Ses Feixes, algo más que un foco insalubre de ratas y mosquitos

Morito común en Ses Feixes

Morito común en Ses Feixes / Marcelo Sastre

Fernando Escudero Andújar

Algo huele mal en ses Feixes de Talamanca, y no sólo el agua, que también. Las últimas noticias aparecidas en prensa sobre un nuevo retraso, y ya son incontables, en la llegada de agua de la desaladora para dotar al humedal de ses Feixes de un caudal ecológico de agua, considerado imprescindible en su Plan Especial de conservación, protección y recuperación, aprobado tanto por el Ayuntamiento de Santa Eulària como por el de Vila, así lo corroboran. Desde que 1950 George M. Foster, director del Instituto de Antropología Social de la Smithsonian Institution, de Washington, visitara Ibiza y publicara su artículo bajo el título ‘The feixes of Ibiza’, en Estudios Geográficos, n.° 48, en agosto de 1952, no ha habido Organismo Público o entidad privada relacionados con la industria del turismo, y de forma paralela al desarrollo de la misma, que no haya pregonado y presentado al mundo el espacio de ses Feixes del Prat de ses Monges como «el gran pulmón verde de Ibiza».

El profesor Foster afirmó que «ninguna otra parte del legado de los moros en España es más ingeniosa ni, por lo que parece, más desconocida, que el sistema agrícola practicado en las tierras recuperadas del mar que rodean el puerto de Ibiza», si acaso las tierras ganadas a la laguna de la Albufera en Valencia o el sistema de aprovechamiento para cultivo, las conocidas como chinampas, de época preclásica mesoamericana, sobre el lago Xochimilco en tierras mexicanas. El Prat de ses Monges es un espacio geográfico e histórico en el que naturaleza, cultura y patrimonio van de la mano. Encomiable es el empeño de divulgadores como Xescu Prats, Cristina Amanda Tur y otros muchos, que a través de sus numerosas publicaciones, recuerdan de forma recurrente, no sólo los valores de este espacio ibicenco, sino también de su lamentable estado de dejadez y abandono. No menos lo es las continuas denuncias y demanda de soluciones de organizaciones y grupos ecologistas como el GEN que, en 2009, tres años después de ser declarado Patrimonio de Interés Cultural, publicó un estudio ampliamente ilustrado llamado ‘Vila i ses Feixes: Els camins de l’aigua’, basado en un anterior Plan Especial de ses Feixes (2002), o Amics de la Terra.

Qué no decir de un buen número de vecinos y propietarios que sufren cada día, no sólo la insalubridad del lugar, sino la carencia absoluta de infraestructuras y servicios. Loable es el intento de todos ellos y de otros muchos ciudadanos que, de forma desinteresada, intentan aportar ideas y propuestas imaginativas desde campos tan diversos como la arquitectura, como el trabajo final del Máster de Arquitectura en la UPC de Barcelona del arquitecto ibicenco Iván Costa Ramon, vecino de Sant Mateu, o desde la arqueología rural como en el caso del trabajo de fin de grado de Samuel Hortal García, también desde la ingeniería, la historia, la ecología y una interminable lista de disciplinas y de ciudadanos preocupados por salvar algo que pensamos que es patrimonio de todos y que podría convertir ses Feixes en una zona verde emblemática para el uso público y la educación ambiental.

En todo caso, y hasta el momento, muchas aportaciones teóricas con escaso o ningún recorrido práctico. Como la mayoría de los estudios y proyectos en los que las Administraciones Públicas, dirigidas por gobernantes de diferente signo político, han dilapidado ingentes cantidades de dinero ofreciendo y/o comprometiéndose a aportar soluciones que nunca llegan. La realidad, la triste realidad, es que desde finales del siglo pasado y principios de éste, cuando pisé por primera vez el Prat de ses Monges para colaborar en un estudio de dialectología para la UNED, el proceso de degeneración, abandono y dejadez ha sido galopante, hasta prácticamente llegar a un punto de no retorno, más de dos décadas después.

