Memoria de la isla

Ibiza y Formentera, primero fenicias, después cartaginesas

«Hoy sabemos que el elemento cartaginés no irrumpe en la isla hasta mediados del siglo VI aC., y que, con anterioridad, estuvo ocupada por población fenicia muy próxima, en cuanto a cultura material, al grupo de colonias fenicias del estrecho de Gibraltar y del Marruecos atlántico». Mª Eugenia Aubet

Estatuillas votivas. Siglo V aC.

Estatuillas votivas. Siglo V aC. / MUSEO ARQUEOLÓGICO DE IBIZA

Miguel Ángel González

Miguel Ángel González

La Arqueología ha recuperado nuestra primera memoria, la de la población indígena que habitó nuestras islas desde el 2000 aC., como prueban los yacimientos de Formentera, particularmente el fascinante sepulcro megalítico de Ca na Costa y en Ibiza s’Avenc des Pouàs. Eran gentes del levante peninsular, desde donde, en las madrugadas, con el sol en la espalda de nuestras islas, podían ver recortado sobre el mar, en la misma línea del horizonte, el perfil de nuestras costas. No perder la tierra de vista era la única condición necesaria en las navegaciones que en aquellos tiempos se hacía. Ello quiere decir que el mar, hace ya 4.000 años, dejó de ser una frontera infranqueable y se vio ya como camino.

En cualquier caso, nuestras islas no consiguen un sitio en el mapa hasta que los fenicios llegados de la lejana Tiro crean toda una red de factorías en el Mediterráneo occidental, Gadir, Malaka, Adra, Sex, Abdera, La Fonteta, etc. Desde ellas saltaron a nuestra isla, estableciéndose en sa Caleta y en el Puig de Vila. Este amanecer de nuestra isla mayor se da, por tanto, dentro del ámbito fenicio occidental. Es lo que nos dice Mª Eugenia Aubet en Tiro y las colonias fenicias de Occidente y nuestros arqueólogos, Benjamí Costa y Jordi H. Hernández, en Ebusus Phoenissa et Poena. Estos estudios confirman que Ibiza no nace púnica, a partir de una supuesta expedición enviada ex profeso por Cartago. El error pudo crearlo la lectura equivocada de Diodoro y Timeo, cuando dicen que Ibiza nace como colonia cartaginesa, 160 años después de la fundación de Cartago, es decir, entre el 654-653 aC. Incomprensiblemente, hay un detalle determinante que los estudiosos han pasado por alto: Diodoro escribe en el siglo I aC y Timeo en el IV aC., tiempos en los que, entonces sí, Aybosim era ya púnica, pero los fenicios ya estaban aquí desde el s. VII aC., como poco, cien años antes de la fecha que da Diodoro, que añade una inevitable coletilla, «habitan la ciudad sobre todo fenicios». ¡Naturalmente! ¡Habían llegado mucho antes!

Situados, en fin, en la Ayboshim fenicia del s.VII aC., no tiene mayor importancia saber si la ciudad nace en el Puig de Vila a partir de pequeños grupos que vienen desde factorías fenicias del sudeste peninsular y que a su establecimiento se trasladan los pobladores de sa Caleta o si, por el contrario, fueron estos pobladores de sa Caleta los primeros en ocupar el Puig de Vila y la migración fenicia desde bases peninsulares se produjo después. Fuera como fuese, lo que más importa, porque cambia la historia, es que Ibiza fue primero fenicia y sólo en una segunda fase cartaginesa.

Sa Caleta

Sa Caleta es una prueba incontestable de la temprana ocupación semita y a la zaga le van los vestigios inequívocamente fenicios localizados en el solar de la Catedral y en el subsuelo del Castillo, cerámicas, cisternas, etc. El hoy abigarrado vértice de Dalt Vila cubre huellas fenicias que tal vez nunca veamos. Guardián y protector de la Necrópolis, el Museo del Puig des Molins tiene sobradas pruebas de nuestro primer pasado fenicio. Cabe citar los enterramientos por incineración, costumbre exclusivamente fenicia; el material anfórico de tipología asimismo fenicia; y las terracotas de molde y más arcaicas, localizadas fuera del bothros de s’Illa Plana, que corresponderían a una primera fase de frecuentación fenicia del lugar. Las estudió don José Mª Mañá, que fue director del Museo y el primero, ya en los años 50, en orientar la investigación arqueológica sobre la presencia fenicia en Occidente y, por supuesto, en Ibiza. Y ello, a pesar de que, tras la Guerra Civil los fenicios eran los malos de la película y su cultura no interesaba para nada. Es bien sabido que la arqueología y la historia oficiales de aquel momento, por motivos ideológicos, buscaban legitimar el régimen fascista, vencedor en 1939, y lo que importaba, —quiénes en los 50 éramos niños lo sufrimos en la escuela—, era el estudio de celtas, romanos y visigodos, arios unificadores de la nueva España.

Poco importaban en aquel momento las huellas de un pueblo semita, comerciante y desalmado, que los helenófilos García Bellido y Schulten ya habían puesto en la picota. Podemos decir, para acabar, que más que como enclave productivo, motivo que se daba en los establecimientos metalíferos andaluces, la Ayboshim fenicia nace, sobre todo, por su estratégica situación, como establecimiento de tránsito, —bien provisto de muelles, astilleros, talleres, almacenes, etc.— que pudiera dar refugio, abastecer y controlar, con Gadir en el extremo sur, las navegaciones que de norte a sur y de este a oeste, atravesaban el mar occidental. Ello no debe llevarnos a infravalorar la transformación que desde el primer momento experimentaría la primera Ayboshim en su agricultura, sus alfares, la explotación salinera, etc.

Todo ello crearía posibilidades de comercio que sin ninguna duda la isla aprovecharía y que se incrementarían significativamente en su etapa púnica. Porque, eso sí, el pez grande se come al chico y la relación entre Cartago y los fenicios occidentales acabó con la dependencia de estos respecto a la tremenda potencia de la metrópoli africana.

Transición lenta

Lo que subrayamos aquí es que los fenicios occidentales que ocupaban las costas del Mediodía hispano desde el siglo VIII aC., no desaparecieron absorbidos sin más o suplantados por los cartagineses, sino que, bien al contrario, mantuvieron su especificidad durante siglos. No se dio una brusca eliminación de lo fenicio. La transformación hacia lo púnico fue más lenta de lo que se había creído. A tal punto es así que la historia de los fenicios en nuestras latitudes no termina con la derrota de los cartagineses en la Segunda Guerra Púnica. Los rasgos culturales fenicios siguieron vivos en la Ebusus romana.

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