Historia

La huella de la Guerra Civil en los templos de Ibiza en imágenes

El patrimonio eclesiástico se vio gravemente afectado durante el breve dominio republicano de Ibiza en la Guerra Civil

Imágenes inéditas muestran los daños causados en los templos

Agosto de 1936. Las tropas republicanas recuperan Ibiza y Formentera. En los primeros días se desata la persecución de civiles considerados de derechas o adeptos al golpe de Estado, de militares y de religiosos, muchos de los cuales acaban asesinados en los primeros días. El colofón fue la orgía de sangre y fuego del 13 de septiembre, cuando fue cometida la masacre del Castillo. La furia contra el clero y la Iglesia en aquellas jornadas acabó, en apenas un mes, con la vida de una veintena de religiosos y con buena parte del patrimonio de las iglesias de Ibiza, que fueron arrasadas o quemadas. De aquel truculento episodio apenas hay registros gráficos, si bien el archivo de la Biblioteca Nacional de España conserva 18 imágenes inéditas hasta ahora (con sus respectivos anversos donde se detalla a qué corresponde cada imagen) y un documento, fechado el 23 de diciembre de 1937 (un año y tres meses después de los hechos), que dan fe de los destrozos cometidos en los templos y monumentos civiles ibicencos.

Interior de la iglesia de Sant Elm. | B.N.E.

El retablo de Jesús fue desmontado y llevado a Vila / B.N.E

El documento, dos páginas que llevan el escudo del Consistorio de Ibiza y está firmado por su entonces alcalde, Antonio Torres, es una «memoria relativa a los daños causados por las hordas marxistas» entre el 9 de agosto y el 13 de septiembre: «En esta isla, los rojos, siguiendo una actuación que indudablemente respondía a una consigna de carácter general, procedieron a destruir de manera sistemática toda clase de obras de arte que tuvieran carácter religioso», se indica en ese texto. «Solamente, y por excepción —prosigue—, escaparon a tal destrucción algunas obras que, por su valor material, excitaron la codicia de los dirigentes y las ocultaron».

Entre «los principales daños causados», destacan, en primer término, los producidos en la catedral, en la que además de los «desperfectos» ocasionados por el bombardeo republicano que tuvo lugar el 7 de agosto, la víspera de la toma de la isla, «desapareció totalmente» la imagen de «Santa María de las Nieves o la Mayor», así como el templete correspondiente, obra del escultor catalán Adrià Ferran. En dos de las imágenes adjuntas se puede apreciar cómo era antes de la Guerra Civil y cómo quedó tras el paso por el templo de anarquistas y ultraizquierdistas.

Altar mayor de la catedral en 1937, sin el templete ni la imagen de Santa María de las Nieves. | B.N.E.

Altar mayor de la catedral en 1937, sin el templete ni la imagen de Santa María de las Nieves. | / B.N.E.

Vista del altar mayor y el coro antes del estallido de la Guerra Civil. | B.N.E.

Vista del altar mayor y el coro antes del estallido de la Guerra Civil. / | B.N.E.

Puertas del coro destruidas

También fueron «bárbaramente destruidas las dos magníficas puertas del coro, labradas en madera, estilo Imperio, de gran valor artístico», así como su sillería. En una foto que abarca todo el altar se observa cómo un gran paño, que por las tonalidades podría ser una bandera española, cubre el coro para ocultar esos destrozos. Pero además hay otra más cercana en la que se observan nítidamente cómo quedaron esas puertas, mientras a su alrededor hay libros de antiguas partituras tirados en el suelo o, como ocurre con uno que hay sobre un atril, con hojas arrancadas. De la misma manera fueron dañados los retablos e imágenes de las capillas, indica el documento: «Algunos fueron destruidos totalmente, otros de modo parcial, presentando todas las imágenes que quedan bárbaras mutilaciones». Esta imagen no aparece en el archivo. Tampoco la que sufrió la imagen del Sagrado Corazón, «con la cara y manos totalmente destruidas a machetazos».

Foto de la capilla de la iglesia de  Santo Domingo sin el Santo Cristo del Cementerio, cuya imagen fue quemada y tirada al mar. | B.N.E.

Foto de la capilla de la iglesia de Santo Domingo sin el Santo Cristo del Cementerio, cuya imagen fue quemada y tirada al mar. | / B.N.E.

