Sucesos

Un trabajador de Ibiza sufre una grave picadura de un bicho sin identificar

La punción le afectó a una vena que va desde la espalda hasta los ganglios linfáticos de la axila

La hinchazón provocado por la picadura del supuesto arácnido.

La hinchazón provocado por la picadura del supuesto arácnido. / DI

Ángela Torres Riera

Ángela Torres Riera

«Me dijeron que nunca habían visto algo así», explica A.I.B., en referencia a los sanitarios que le atendieron en el centro de salud de Santa Eulària cuando acudió por la hinchazón que le había provocado la picadura de un supuesto arácnido.

El hombre, trabajador en una vivienda unifamiliar ubicada en una zona rural de Ibiza, estaba pintando durante su jornada cuando, de repente, notó una punción en la espalda. «Noté como si me picara un mosquito, pero no llegué a ver lo que era», relata el afectado.

Al cabo de unas horas, cuando salía de entrenar del campo de fútbol con su hermano, le explicó la anécdota y le enseñó la parte de la escápula derecha de la espalda donde había sufrido la picadura y que le había empezado a escocer. «Cuando me miró, se dio cuenta de que lo tenía bastante inflamado y le dio la sensación de que, por la forma de la mordida (que tenía tres puntos de mordedura), podía ser de araña», detalla el trabajador.

Esa misma noche se le hinchó el ganglio, que además en un primer momento presentaba un vivo color rojo y poco después, se fue tornando a un negro un poco más preocupante. «Además, me subió la temperatura en la parte donde tenía la inflamación», añade.

El día siguiente de la mañana decidió acercarse al centro de salud de Santa Eulària para que le examinaran la picadura, que los sanitarios no lograron atribuir a ningún bicho en concreto, aunque señalaron que, muy probablemente, se tratara de un arácnido. «Me recetaron urbasón, corticoides, antibiótico e ibuprofeno», indica el afectado.

Fiebre y malestar

El pinchazo, en un momento en concreto, derivó en algunos grados de fiebre que le provocaron malestar en los días siguientes, durante los que la zona inflamada fue empeorando y oscureciendo. El jueves, poco más de un día después de sufrir la picadura, le salió una franja rojiza que iba desde la escápula hasta la axila.

«Fui a la mutua y allí me pincharon la antitetánica», continúa relatando el joven , «me dijeron que lo ideal habría sido que me pusieran la vacuna al principio». Los sanitarios le explicaron, además, que el hecho de que se le hubiera inflamado el ganglio era porque le estaban bajando las defensas a causa de la punción.

«Me indicaron que lo único que tenía que hacer era esperar a que se cayera y se regenerase la piel de la zona», detalla. «También de que tenía que reposar para que se me bajara la hinchazón». Por lo que le dieron la baja laboral durante alrededor de una semana para que mantuviera el brazo sin ejercitar, dado que esto podía empeorar la reacción alérgica que le había causado la picadura del bicho.

En un primer momento se plantearon quitarle la piel afectada de la escápula con un bisturí, ya que estaba gangrenada por la reacción que le provocó la inflamación de la vena. Pero finalmente decidieron esperar a que «la propia piel expulsara la capa superior», especifica el joven.

Detectar de qué bicho se trata

Los sanitarios, eso sí, le retiraron una fina capa de piel de unos 0.5 centímetros de grosor para analizar la muestra y determinar si se trataba de una garrapata. Para que, en el caso de que lo fuera, pudieran tomar medidas sanitarias contra la rabia. «Aunque el diagnóstico que me dieron era que casi seguro que se trataba de una araña, la verdad es que no tenían ni idea de qué era lo que me había picado», prosigue el joven.

Lo «peor», asegura, fueron la molestia y el dolor causado en toda esa parte lateral superior derecha del cuerpo por la inflamación que se le había extendido desde la escápula hasta la axila. El trabajador, al que se le sigue cicatrizando la herida incluso tres semanas después de sufrir la picadura, añade que, una de las cosas en las que hicieron hincapié desde los servicios sanitarios fue en que la próxima vez (aunque espera «que no haya próxima»), se fije en el tipo de bicho.

«Y en el caso de que sea posible, atraparlo y llevarlo al centro de salud, al hospital o donde sea para mostrarlo junto a la picadura», termina.

A lo largo del verano del año 2021, un turista de tan solo 19 años sufrió también en un área rural de la isla la picadura de una araña en una de las manos.

El joven acudió a Urgencias del Hospital Can Misses donde ingresó con un diagnóstico confuso que abarcaba un espectro muy amplio, ya que el turista no podía especificar la morfología de la araña que le había mordido. Finalmente, debido a la necrosis irreversible que había sufrido en varios de los dedos, tuvo que ser sometido a cirugía para que se la apuntaran dos de ellos y parte de un tercero.

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