miguel ÁngelGonzález y Francesc Parcerisas. | D. I.

Ferrer Guasch en una de sus últimas exposiciones con sus reconocidos blancos ibicencos. / DI

Una gran sensibilidad social

Opiniones de 1999, que reflejaban el compromiso social que ejerció el artista de los blancos infinitos (como decía) desde muy lejos: «Debido a que a los 19 años me encontré solo en Barcelona, en plena Guerra Civil, y tuve que luchar por mis medios. Como viví intensamente la vida obrera de una barriada, he tenido siempre una clara sensibilidad social», precisó. Sensibilidad social que siguió demostrando Vicent Ferrer Guasch, tanto por vía directa, ante quien se le pusiera por delante, como por escrito en los medios locales en cuanto algún asunto público le rebelaba. Todo un personaje, desde luego. Serio, metódico y poco dado a las componendas y apaños. Siempre manteniéndose fiel a unos principios que eran sus señas de identidad: «Soy y he sido una persona que ha seguido siempre un camino, equivocado o no, con el convencimiento de que era el que reflejaba mi manera de ser. Y así pienso seguir mientras tenga fuerzas para ello». Tal cual; y todos los que nos interesamos por su trayectoria vital y artística podemos dar fe de ello.

Ferrer Guasch en suestudio del centrode Vila.  Juan A.riera

Presentación de un libro sobre su obra con Miguel Ángel González y Francesc Parcerisas. / DI

Convencido, pues, de su compromiso con la vida y el arte, el pintor ibicenco se mostraba en aquel final de siglo satisfecho de la trayectoria que había seguido en una larga vida de trabajo. «Me siento orgulloso, sí, porque creo que siempre he tenido un ideal claro de lo que es Ibiza y lo que quería que fuese». Aunque reconoció con amargura: «Desgraciadamente, no ha sido así; y quizás yo tampoco he hecho mucho para mejorarlo, salvo en mi pintura», precisó. Una obra que no sólo cultivó en su estilo reconocido, sino que abarcó otros territorios. Por ejemplo, en la serie de retratos (incluido un autorretrato) que realizó en su casi última etapa vital con varios amigos como modelos: «Siempre me ha interesado mucho el retrato. En Barcelona ya los hacía; pero al venir aquí me llenó más lo otro; aunque siempre me ha gustado reflejar la cosa íntima del retratado. Por eso lo intenté en aquella exposición, en la que no les cobré nada a los interesados, ni el material, y les regalé las obras. Fue por cambiar de aires; y no descarto repetir la experiencia», precisó en 1999, refiriéndose a la exitosa exposición de retratos que había presentado en Sa Nostra.

Autorretrato delpintor ibicenco.

Autorretrato del pintor ibicenco. / julio herranz

En cuanto a la trayectoria biográfica y creativa de Ferrer Guasch, antes que recurrir a los datos detallados de la Enciclopèdia, me resulta hoy más expresivo y evocador copiar lo que me contó en la primera entrevista que le hice (diciembre de 1985) para su ‘Retrato de papel’: «Nací en San Antonio y a los pocos días me trajeron a Vila. Estudié la primera enseñanza con el famoso maestro Albert, un hombre fantástico. Después quise ser militar, como mi padre, pero Azaña cerró las academias; y entonces hice Magisterio. Cursé los estudios en Barcelona; vino la guerra, me cogió allí; y allí estuve solo, luchando. Fue muy importante para formarme a mí mismo. Tengo el orgullo de haberme hecho a mí mismo; con las dudas lógicas». «Luego estudié en la Escuela Superior de Bellas Artes; me hice profesor de dibujo y saqué la cátedra de instituto. Vine a dar clases a Ibiza, y eso he hecho hasta hace tres años, cuando me jubilé voluntariamente porque ya no me encontraba cómodo, no encajaba en ciertas cosas actuales. Soy un poco carroza, desde luego. Y desde entonces me dedico plenamente a pintar. He expuesto en muchas partes. Por ejemplo, tengo la satisfacción de que la galería Wally Findley de Nueva York se interesara por mi obra, lo que supuso mi espaldarazo internacional». «Tengo el orgullo, y vuelvo a repetir esta palabra, de haber llevado a Ibiza por todos sitios. Soy de los que amo a Ibiza con un amor auténtico; en el sentido de que no he destrozado ni un metro de terreno de sitios donde impera la belleza. Mis negocios han sido pintar y dar clases. Y sigo con la misma ilusión de hace 40 años, porque eso es lo que me da realmente como una juventud constante y el deseo de seguir viviendo». Digo, genio y figura don Vicente.

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