Náutica

Los regatistas del Club Náutico Ibiza como si fueran de Albacete

Con la mayor parte de las embarcaciones de regatas en remolques en el Parque Insular de Sa Coma entrenar se ha convertido en algo excepcional para estos deportistas

Isaac Vaquer

Isaac Vaquer

Bajo un techo metálico en el Parque Insular de sa Coma, a más de cinco kilómetros de su espacio natural: el mar. Las embarcaciones del equipo de regatas del Club Náutico Ibiza parecen un pingüino en el desierto en su ubicación actual. «Es una vergüenza que, viviendo en Ibiza, estemos como si fuéramos regatistas de Jaén o de Albacete», comenta resignado Marc Terrassa.

Tras la decisión del equipo de seguir la suerte del Club Náutico, sin un espacio que poder utilizar en el puerto, el centenar de deportistas federados que lo integran, entre los que está Terrassa, han visto drásticamente restringida su posibilidad de entrenar. Actualmente están pendientes de que la Autoridad Portuaria de Balears atienda su solicitud para disponer de una entrada al mar en el muelle comercial del puerto de Ibiza. Mientras tanto los entrenamientos son, sobre todo, teóricos y hacen malabarismos para poder navegar.

Terrassa competirá en junio en la Foiling Week, que se celebrará en la región italiana del Véneto, en la clase Moth. La planificación de entrenamientos que tenía para esta cita internacional se ha ido al garete. Cuando puede acude a ses Figueretes a navegar. Debe llevar la embarcación en un remolque, montarla, navegar y después desmontarla y volverla a cargar. «Hay que agradecer la ayuda que estamos recibiendo de mucha gente, pero no estamos entrenando en condiciones normales» señala.

Compara su situación con la de un equipo de fútbol profesional que de repente se ve obligado a entrenar en el patio de un colegio.

«Estábamos todos juntos»

«Salir a navegar son muchas horas. El club era la sede de todos, desde los niños de siete u ocho años hasta los adultos. Allí teníamos nuestro calendario con nuestros entrenos y entrenadores. Pero lo importante era que estábamos todos, creciendo y ayudándonos unos a otros», recuerda de la dinámica que llevaban hasta hace apenas unas semanas.

Vista general del espacio en sa Coma cedido al Club Náutico Ibiza

Vista general del espacio en sa Coma cedido al Club Náutico Ibiza / I.V.

Ahora toda la actividad que se puede realizar está dispersa. Los optimis pueden seguir saliendo desde la base que tienen en Talamanca, donde se realiza la escuela de verano. El resto, con embarcaciones más grandes y complejas como las de clase Finn, Snipe o Tornado, se apañan como pueden

Es el caso de Maura Ramón, que irá en el mes de julio al campeonato mundial de clase Tornado en Rimini, Italia, que prepara «con mucha ilusión, pero sin aspiraciones».

Hasta Cala Pada

Hasta ahora salía a entrenar con otras tripulaciones del club, pero ahora tiene que ir a Cala Pada a navegar. Hay una sola embarcación para las tres tripulaciones. «Además, tenemos dificultades para contar con asistencia desde una zodiac, algo que es esencial por si te pasa algo en el mar».

Entrenar sola supone, además, más dificultades para mejorar. «Cuando más mejoras es cuando tienes otros barcos con los que hacer entrenos específicos. Sin esa comparación es difícil ver el resultado de las maniobras o de la coordinación en situaciones de competición», explica.

Terrassa apunta que en peor situación están deportistas de otras categorías, como la clase Finn. En esta, Adrián Bedoya ganó la semana pasada la Regata Llafranc, en la costa Brava. La competición fue su entreno.

El regatista ibicenco lamenta que, por el momento, no se plantea nuevas citas para este año. «Sin un espacio donde entrenar, estamos parados».

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