Redes fantasma: trampas mortales

Ingentes cantidades de redes abandonadas en el fondo del mar siguen atrapando durante décadas todo tipo de animales, que sufren de este modo una muerte lenta y dolorosa.

Redes fantasma, trampas mortales

Redes fantasma, trampas mortales / Joan LluÍs ferrer

Joan Lluís Ferrer

Joan Lluís Ferrer

Las redes asesinas o redes fantasma constituyen una de las formas más crueles con las que el ser humano está destruyendo la naturaleza. Todos los años quedan abandonados en el fondo del mar miles de aparejos de pesca que siguen atrapando peces, tortugas, aves marinas o focas. Estos animales permanecen allí inmovilizados durante meses y años, a veces asfixiándose, sin posibilidad de escapar.

Tiburón atrapado por redes:la muerte en estos casos es una larga agonía.  shutterstock

Tortuga marina atrapadaen una malla de redes abandonadas. Shutterstock / Joan LluÍs ferrer

Tan solo en el Mediterráneo se ha calculado que existen 800.000 toneladas de estas trampas mortales, que solo sirven para dar una muerte inútil y cruel a millares de animales que quedan atrapadas en estos aparejos abandonados en el fondo marino. Su retirada es una de las necesidades más urgentes de los ecosistemas marinos.

Tortuga marina atrapadaen una malla de redes abandonadas.  shutterstock

TIBURÓN ATRAPADO POR REDES: LA MUERTE EN ESTOS CASOS ES UNA LARGA AGONÍA / Joan LluÍs ferrer

Las redes fantasma suponen a día de hoy el 10% de los residuos y vertidos lanzados al mar. La entidad conservacionista WWF calcula que cada año se pierden a la deriva en todo el mundo entre 500.000 y un millón de toneladas de redes y artes de pesca, convirtiéndose en trampas mortales para la fauna. Este fenómeno se produce en todo el planeta, pero hay lugares en los que adquiere proporciones dramáticas, como el Pacífico, donde las redes, palangres y cuerdas desechadas constituyen aproximadamente el 46% de la Gran Isla de Basura del Pacífico, una enorme acumulación de residuos flotantes.

En mar abierto, las redes de pesca, los FAD (grandes señuelos o boyas) y los palangres pueden desplazarse a la deriva durante mucho tiempo, contribuyendo así al transporte de compuestos tóxicos persistentes y especies invasoras, y constituyendo además un riesgo para embarcaciones. Pero, cuando se hunden, perjudican los ecosistemas y especies del fondo del mar, e incluso representan una amenaza para los propios buceadores.

redes fantasma: trampas mortales

SUBMARINISTAS RETIRANDO REDES FANTASMA EN EL FONDO MARINO . SHUTTERSTOCK / Joan LluÍs ferrer

Si llegan a tierra, contribuyen a la destrucción de hábitats vulnerables y pueden dejar enredados para siempre a animales terrestres. Además, son responsables de la pérdida de poblaciones de peces con valor comercial, lo que va en contra tanto de la biodiversidad como de las personas que dependen del pescado para su alimentación y sustento.

Estas artes «capturan las especies silvestres de manera no selectiva», señala WWF, y somete a estos animales «a una muerte lenta y dolorosa por agotamiento y asfixia». De hecho, al enredarse en una de estas redes, el animal puede permanecer entre 60 días y hasta 20 años sin poder moverse. Una revisión científica sobre estos plásticos de pesca, señalan que entre un 73% y el 100% de las especies que son atrapadas por ellas acaban muriendo.

Pero los daños causados por las artes de pesca fantasma no se detienen aquí, pues también deterioran hábitats marinos clave, como los arrecifes de coral. Un artículo científico publicado en la revista Marine Environmental Research llega a la conclusión de que los organismos más perjudicados por el abandono a su suerte de estos materiales son los corales masivos y, concretamente, la Acropora florida, un tipo de coral que contribuye a la generación de nuevos arrecifes.

Estos corales brindan refugio y un lugar seguro para alimentarse y reproducirse, especialmente a los peces y, por lo tanto, «los impactos en la estructura del coral pueden comprometer directamente a estas especies asociadas».

Desde hace años se ha estado alertando de este fenómeno y son diversas las iniciativas que se han puesto en marcha para tratar de paliar el daño que generan.

Es el caso de la organización World Animal Protection, que en 2018 puso en marcha una campaña titulada ‘pesca fantasma’ con el objetivo de salvar a un millón de animales ese año. O la de Save The Med, enfocada al Mediterráneo, en el que ha desarrollado ‘MED GHOST FADS’, una nueva plataforma de comunicación para administraciones públicas, autoridades portuarias, instituciones de investigación, centros de recuperación de fauna marina, pescadores, centros de buceo y navegantes.

Los investigadores ya buscan alternativas que permitan evitar esta pérdida de ecosistemas sin causar daños a la pesca. Una de ellas son las redes biodegradables, destinadas a destinadas a degradarse o descomponerse después de un cierto período de tiempo bajo el agua.

Pero el problema, señalan los expertos, consiste en retirar todo lo que ahora hay bajo el mar: nada menos que 740.000 kilómetros de redes y 14.000 millones de anzuelos, según un reciente estudio de la Agencia Nacional de Investigación de Australia. Son trampas activas que perdurarán durante décadas y quizá siglos.

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