Joan Marí Cardona, todo un referente

Desde la presidencia del Institut d’Estudis Eivissencs a la creación de Radio Popular o la residencia Reina Sofía, la actividad del ‘canonge arxiver’ fue más que notable

En Formentera, con el artista ‘Gabrielet’. | VICENT MARÍ

En Formentera, con el artista ‘Gabrielet’. | VICENT MARÍ / julio herranz

La biografía de ‘Don Joan’, como le llamábamos todos, se bifurca en dos ramas que confluyen en su vida y su obra, la religiosa y la cultural; con hitos referenciales de mérito por su capacidad de trabajo y dinamización de las iniciativas que puso en marcha a lo largo de su vida: de 1925 a 2002: ‘canonge arxiver’, historiador (seguidor de la obra de Isidor Macabich), creador de Radio Popular, la primera emisora de radio de Ibiza; presidente del Institut d’Estudis Eivissencs, director de Cáritas, presidente de Sa Talaia, asociación que activó la recepción en estas islas de TV3, autor de libros bien documentados con material del Arxiu episcopal, y Medalla d’Or de la Comunitat Balear. Destacando solamente sus principales títulos y méritos, que no se le notaban en absoluto en el trato personal, ya que don Joan era muy sencillo, directo y humilde en el trato, como podemos dar fe todos los que le tratamos por una razón u otra.

Posando para una entrevista. | VICENT MARÍ

Posando para una entrevista. | VICENT MARÍ / julio herranz

La mía, claro, fue sobre todo la periodística; aunque con el tiempo y el trato le fui cogiendo cariño personal y me fui aficionando a leer sus libros, pues eran, y son, toda una fuente bien surtida y amena de conocimientos sobre la historia de Ibiza y Formentera, isla esta última por la que sentía una debilidad de la que se mostraba bien orgulloso. Entrando ya en la recta final de esta serie dominical (la entrega de don Joan es la 47 y llegaré a la 50), la lista de mis invitados está siendo, sí, muy variopinta y plural; como la vida misma. Y como dice el dicho: no están todos los que son, pero son todos los que están. Vamos, que podría seguir, pero mejor lo dejo, pues tengo otras cosas entre manos que también me apetece desarrollar «antes que el tiempo muera en nuestros brazos», como pide la ‘Epístola moral a Fabio’.

Para recordar y rendir un pequeño homenaje a Joan Marí Cardona vuelvo a recurrir a mis ‘Retratos de papel’. Y el que le hice en junio de 1990 tiene una particularidad especial respecto a los demás, está escrito en catalán. Gesto que tuve con él por su defensa a ultranza de la lengua natural de estas islas; y con mi agradecimiento a la dirección de entonces de este Diario por aceptarme la propuesta. Lo que significó, claro, que la entrevista la hiciera por escrito; traduciendo don Joan mis preguntas. Pero para unificar a todos los protagonistas de ‘Cuando Ibiza era otra fiesta’ de cara al libro en el que tengo la intención de reunir todo el material, lo traduciré a mi castellano natural y al habitual de este periódico pitiuso.

El trabajo de Macabich

A mi pregunta sobre cuál había sido su aportación a la memoria histórica de Ibiza, y si su trabajo completaba el de Isidor Macabich, me dijo: «Lealmente, he procurado aportar a nuestra historia todo lo que he podido. La investigación es una especie de picor que te lleva a querer hacerla pública y al alcance de todos. Toda investigación es un complemento de otra previa. Así que en este sentido las mías son un complemento de las de Macabich. En su tiempo, él no era dado a llegar a conclusiones visitando los caminos de la payesía, montes, valles o torrentes. Ahora, hacerlo es mucho más fácil; y desde luego, muy agradable», apuntó el animoso caminante, organizador de tantas excursiones por estas islas; algunas de las cuales viví de cerca; por lo menos un ratito. Y en cuanto a que si con su trabajo había encontrado datos que modificasen lo que se sabía de la historia de las Pitiusas, respondió decidido: «Sí; y te puedo asegurar que el hecho de encontrar documentos de este tipo es una experiencia que no tiene comparación, por la satisfacción que causa. Por darte un ejemplo: el Memorial que los jurados de la Universitat d’Ibiza presentaron al rey de Aragón tras el ataque del rey de Castilla al Arxiu de la Corona d’Aragó. O este otro: las autorizaciones que dio el arzobispo de Tarragona para que se edificasen las capillas de Sa Tanca Vella, en Formentera, y la de Santa Llúcia, extramuros de Vila, en los primeros años de la segunda mitad del siglo XV. Y más cosas, claro. Por ejemplo: en el Arxiu Històric de la Pabordia d’Ibiza encontré documentos que demostraban que Formentera también estuvo dividida en quartons, como Ibiza, lo que antes había sido negado insistentemente. Ah, y en el Archivo Histórico Nacional de Madrid encontré una serie de documentos sobre las desavenencias que los de San Agustín tuvieron con los de San José y otros de San Antonio a la hora de construir su iglesia».

