Cuando Ibiza era otra fiesta

De cena con Radio Futura

Una conversación sobre Michel Focault y un buen plato de jamón ibérico: así fue la velada de Julio Herranz y Santiago Auserón

Santiago Auserón durante un concierto en el Recinto Ferial de Ibiza en 2000.

Santiago Auserón durante un concierto en el Recinto Ferial de Ibiza en 2000. / J.A. Riera

Julio Herranz

Es curioso cómo se quedan en la memoria detalles a los que no dimos importancia alguna en su momento, mientras que lo que creímos esencial entonces desapareció sin dejar señas. Así, de aquella singular y sugerente cena, lo que mejor recuerdo es el buen plato de jamón ibérico que tenía delante Santiago Auserón, del que me animaba a que siguiera picando mientras manteníamos una conversación de cierta trascendencia, ajena por completo a los temas que tenían entre manos el resto del grupo y algún otro comensal que nos acompañaba. Uno estaba sentado al lado del carismático cantante y líder de Radio Futura, que estaba en la isla para dar su esperado primer concierto en la discoteca Space; finales de agosto de 1985. ¿Y qué pintaba yo cenando con ellos? A ver, por aquel entonces ya hacía dos años que uno tenía un programa de música pop española (mayormente de la Movida madrileña, anexos y derivados) en Radio Diario de Ibiza. Se llamaba La piel de toro, y era muy escuchado por los jóvenes de la isla, razón por la cual los principales grupos que pasaban por la isla eran entrevistados en mi programa. A veces no podía ser en directo y se las apañaba uno para pillarlos dónde y cómo fuere: en la prueba de sonido, en el aeropuerto, en el hotel... Pero nada de teléfono. Una tenía que verles la cara y entrar en comunicación directa para poder sacarles algo que se saliera de los tópicos periodísticos al uso. Cómo se nota que uno acaba de llegar al oficio y se lo tomaba con entusiasmo y ganas. Por eso me solía acordar tanto de aquellos versos de León Felipe: “No sabiendo los oficios los haremos con respeto. Para enterrar a los muertos como debemos, cualquiera sirve, cualquiera, menos un sepulturero”.

Dedicatoria de Santiago Auserón para Julio Herranz en la carátula de un disco. | D.I.

Dedicatoria de Santiago Auserón para Julio Herranz en la carátula de un disco. | D.I. / DI

Ya estamos con las musarañas. Baja el santo al suelo y sigue, anda. Pues sí, la noche antes del concierto estaba uno cenando con Santiago Auserón, lo que suena muy bien. Sobre todo al pensar en aquel tiempo, cuando era idolatrado por tantísima gente; primero por su arte (sus canciones, con muy buenas letras y música), pero también por su físico y su estilo de estar y de ser; sensaciones que el buen mozo sabía sacar de tu mirada perdida y engancharte a su carro por las bravas. Vale, si tú lo dices. Pues bien, el punto de enganche entre los dos saltó cuando, habiendo leído algo de su afición a la filosofía, le comenté que me había dado pena la muerte reciente, y por sida, del filósofo francés Michel Foucault. También él lo sentía mucho, porque, además, había sido profesor suyo en París. Así que nos enredamos en una animada charla sobre su obra y su influencia entre los intelectuales europeos. Un tema poco o nada apropiado para tratar en una noche del agosto ibicenco entre un músico pop y un periodista. De ahí que el resto de la mesa pasara totalmente de nosotros y no nos hiciera ni puñetero caso. Y viceversa. Pero nosotros a lo nuestro, subiéndonos a la parra del intelecto y a la gracia de una comunicación fluida y de un nivel bien interesante desde le punto de vista de dos espíritus afines. Pues eso es lo que sentí aquella noche: que ambos teníamos muchos puntos de encuentro en lo relativo a las cosas de enjundia. Y creo que también hubo otra razón que nos acercó: el que uno entonces fuera mayor de lo que solían ser los periodistas que se dedicaban a la música juvenil. Así, a mis treinta y siete años, y con mi seriedad conceptual, digamos (sea eso lo que sea), le resulté diferente y atractivo, supongo. Y así lo especulo hoy al ver la dedicatoria que me escribió en el disco que Radio Futura estaba promocionando aquel verano del 85, ‘De un país en llamas’: “PARA JULIO. SUERTE Y CARIÑO. SANTI”. Y con la tinta de mi nombre algo corrida, como se observa en la foto que le he hecho para este capítulo de la serie.