Fueron "bárbaramente destruidas las dos magníficas puertas del coro"

Debido a que aparecen multitud de elementos del patrimonio hechos añicos o esparcidos por el suelo, incluso entre los escombros, se intuye que todas estas fotografías fueron captadas poco después del desembarco de los nacionales en Ibiza el 20 de septiembre de 1936. Aún no había dado tiempo a recoger esas piezas ni a limpiar y adecentar los templos.

Estado en que quedó una cruz, de la que, según el sumario, fue borrada una parte para crear una escuadra masónica. | B.N.E.

Estado en que quedó una cruz, de la que, según el sumario, fue borrada una parte para crear una escuadra masónica. / | B.N.E.

Por ejemplo, en una, tomada en el altar mayor de la catedral, se ve cómo «una cruz frontal» quedó convertida «en una escuadra masónica por haber sido borrados dos brazos de aquella». Otro grave daño fue el que sufrió la tumba del obispo Basilio Antonio Carrasco: «Su lápida fue materialmente pulverizada a fuerza de culatazos». También «violaron y profanaron el enterramiento de sacerdotes de la cofradía de Santa Maria». En la memoria firmada por el alcalde se indica que «milagrosamente» se salvaron, si bien quedaron algo maltrechas, cuatro tablas procedentes de un antiguo retablo gótico de escuela catalana que figuraban en la capilla de Nuestra Señora del Carmen». Se salvó, además, una imagen de Nuestra Señora del Rosario, del siglo XVI, que sólo presentaba «ligeras mutilaciones».

Destrozos en el interior de la iglesia de las monjas agustinas. | B.N.E.

Destrozos en el interior de la iglesia de las monjas agustinas. / | B.N.E.

Sobre ese «milagro», María Teresa León cuenta en ‘Memoria de la melancolía’ cómo Rafael Alberti trató de evitar que «manos anarquizantes [de anarquistas] sacasen de la iglesia santos y ornamentos». «Habían encendido una hoguera. Rafael —detalla— iba de uno a otro convenciéndoles de que dejaran vivos los ángeles, los santos. Por no sé qué milagro vimos que le obedecían. Sólo uno de ellos se enfrentó, mostrándole un santuco feo y vulgar». Alberti «bajó la cabeza» y le dejó quemarlo. «Me las vi negras, sobre todo con los anarquistas, para salvar de la quema una cantidad de cosas que querían quemar, aunque hubo que conceder la quema de algo, sobre todo para que no me quemaran a mí», contó Alberti años más tarde.

Órgano destrozado

Lo que quedó siniestro total fue el órgano, un Ludwig Scherrer que databa del siglo XVIII. Sus tubos fueron arrancados y usados por algunos niños a modo de juguetes, como si fueran pitos, tal como contó el delegado Diocesano de Liturgia y Patrimonio, Francesc Xavier Torres Peters, hace seis años a este diario: «El órgano (...) ha quedado completamente destruido. Era instrumento de gran valor y podía ser considerado órgano de primer orden fabricado a últimos del siglo XVIII», se resalta en el informe del Ayuntamiento. Hay dos imágenes que ilustran aquel destrozo: una captada por el fotógrafo y joyero Domingo Viñets antes de la Guerra Civil, y otra tomada tras el asalto. No quedó ni un tubo sano.

El órgano, un Ludwig Scherrer que databa del siglo XVIII, quedó totalmente destrozado.  | B.N.E.

El órgano, un Ludwig Scherrer que databa del siglo XVIII, quedó totalmente destrozado. | / B.N.E.

En otra serie de fotos se aprecia cómo quedó afectada la iglesia de Santo Domingo: «El edificio sufrió pocos desperfectos por haber sido destinado a almacén de objetos procedentes de saqueos». No así las capillas, que tuvieron «daños mayores, como la del Santo Cristo del Cementerio, cuya imagen, talla de tipo gótico de bastante valor artístico, veneradísima en esta isla por ser imagen milagrosa, fue quemada y arrojada al mar por el precipicio contiguo a tal capilla. Se supone que parte de esta imagen llegó hasta las costas de Mallorca, donde fue recogida». En la foto correspondiente aparece la capilla vacía, aunque en ella destaca el antiguo contorno de la cruz (incluso de la placa del INRI) que fue arrancada de allí y calcinada.

Daños en el coro de la catedral de Eivissa, además de en las 
partituras, algunas de cuyas hojas fueron arrancadas. | B.N.E.

Daños en el coro de la catedral de Eivissa, además de en las partituras, algunas de cuyas hojas fueron arrancadas. | / B.N.E.

