El oso pardo escapa de la extinción

Aunque la especie sigue amenazada, el esfuerzo público y privado está logrando salvar a esta joya de la naturaleza. los retos son ahora la convivencia con los humanos y el cambio climático.

Un ejemplar de oso pardo avanza por una zona llena de peñas de la cordillera Cantábrica.

Un ejemplar de oso pardo avanza por una zona llena de peñas de la cordillera Cantábrica.

Olaya González

El oso pardo cantábrico ha sido durante décadas emblema de gran parte de las regiones del norte de España. En especial de Asturias y Cantabria. Pese a que nadie duda de su majestuosidad y de su indudable belleza, no fueron esas cualidades las que hicieron que se convirtiera en un símbolo. Los motivos de que eso ocurriera no son tan bonitos. Su desaparición era una realidad tan tangible que en 1973 entró en el listado de especies protegidas. Fue una de las primeras en hacerlo. Entonces estaba en peligro crítico de extinción y en la Cordillera Cantábrica apenas habitaban 60 ejemplares que estaban divididos en dos núcleos separados e incomunicados. Había que ponerse manos a la obra. Ahora, por fortuna, la situación es radicalmente distinta. Los últimos recuentos hablan de 375 ejemplares. Es decir, el número se ha multiplicado por seis. A ello se añaden los progresos en la población osera del Pirineo, que, aunque más reducida, también va en aumento. Nadie duda de que la estrategia de conservación, en la que han participado tanto organizaciones ecologistas como administraciones públicas y empresas privadas, está siendo un éxito. Pero ahora, con el cambio climático en acelerada evolución, surgen nuevos retos.

el oso pardo escapa de la extinción

el oso pardo escapa de la extinción / olaya gonzález

Desde la Fundación Oso Pardo, fundada en 1992, recuerdan cuáles fueron las principales vías de actuación hace tres décadas: la aceptación social, la reducción del furtivismo y la protección del hábitat. La mejor noticia llegó cuando el oso consiguió salir de la categoría de peligro crítico de extinción.

Ese logro se alcanzó gracias a una suma de pequeñas victorias. Hace décadas era frecuente encontrar en la Cordillera Cantábrica trampas, cebos con veneno o ejemplares muertos por disparos. En la estrategia para la conservación del oso pardo elaborada por el Ministerio para la Transición Ecológica con fecha de septiembre de 2019 se destaca el incremento de «la lucha contra el furtivismo, tanto que se han formado patrullas dedicadas exclusivamente a su seguimiento y protección». El texto insta también a no bajar la guardia, ya que, aunque el furtivismo parece cosa de un pasado lejano, lo cierto es que aún continúan registrándose muertes de osos cantábricos mediante sustancias tóxicas, lazos o balazos.

Casi toda la zona osera de esta cadena montañosa está inscrita en la Red Natura 2000 de espacios protegidos, por lo que su conservación se convirtió hace años en una cuestión institucional. En esta línea, también se realizaron plantaciones estratégicas para garantizar el alimento de los osos. Aunque fueron decisiones clave para el futuro de la especie, los expertos piden no conformarse y dar un paso más. Todos coinciden en que es necesario revisar el área que se encuentra dentro de esta categoría, ya que ya se han localizado crías fuera de esta demarcación.

el oso pardo escapa de la extinción

el oso pardo escapa de la extinción / olaya gonzález

¿Cuál es el problema? Que estos territorios están sometidos a menor vigilancia y control, lo que se podría traducir a medio plazo en un aumento de la mortalidad. Y no solo eso, sino que también se salen de los terrenos en los que está contemplado el pago de ayudas para paliar posibles pérdidas económicas por la acción de los osos. Es decir, por ejemplo, para abonar una compensación a un apicultor si uno de estos animales ‘roba’ una colmena.

Capítulo aparte merece la aceptación social, uno de los pilares en los que más han insistido todos los agentes implicados. Y uno de los que mayores éxitos ha cosechado. Tal y como se recoge en el texto del Miteco, el apoyo del mundo rural «resulta fundamental para alcanzar con éxito los objetivos de conservación». Y es que el oso se ha convertido en un motor económico para algunas comarcas de la Cordillera Cantábrica. Los turistas que en primavera y verano se acercan a estas zonas con la esperanza de poder ver a estos ejemplares en libertad se cuentan por miles.

Los ejemplares que viven en los Pirineos (a ambos lados de la frontera) también experimentan una constante mejora en su población, que es mucho más reducida que la del Cantábrico. En 2020 se contabilizaron 60 ejempares, 74 en 2021 y 76 en 2022. Lo importante, destacan los expertos, es cada vez se observan más cachorros, signo de esperanza.