Carátula del disco ‘De un país en llamas’, que Radio Futura promocionó en Ibiza en 1985.

Carátula del disco ‘De un país en llamas’, que Radio Futura promocionó en Ibiza en 1985. / DI

Un concierto memorable

Y claro, he vuelto a poner el querido LP en mi viejo tocadiscos, que aún funciona, y escucho con deleite los diez temas estupendos que contiene. Empezando por ‘No tocarte’, cuya letra me ha dado un cierto respingo retrospectivo: “No tocarte y pasar todo el día junto a ti. No tocarte, yo no sé lo que esperas de mí. Ve despacio, el bosque se llena de humo. No voy a tocarte. Es mejor así”. Ay, ay, parece el sueño de una noche de verano; y supongo que lo fue. Para mí, claro, tan dado a fijar en las nubes esos regalos raros e imprevistos que, tan pocas veces, nos regala la vida. Noche de verano, por cierto, que no recuerdo cómo siguió ni cómo terminó. Supongo que como solía ser habitual en estos casos; y en más de una ocasión participé en la norma previsible: la cosa acabaría en algunas de las discotecas de moda de entonces, que, sospecho, serían Pacha o Amnesia, porque no imagino a los miembros de Radio Futura en KU; ni tampoco uno la frecuentaba mucho. Demasiado glamour chirriante y demasiados fantasmas de quita y pon. Hablo de mediados los ochenta, porque antes no tenía nada que ver con lo que se convirtió después. Aunque no es el momento ahora para entrar en semejante tema, tan complejo. Que me apetece hacerlo en estas páginas; pero será en otra ocasión, cuando encuentre el pretexto para meterle mano.

Para cerrar el capítulo mejor recurro a algunos datos de la hemeroteca sobre el primer concierto que dio Radio Futura en Ibiza. Noticia que escribió al respecto en estas páginas un compañero de aquella lejana y querida Radio Diario, José María Pérez Muñoz, en su sección Música desde Ibiza: “Con la sala a rebosar de un público que no deseaba perderse la oportunidad de presenciar en vivo al grupo español más destacado de los últimos años. Durante dos horas, el recital más largo ofrecido por los grupos que hasta ahora han pasado, ofreciéndonos prácticamente la totalidad de su discografía”. Todo un éxito, pues; al que contribuyó “el excelente sonido, el mejor de los que han pasado por Space”. Del que se ocupó personalmente mi ya amigo Santi (je) “durante muchas horas antes del concierto, para llegar a la conclusión de que no era necesario conectar los 16.000 watios que acostumbraban a llevar, haciéndolo con 12.000, con lo que se demostraría suficiente”. Y José María añade un detalle que me ha hecho gracia, por lo que tiene de cronista detallista y buen observador: “Los aficionados disfrutaron con los arreglos realizados por ellos para interpretarlos en directo, sin apreciarse diferencia con los grabados”.

En fin, como uno también estuvo allí, doy fe de que fue un concierto memorable, que se lo curraron con ganas Solrac Velázquez (batería), Luis Auserón (bajo), Enrique Sierra (guitarras) y mi querido Santiago Auserón (voz y guitarra española). Una velada estupenda de la que todos los que la disfrutamos guardamos un recuerdo imborrable en nuestra memoria, no en nuestros móviles, que aún no existían. Y ahí, en la memoria, es donde se queda lo que nos merece más la pena; lo que el tiempo no ha sepultado en el olvido.

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