Saqueo

En esa iglesia quedó «brutalmente mutilado» un zócalo de azulejos valencianos que representaban escenas de la Pasión ubicados en la capilla del Rosario, «también incendiada». Además, desaparecieron «unos magníficos lienzos de escuela valenciana que podrían ser atribuidos a [Francisco] Ribalta». Otros lienzos depositados en sus correspondientes capillas «fueron destruidos, como la mayoría de las imágenes». Su órgano acabó como el de la catedral, «y no quedó ninguna sepultura ni altar ni cepillo sin violar, prueba evidente del afán de saqueo que guiaba la acción de las turbas rojas». No ocurrió sólo allí: «Se repite en todas las iglesias».

Zócalo destrozado de azulejos valencianos ubicado en la capilla 
del Rosario que representa escenas de la Pasión. | B.N.E.

Zócalo destrozado de azulejos valencianos ubicado en la capilla del Rosario que representa escenas de la Pasión. | / B.N.E.

En Dalt Vila «fueron también profanadas, destruidas y saqueadas, parcial o totalmente, la iglesia del antiguo Hospital [L’Hospitalet] y la del Convento de monjas agustinas, que fue «saqueado y destruido en la parte correspondiente a la clausura». De este último hay un par de instantáneas en las que se ven cruces rotas, una pared resquebrajada, signos de violencia en el altar, el mobiliario destrozado e imágenes mutiladas o decapitadas.

La memoria incluye dos fotos de la iglesia de Sant Elm (El Salvador), «el templo más frecuentado» de la ciudad. «Aunque el edificio, de estilo barroco, no tenía gran valor artístico, lo tenían algunas de sus imágenes y retablos», como «una hermosa Piedad y una Virgen del Buen Aire, patrona del gremio de marineros». Todo fue «completamente destruido».

En el momento en que el alcalde firmó la memoria, diciembre de 1937, el templo seguía en ruinas, tal como fue captado en las imágenes incorporadas al informe: se ve el techo desplomado y la acumulación de cascotes sobre los tejadillos de los contrafuertes. Sólo quedó su estructura. En ‘L’Ismé’, Cilette Ofaire explica cómo fue testigo de la quema de imágenes en esa barriada: «Un acre olor a quemado se extendió sobre el puerto y vimos columnas de humo ascender de entre los tejados». Allí vio «la imagen de una Virgen arrojada sobre el polvo, al lado de una hoguera que aún humeaba». En un informe elaborado por el Cuerpo de Investigación y Vigilancia se acusaba a Juan Gómez Ripoll, Campos, que en aquel periodo convulso fue delegado de Obras Públicas del Comité Antifascistas de Ibiza, de haber ordenado el derribo de ese templo y de «parte del monumento de Vara de Rey».

Así quedó la iglesia del convento de las monjas agustinas de Vila | B.N.E.

Así quedó la iglesia del convento de las monjas agustinas de Vila | / B.N.E.

Vara de Rey, desmontado

Precisamente, la memoria del Consistorio alude a que la escultura dedicada al héroe del Caney fue «desmontada con el propósito de fundir las figuras (de bronce)», si bien «no llegó a consumarse tamaña salvajada a causa de la precipitación con que huyeron las hordas rojas después del bombardeo aéreo del día 13 de septiembre». Aún se conservaban las piezas desmanteladas, «aunque algo deterioradas», de manera que luego pudo ser reconstruido. Inicialmente, la memoria incorporaba dos fotos en las que se veía cómo quedó el monumento.

La escultura dedicada a Vara de Rey fue desmontada para fundir las figuras

Retablo desmantelado en Jesús

El edificio de la iglesia de Jesús no sufrió graves desperfectos, se señala en el informe municipal. Su retablo del altar mayor, una joya «de primer orden» de la escuela valenciana, «fue desmontado, sufriendo en tal operación y durante el traslado del mismo a la ciudad algunos desperfectos». En diciembre de 1937, en el segundo año de la Guerra Civil, se procedía «a la restauración» de esa obra: «Se puede considerar salvado totalmente», dice el alcalde. En julio de 2010, Fernando Bertazioli Riquer explicó en Diario de Ibiza que su padre, Carlos Bertazioli Riquer, «salvó el retablo de Jesús, desmontándolo y guardándolo en la Banca Matutes». Por entonces, Bertazioli padre era comerciante, vocal del Comité Revolucionario de Ibiza y delegado de Tesorería y Avituallamiento, según un informe de la Guardia Civil incluido en la Causa General: «Intentó —contó su hijo— preservar todo lo que pudo. Tenía mucha autoridad y la impuso hasta donde pudo. El caso es que fue precisamente en la ciudad donde menos se destrozó el patrimonio religioso, al contrario de lo que ocurrió en las iglesias de los pueblos». En una de las fotos del informe del Ayuntamiento sólo aparecen, tras el altar mayor, las cinco piezas verticales con las que se fijaba el retablo a la pared. En la otra, captada por Domingo Viñets, aparece el retablo «en el estado actual», el de 1937.