El problema no es sólo el agua

Y el problema no sólo es el agua, que lo es y muy importante, convertido en la piedra angular para iniciar las labores de regeneración y recuperación de este espacio de incalculable valor. El Prat de ses Monges es, y debería seguir siéndolo, un símbolo de la Ibiza rural que nos legaron nuestros antepasados, genuino e irrepetible, con un patrimonio cultural y material que no nos podemos permitir perder. Porque ses Feixes de Talamanca no son sólo acequias, portals, feixes, fibles y todo el sistema hidráulico legado por los árabes, un conjunto de elementos que hoy componen un espacio naturalizado, un humedal, con un valor ecológico y medio ambiental discutido por muy pocos, a pesar de su avanzado estado de degradación y deterioro. Importante es el legado morisco de este sistema de cultivo, pero también lo son los caminos rurales que lo cruzan, siempre con Dalt Vila y la Torre de Ca n’Espatleta en el horizonte, los cientos (cuando no miles) de metros lineales de muros de piedra seca, antaño refugio de una gran cantidad de sargantanas y hoy amenazando ruina y guarida de serpientes, casonas payesas, molins aiguaders, safareigs, canalizaciones de riego…

Todo ello en un avanzado estado de abandono, amenazando ruina. Patrimonio que perdemos de forma inexorable. Como decía Miguel Ángel González en sus ‘Memorias de la Isla’ de hace unos años, «son hitos que le dan sentido a la tierra y explican su historia». Y sí, traer agua a ses Feixes, es fundamental. Pero cómo vamos a resolver un problema complejo cuando desde hace más de veinte años no hemos sido capaces de mantener en buen estado unos paneles informativos que se colocaron cuando parecía que esto iba en serio, hoy ilegibles, escondidos o sepultados por la maleza.

La excusa, recurrente, para no acometer las eternamente prometidas actuaciones, es la falta de disponibilidad de agua de calidad. Pero otras muchas importantes y necesarias, como la recuperación y consolidación de los portals, la limpieza y mantenimiento de las acequias, el soterramiento de los tendidos eléctricos, eliminación de vertederos de basura, o la solución a la ocupación de infraviviendas por indigentes o inmigrantes ilegales, la dotación de servicios e infraestructuras públicas, hasta completar una larga lista de problemas, algunos que no requieren soluciones complejas y para lo que no es necesario que llegue el agua, tampoco se cumplen.

Pero la recuperación de ses Feixes no es sólo una cuestión de estética, también lo es de ética. Es triste ver como se deja perder un espacio geomorfológico singular y el legado natural, histórico y cultural creado en él. Pero lo es mucho más el drama humano que se esconde tras la maleza. Cada día, al caminar por los caminos que lo recorren, además de carrizos, cañas, salicornias o pajaritos que sobrevuelan su vegetación, veo personas, gente que vive entre ruinas, escombros y basura, bajo techos de lona y plástico, incluso, hasta hace muy poco, familias con niños pequeños, acampados bajo algún seto o, los que se lo pueden permitir, bajo una tienda de campaña, sin ningún tipo de servicios elementales como luz, agua o alcantarillado, y a vecinos y propietarios que lo hacen con la incertidumbre y el malestar de vivir rodeados de inmundicia, indigentes o incluso maleantes.

Un inframundo a escasos metros de la mundialmente conocida Ibiza cinco estrellas. Resulta difícil imaginar que pueden explicar y mostrar los agentes de Medio Ambiente a los grupos de escolares a los que frecuentemente llevan a visitar las Feixes de Talamanca o qué impresión se llevan los grupos de cruceristas que, cada vez con más frecuencia, se adentran por los caminos que las recorren. Esta situación debería preocuparnos mucho más a todos y avergonzar a nuestros gestores públicos. Ante tanta inacción, incomprensible para una mayoría, sólo queda asirnos a las teorías conspiratorias, a la existencia de intereses ocultos tan poderosos que tienen capacidad para paralizar cualquier amago o intento de recuperación del Prat de ses Monges con injustificables impedimentos técnicos, trabas administrativas o argumentos jurídicos contrarios a la puesta en marcha de soluciones, que nos llevan sistemáticamente al punto de partida.

Es de justicia señalar que, de forma puntual y en momentos señalados, generalmente previos a procesos electorales, como ocurrió hace unos meses en los momentos de precampaña de elecciones autonómicas y municipales, se han acometido algunos trabajos de mejora, básicos. Aunque más que discutible el momento (plena temporada de reproducción de la avifauna del lugar) y la forma (uso de maquinaria pesada en unos caminos y canales ya muy deteriorados e inestables), es de agradecer, sobre todo por vecinos y propietarios, que se emprendieran labores de mejora en el firme de los caminos, desbroce y drenaje de algunos canales e incluso la limpieza de una parcela y colocación de un observatorio de aves junto a la avenida 8 de Agosto.