Interacción con las personas

No hay que perder de vista que se trata de un problema que nunca ha pasado de lo anecdótico. Se trata de unos animales con el oído y el olfato extraordinariamente desarrollado, por lo que detectan con antelación la presencia humana y la esquivan. Pero cada vez es menos descabellado que se produzcan estos ‘encuentros’ fortuitos, sobre todo en invierno. Aunque tradicionalmente esta especie hiberna durante los meses más fríos del año, los expertos están observando cambios en esta tendencia. La razón puede estar en las variaciones en el clima y el consiguiente aumento de las temperaturas.

En términos generales, en el caso de que se produzca una situación de este tipo, lo más importante es intentar alejarse despacio, sin que el animal se altere, y en ningún caso bloqueando sus vías de huida. Tampoco se debe echar a correr. En el caso de que el ejemplar esté avanzando hacia el lugar donde se encuentra el humano, éste debe hacerse notar, pero no de forma agresiva, para que el oso cambie de rumbo. Por supuesto, en el caso de que el encuentro se produzca con una osa y sus oseznos, nunca hay que interponerse entre ambos. Y si el oso se levanta al detectar la presencia de un humano, no hay que interpretarlo como una actitud agresiva, ya que lo normal es que quiera identificarlo. Por lo general, estos animales solo suelen ser peligrosos si están heridos.

Según un informe publicado por la Fundación Oso de Asturias, este animal puede ser un aliado inesperado en la lucha de la sociedad y los gobiernos contra el cambio climático. «La presencia de osos pardos contribuye a la regeneración del bosque con la dispersión de las semillas que contienen los frutos con los que se alimentan. Esto puede resultar muy positivo en la preservación de manchas forestales dentro de su área de distribución», cita la organización.

Guillermo Palomero, Fundación Oso Pardo: «La aceptación social del oso es importantísima»

La gran misión de la Fundación Oso Pardo es lograr la plena aceptación social de esta especie. Sus miembros son conscientes de que es imposible lograr avances en su conservación si el mundo rural le da la espalda. Es el mensaje que repite una y otra vez Guillermo Palomero, su presidente. 

Si sigue aumentando la población de osos al ritmo actual, ¿hay riesgo de que surja un rechazo similar al que existe hacia el lobo?

La aceptación social es importantísima. Aunque el oso no mata como el lobo, el malestar por los perjuicios causados por el segundo es un riesgo. Por eso es muy importante que los daños que provoca, que son en su mayoría a colmenas y frutales, pero a veces afectan también a los ganaderos, sean minimizados poniendo en marcha medidas de prevención. Además, la gran asignatura pendiente es que se paguen con rapidez. Ya no solo por una cuestión de dinero, sino también de comprensión.

¿Puede provocar el cambio climático cambios en el hábitat del oso pardo cantábrico?

Es algo que estamos estudiando con el Proyecto Life de la Unión Europea. Por el momento, hemos sacado tres conclusiones fundamentales. La primera es que se ha producido un cambio en su comportamiento: hay ejemplares que hibernan durante menos tiempo o incluso no lo hacen. El segundo tema son las fuentes de alimentación. Según las proyecciones de los expertos, algunos frutos muy interesantes para los osos, como los arándanos, lo van a tener muy mal para sobrevivir. Las hayas y los robles atlánticos también están en peligro. Sin embargo, otras especies como los robles mediterráneos, las encinas o los castaños no van a tener problemas, incluso van a producir más frutos en altitudes elevadas. Es cierto que van a perder algunas fuentes de alimentación, pero se van a ver compensadas por otras, por lo que la comida va a estar garantizada en todas las estaciones. En tercer lugar, está lo que más nos preocupa, que son los incendios.

¿Hay un plan para combatirlos?

Los veranos son cada vez más secos y dejan temperaturas más altas. Por eso los incendios son cada vez de mayor magnitud, más incontrolables y más destructivos. Si a eso le sumas que en los territorios de la Cordillera Cantábrica hay mucha tradición de quemar… Tenemos muy buenos equipos de extinción, pero hay que trabajar en una gestión preventiva.

¿Puede el cambio de alimento hacer que los osos ‘se muden’ a otros lugares de la Cordillera?

No creemos que eso vaya a ocurrir. Es un territorio muy rico en su comida, por lo que no necesitan hacer grandes desplazamientos. No van a abandonar su Cordillera, pero sí van a seguir expansionándose. Ya tenemos osos -machos- en la Cabrera (León) y en Ourense. En época de celo se mueven bastante. En las osas todavía no hemos detectado estos movimientos.

¿Está cerca el objetivo de que el oso pardo deje de estar en peligro de extinción?

Se está avanzando hacia eso, es para lo que trabajamos. Ojalá en pocos años veamos que el oso cambia de categoría, a vulnerable. De momento ya ha salido del peligro crítico. Se han invertido muchos esfuerzos, mucho dinero… Pero para que todo termine bien no basta con que deje de estar en peligro de extinción, sino que tiene que lograrse con el apoyo pleno de la sociedad rural. Su presencia tiene que ser beneficiosa y la coexistencia tan positiva y tranquila como hasta ahora.

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