Su entierro en San Rafael. | JUAN A. RIERA

Su entierro en San Rafael. | JUAN A. RIERA / julio herranz

Cuando entramos en el relato de los hechos más relevantes de su biografía, don Joan mostró su sencillez habitual: «Mi vida no tiene nada de extraordinario. Me ordené en los últimos años cuarenta y serví dos años en la parroquia de San Carlos, lo que fue una experiencia muy grata». «Muy pronto me hice cargo del Arxiu Històric, de la mano de Isidor Macabich. Es que lo recuerdo como si fuera hoy: él me dio las llaves y los dos entramos juntos. Como notó que yo hacía algún gesto espontáneo de respeto, me dijo en plan cordial: ‘Hijo mio, tú eres joven y podrás trabajar bien para ordenar todo esto’. Era una montaña de pergaminos, libros y papeles. Él no había tenido fuerzas para poner orden tras el desastre de 1936, cuando todo quedó manga por hombro. En fin, esa fue mi primera labor de ordenación del Arxiu Històric, en tres apartados: pergaminos, libros y papeles sueltos. Una vez terminado este proceso, había que ordenar todo cronológicamente y por temas. Fue un trabajo paciente de años y años», apuntó, añadiendo que durante aquel tiempo tomaba notas y más notas por si podría aprovecharlas de cara a escribir algún libro: «Naturalmente, todavía no había tenido la idea de escribir la colección ‘Illes Pitiusas’, de la que ya han aparecido hasta la fecha cinco volúmenes. Este año (1990) aparecerá el sexto, dedicado a San Antonio. Y el libro que he dedicado al ‘Sant Ofici’, publicado hace poco». En fin, una labor larga y minuciosa en la que don Joan contó con la ayuda “»de los compañeros Vicent Colomar, ‘Pins’, y Joan Planells, ‘Murtera’». Al tiempo que servía en la parroquia de Santa Cruz. «Después, en 1977, me pidieron que pusiera en marcha la residencia Reina Sofía». Y más y más cosas, como la restauración de la Catedral, la del Retablo histórico de la iglesia de Jesús o de una imagen de la iglesia de Sant Josep; entre otras.

En fin, una vida bien plena y fructífera la de Joan Marí Cardona. Así, no me sorprendí del gentío y las manifestaciones de duelo en su multitudinario funeral, celebrado el 21 de enero de 2002 en la iglesia de San Rafael, donde nació. «Familiares, amigos, vecinos, todo el clero pitiuso, políticos, representantes de la cultura y multitud de ciudadanos se dieron cita en el templo para despedir al historiador ibicenco», escribí en mi crónica del luctuoso evento, en la que también me hacía eco de algo poco usual en estos casos: «Al terminar la ceremonia religiosa, los asistentes, dentro y fuera del templo, dieron un largo aplauso de despedida a don Joan». Detalles emotivos de una larga despedida en aquella fría tarde de enero de hace ya más de veinte años: «Gente anónima y gente identificable por su cargo o mérito particular fueron desfilando lenta, emotivamente, por espacio de más de media hora; una larga e interminable cola en cuyo final destacaba la alta figura de otro historiador, Antoni Ferrer Abárzuza. Igual fue casualidad, pero su elevada presencia cerrando la hilera del duelo tenía cierto simbolismo de relevo en las labores de investigación histórica que deja huérfanas su mentor principal. Una despedida íntima, en su pueblo, al margen del oropel que por sus méritos intelectuales y humanos merecía Joan Marí Cardona».

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