Eclosión de vida

Agradecidas somos las personas porque ahora podemos pasear por caminos más dignos, pero mucho más lo es la naturaleza. El simple hecho de permitir a la luz llegar a la lámina de agua de las acequias y su oxigenación hizo posible esta pasada primavera una eclosión de vida exultante. La vida en el agua es el inicio de la cadena trófica y un acicate para la aparición de una avifauna que nunca o hacía mucho veíamos por estos lares. A hechos insólitos como la reproducción de aves como el alcaraván común (Burhinus oedicnemus) o el chorlitejo chico (Charadrius dubius) en las charcas de la avenida 8 Agosto, frente al observatorio de aves, a ver pescando en los canales o sobrevolando las feixes al huairavo o martinete común (Nycticorax nycticorax), la garza imperial (Ardea purpurea), el morito común (Plegadis falcinellus) o la espátula común (Platalea leucorodia) junto a otras aves algo más frecuentes como garza real (Ardea cinerea), la garceta común (Egretta garzetta) o la garcilla bueyera. Por no citar una innumerable lista de aves de menor porte, aunque no menos significativas, como el martín pescador común o alción (Alcedo atthis), pechiazul (Luscinia svecica) o cetia ruiseñor o ruiseñor bastardo (Cettia cetti), lavandera boyera (Motacilla flava), por citar algunos.

Subiendo de nivel en la mencionada cadena trófica y ante la abundancia de presas como la paloma torcaz (Columba palumbus), la tórtola turca, (Streptopelia decaocto), polluelos de ánade real (Anas platyrhynchos) o de gallineta común o polla de agua (Gallinula chloropus), junto al más habitual xoriguer o cernícalo vulgar (Falco tinnunculus), se han dejado ver con cierta frecuencia, durante el último año, otras rapaces como el alcaudón común (Lanius senator), el aguilucho lagunero occidental (Circus aeruginosus), el águila o aguililla calzada (Hieraaetus pennatus) e incluso en alguna ocasión el halcón peregrino (Falco peregrinus). Constatación de que, contrariamente a lo que opinan algunos malpensados, ses Feixes de Talamanca es algo más que un foco insalubre de ratas y mosquitos. Qué respuesta de la naturaleza tan grandiosa ante unas actuaciones tan mezquinas.

Pero las hojas no pueden hacernos perder la visión del bosque. Una papelera no es la solución para eliminar un vertedero, como una bombilla solar no puede suplir el soterramiento de los tendidos eléctricos o la colocación de un observatorio de aves puede excusar el abandono y dejadez en el mantenimiento del resto de elementos que salpican el Prat de ses Monges. La promesa de inversiones futuras que, en realidad, son para pagar gastos del pasado, no es el camino. Desde el campo de la Economía Medioambiental existen fórmulas para buscar una rentabilidad económica a la explotación de un espacio tan singular y emblemático como éste. Se pueden poner en valor muchos de sus contenidos naturales y patrimoniales sin seguir destruyendo territorio.

Regeneración

También disponemos actualmente de suficientes conocimientos y tecnología como para poner en marcha un proceso de recuperación y regeneración del Prat de ses Monges, incluso en lo concerniente al agua que discurre por sus canales (lo hicieron los moriscos), sin realizar obras faraónicas y costosas. No se trata de invertir mucho en grandes proyectos sino de recuperar y rehabilitar lo que ya existe. Reciclar sería la palabra del momento. Es un espacio cuya puesta en valor no sólo lo puede convertir en un lugar para el uso y disfrute de los ciudadanos ibicencos, también supondría un elemento a sumar, como oferta complementaria, a las clásicas de sol, playa y discotecas por no mencionar la importancia que puede adquirir si se consigue recuperarlo como para el cultivo de productos de proximidad sin excluir la posibilidad de la creación de un mercado para la comercialización de los mismos. Igualmente disponemos en el ordenamiento jurídico español de un buen número de herramientas para poner en marcha un ente de titularidad público/privada que le dé personalidad y cohesión a la puesta en valor de un lugar que es historia en el espacio, aunque no seamos conscientes de ello.

Es fundamental poner en común y consensuar la defensa de los intereses públicos con las necesidades e intereses privados. Estamos ninguneando a las generaciones futuras el disfrute de un lugar único, genuino e irrepetible y nuestra responsabilidad es no permitir que esto ocurra. La solución la tenemos volviendo la vista al pasado, en la historia. Sólo hay que ser creativos e imaginativos. Es una cuestión de voluntad.

(*) Fernando Escudero Andújar es licenciado en Geografía e Historia. Especialidad de Geografía Máster Universitario en Tecnología, Administración y Gestión del Agua Especialista en Estudios Ambientales

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