Pero en Jesús desapareció además «una estatuilla de la Virgen con el Niño que estaba en una hornacina [situada] encima de la puerta principal del templo. Labrada en mármol blanco, correspondía a la época en que fue construido el templo y tenía bastante valor artístico».

Hay tres fotos sobre el estado en que quedó la iglesia de Santa Eulària, «incendiada y destruida casi en su totalidad». En Santa Eulària fue distinto: lo pusieron todo en el centro de la iglesia y le pegaron fuego». Ardió durante días: «Desaparecieron todos los retablos, las imágenes y el archivo de 600 años. No quedó absolutamente nada», lamentó entonces Ribas.

Interior del templo de Santa Eulària tras quedar gravemente 
afectada por el incendio. La nave aparece llena de andamios.  | B.N.E.

Interior del templo de Santa Eulària tras quedar gravemente afectada por el incendio. La nave aparece llena de andamios. / | B.N.E.

No quedó «ni rastro» de los retablos e imágenes, «en su totalidad barrocas y de poco valor artístico». Parece, según se observa en esas imágenes, una de ellas correspondiente a la casa rectoral (se ve un antiguo horno), como si un obús hubiera estallado en el interior del templo. Hay muchos cascotes, una barandilla metálica sobre una pared y numerosos andamios. «Cuando [en la Guerra Civil] quemaban otras iglesias —explicó en 2017 a este diario Vicent Ribas, entonces párroco de Santa Eulària, actualmente obispo pitiuso—sacaban el material a la plaza y prendían fuego.

Los daños producidos en la iglesia de Santa Eulària afectaron 
además a la casa rectoral, en cuyo interior se observa un horno. | B.N.E.

Los daños producidos en la iglesia de Santa Eulària afectaron además a la casa rectoral, en cuyo interior se observa un horno. / B.N.E

Estado de la iglesia de Santa Eulària en 1937 tras ser «saqueada 
e incendiada» por los milicianos en el verano de 1936 | B.N.E.

Estado de la iglesia de Santa Eulària en 1937 tras ser «saqueada e incendiada» por los milicianos en el verano de 1936 / | B.N.E.

Imágenes mutiladas en Sant Josep

En el resto de iglesias pitiusas, «las bandas marxistas actuaron de igual manera», se comenta en la memoria consitorial. Y como «muestra» se incluyen dos fotos de la iglesia de Sant Josep, de la que se conserva una. En ella se ven diversas «imágenes profanadas y mutiladas» justo al pie de la entrada al templo y sobre el suelo de còdols. Joan Marí Tur incluyó en ‘Memoria escrita’ una carta que le remitió Juan Escandell Serra en la que este le explicaba cómo pudo salvar de la quema una estatua de la Virgen : «(…) Me es grato repetirle por escrito cómo fue rescatada la imagen de Nuestra Señora del Rosario que está en la iglesia de Sant Josep. El hecho sucedió cuando la isla pasó a manos de las fuerzas republicanas en 1936 y parte de ellas forzando las puertas de dicho templo destruían todo cuanto podían, transportándolo a la plaza de la susodicha iglesia, haciendo una hoguera. Un servidor tenía en aquella fecha 13 años de edad, habiendo nacido el dia 4 de junio de 1923 en la Ciudad de Ibiza. Siendo ya de noche y bastante oscura, al pasar por cerca de la hoguera observé el brazo de una talla que salía de las llamas y la sensación que sentí fue como si me pidiera ayuda y sin perder momento agarré dicha figura sacándola de la hoguera y arrastrándola hasta la cuneta de la carretera frente a la casa del señor vicario, corriendo todo lo que podía, dando la vuelta por detrás de la casa del Ayuntamiento de entonces, y volviendo a la mencionada plaza por detrás de la Iglesia por si estuvieran buscando al autor del hecho».

En aquellas imágenes profanadas de Sant Josep quedó la marca del odio y, quizás como la propia María Teresa León escribió, de la incultura: «¿Arte? ¿Teníamos derecho a enfrentarlos con una palabra que no habían oído nunca?».

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