Cuando Ibiza era otra fiesta

‘Escandel’, un artista de Ibiza insólito en su tiempo

Cantante, bailarín, pintor y anticuario, Bartomeu Escandell logró hacerse un nombre en el mundo de las ‘varietés’ europeas de principios del siglo XX

‘Escandel’ .

‘Escandel’ . / julio herranz

Julio Herranz

Julio Herranz

Nacido en sa Penya en 1902, Bartomeu Escandell logró a base de tesón, arte y mucha voluntad hacerse un nombre en el mundo de las ‘varietés’ europeas de principios del siglo XX. Llegó a hablar varios idiomas y a codearse con personalidades de primer rango. En los años 40 se retiró en su querida Ibiza, donde falleció en 1976. Todo un personaje que se habría perdido en la noche de los tiempos de no ser porque Luis Llobet publicara en 2005 un libro sobre la singular vida de este cantante, bailarín, pintor y anticuario ibicenco.

Recuerdo bien la alegría que nos daba a los periodistas locales culturetas cuando el autor nos convocaba para darnos a conocer la publicación de un nuevo libro de la serie, editada con tanto primor, sobre artistas (mayormente) ibicencos que ignorábamos, o de los que apenas teníamos noticia. Y es que Luis Llobet, fallecido hace unos años y considerado como uno de los ‘señores de Vila’ más cultos y generosos, nos invitaba a comer en un buen restaurante, nos regalaba el libro y nos entretenía contándonos la vida y milagros del personaje en cuestión, siempre interesante y algo especial para los parámetros que manejábamos a principios del siglos XXI.

‘Escandel’ (a la izquierda) y ‘Escandel’ y Rosita, a la derecha. | FOTOS DEL LIBRO ‘ESCANDEL, LA VOCACIÓN DE UN ARTISTA’

‘Escandel’ (a la izquierda) y ‘Escandel’ y Rosita, a la derecha. | FOTOS DEL LIBRO ‘ESCANDEL, LA VOCACIÓN DE UN ARTISTA’ / julio herranz

Así el del caso que nos ocupa esta semana, que hace ya el número 24 de esta serie. Pues la figura y la personalidad de Bartomeu Escandell (Ibiza, 1902-1976) podría dar, sin dudarlo y con mucho, para una película de indudable interés artístico, humano y sociológico: por lo que tiene de personaje único e irrepetible en la Ibiza de principios del siglo XX. Un personaje que se hizo a sí mismo a partir de unos orígenes humildes en el barrio de sa Penya, pasando por una educación en el Seminario con intención de ejercer el sacerdocio (era una de las salidas ‘naturales’ de las familias con varios hijos y pocos medios) y descubriendo en su adolescencia una vocación irresistible de ‘artista’, a la que contribuyó la comprensión y el aliento de los Tur de Montis, la familia de Luis Llobet, que en su casona de Dalt Vila acogieron los primeros pinitos del cantante y bailarín.

Una vida fascinante a la que Llobet rinde homenaje en ‘Escandel, la vocación de un artista’, un exquisito volumen (bilingüe: castellano e inglés), como todos los que publica este miembro de una de las familias ibicencas de más solera y tradición. Una edición de 350 ejemplares numerados realizada en Valencia. La parte biográfica, relatada con nostalgia y admiración, está dividida en tres partes tituladas ‘Xumau’, ‘Escandel’ (con una sola ‘l’; que tal fue el nombre artístico que eligió nuestro protagonista para andar por el mundo) y ‘Bart’ (abreviatura de Bartomeu).

Una dedicatoria familiar con aire de Rodolfo Valentino.

Una dedicatoria familiar con aire de Rodolfo Valentino. / julio herranz

En la primera parte, Luis Llobet cuenta los primeros pasos del personaje en su isla natal, hasta que a los 17 años, “y sin un duro”, decide marchar a Barcelona para buscar fortuna e intentar abrirse caminos en el mundo de las ‘varietés’, tan mal visto entonces por la sociedad que se consideraba “decente”, según precisó el autor en la sobremesa. La segunda parte se centra en la vida artística de Bartomeu Escandell, que tuvo un padrino notable en sus inicios: Antonio Alcaraz, un joven bailaor de origen andaluz que lo introdujo en el mundo del espectáculo y con el que siempre mantuvo una estrecha amistad. Barcelona, Madrid, París, Londres y otras ciudades inglesas, así como varias alemanas (tuvo incluso problemas con la Gestapo por ayudar a un amigo judío) fueron etapas importantes en su trayectoria artística. En cuanto a la tercera parte (‘Bart’), Llobet relata la vuelta de Escandell a la isla, sus inicios en el mundo de las antigüedades; el desarrollo de otra de sus vocaciones, la pintura; los viajes por varios países en busca de piezas y material que luego vendía en su casa de sa Penya (a algunos de tales viajes le acompañó algún miembro de la familia Tur de Montis, incluso el propio Luis Llobet); y el ocaso de su vida, entre amigos y familia, hasta su muerte en 1976, a la edad de 74 años. «El 3 de marzo de aquel año fue un día muy triste. Temprano me enteré de su muerte. Se desplomó abatido por un fallo cardíaco y cayó desde el último peldaño al fondo de la escalera. Allí lo encontró su hermana Elvira cuando, recién salido el sol, fue a abrir la puerta de la casa», nos relató el autor del volumen, que se encuentra disponible en la Biblioteca Municipal de Ibiza, en Can Ventosa. Aunque, seguramente, también en las otras bibliotecas públicas de la isla; como solía hacer Llobet. No lo he comprobado.

Bart vistiendo un kimono chino pintando a Guadalupe Tur en la casa-estudio del pintor Tur de Montis.

Bart vistiendo un kimono chino pintando a Guadalupe Tur en la casa-estudio del pintor Tur de Montis. / julio herranz

Una vida en imágenes

Mención especial merece la cuarta parte de la obra, el ‘Álbum’ de su vida artística, que fue rellenando nuestro protagonista con mimo y detalle. A su muerte, una de las hermanas de Escandell lo regaló a la familia Tur de Montis. Está reproducido casi en edición facsímil y tiene un evidente sabor ‘kitsch’ acentuado por la nostalgia. Sin olvidar la última parte, que reúne una surtida colección de ‘Fotografías del artista’, en las que aparece el personaje solo o con algunas de las parejas que le acompañaron a lo largo de su carrera artística.

Una de las características de los libros que publicaba Luis Llobet en autoedición era que había una desproporción más que notable entre el número de imágenes y el poco texto que contenían. Algo que uno le hacía notar a menudo, a lo que el autor ironizaba diciéndome que lo suyo «no era la pluma». Llegando incluso en alguna ocasión a proponerme que fuera su colaborador para darle a sus libros un carácter más literario. Algo que habría hecho con gusto, la verdad, si las labores periodísticas no me hubieran ocupado tanto tiempo; o si uno no hubiera sido tan suyo con el ocio que tenía para dedicarse a sus propias labores literarias; la poesía, mayormente; aunque a veces me apeteciera escribir algún que otro relato. Y el tiempo dedicado a vivir en general, claro.

‘ESCANDEL’, un                     ibicenco insólito en su tiempo

Escandel y Rosita. / Foto del libro 'Escandel, la vocación de un artista.

Pena, porque entre el escaso texto figuraban párrafos tan interesantes como este: «Su infancia transcurrió entre el mundo de la Peña y la religiosidad de sus padres. A los ocho años ya le vemos de monaguillo en la iglesia del Salvador y acudiendo a los ‘rosarios de la aurora’; procesiones que recorrían las principales calles de la ciudad rezando el rosario al iniciarse el alba. Cuatro años más tarde ingresa en el Seminario Diocesano para iniciar, por consejo paterno, la carrera eclesiástica». Y el siguiente párrafo: «Al poco tiempo de comenzar sus estudios conoció a Mariano Tur de Montis, que habitaba, junto a su familia, en un vetusto caserón cercano al Seminario conocido como Can Tur. En él se celebraban veladas musicales a cargo de la dueña de la casa, doña Cristina de Montis, mi abuela, buena violinista, y se organizaban, junto a parientes y vecinos, representaciones teatrales y recitales poéticos. Figura destacada en el grupo fue doña Paca Llobet, madre del canónigo e historiador ibicenco don Isidoro Macabich. Doña Paca, que pintaba usando los dedos en vez de pinceles, inició a Mariano en la pintura y a Xumau le inculcó el amor por el arte», precisa Luis Llobet.

‘ESCANDEL’, un                     ibicenco insólito en su tiempo

‘Escandel’ visto por el conocido caricaturista ibicenco Kadire. / julio herranz

Confidencias familiares curiosas y singulares que sitúan a Bartomeu Escandell en un espacio, el de Dalt Vila y la Marina; y en un tiempo, las primeras décadas del siglo XX, que nos dan una muestra elocuente del tipo de relación social que existía en la isla en aquellos lejanos años. Y como el arte era un buen salvoconducto para abrirse camino en una esfera social de más empaque que la que te correspondía por derecho de cuna. La biografía de nuestro protagonista así lo muestra.

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