Imaginario de Ibiza

Imaginario de Ibiza: Aquellos veranos en los Don Pepe

Los vecinos afectados por el desalojo del edificio de apartamentos de es Codolar tal vez consigan, a largo plazo, una nueva vivienda en el entorno de Sant Jordi. Ésta, sin embargo, nunca compensará el privilegio de crecer libre como el viento, junto a otros niños, en la orilla de una playa desierta.

Los apartamentos Don Pepe, desde el aire. El bloque desalojado es el segundo. / X.P.

Los apartamentos Don Pepe, desde el aire. El bloque desalojado es el segundo. / X.P. / Xescu Prats @xescuprats *

Xescu Prats

Xescu Prats

Ningún verano dura eternamente(Stephen King).

Imagino que los vecinos de los apartamentos Don Pepe, en la playa de es Codolar, aún se sienten peor que los lugareños de los denominados pueblos fantasma de la España franquista, expulsados de sus casas porque éstas debían desaparecer engullidas por las aguas de algún nuevo pantano. En aquella época, alrededor de medio millar de municipios fueron borrados del mapa y sólo en tiempos de severa sequía, como los actuales, han vuelto a asomarse las torres de sus iglesias y las ruinas de sus viviendas. Aquellos vecinos, sin embargo, fueron recolocados por el Instituto Nacional de Colonizaciones, que construyó nuevas aldeas en los alrededores y barrios en municipios cercanos, con el objetivo de proporcionarles una nueva vida.

Dentro de poco más de una semana, el 30 de mayo, se cumplirán cuatro años del desprendimiento de un forjado en una vivienda del denominado bloque A de los Don Pepe, que provocó el desalojo progresivo de las cinco escaleras del inmueble, afectando a medio centenar de familias. Los afectados, desde el principio, aseguraron, con informes periciales encargados a expertos, que la estructura del edificio era recuperable, pero el Ayuntamiento de Sant Josep, con otros informes de sus técnicos, opinó lo contrario, declaró la ruina del edificio e imposibilitó su rehabilitación. El complejo, construido por una cooperativa de pilotos aéreos al principio de los años sesenta, está afectado, además, por un galimatías burocrático difícilmente solucionable, con un bloque, el dañado, supuestamente sin licencia –al parecer han desaparecido documentos del expediente municipal–, y otro con una planta más de la autorizada. Se halla, además, dentro del Parque Natural de ses Salines.

El anterior gobierno progresista del Govern balear, de acuerdo con el Ayuntamiento de Sant Josep, de idéntico color político, pactó con los vecinos el derribo de los dos edificios Don Pepe, a cambio de ofrecer a sus propietarios una vivienda de nueva construcción en Sant Jordi. El proceso, como casi todo en política, fue avanzando a ritmo de caracol y, con el cambio de gobierno y la entrada de la derecha, el proyecto fue descartado porque, según los nuevos responsables, no cumplía con la legalidad. El asunto es que, hoy por hoy, muchos afectados siguen pagando la hipoteca de una vivienda que ya no pueden utilizar y afrontando un alquiler suplementario, que, pese a las discretas ayudas que reciben en relación a cómo está el mercado de la vivienda en la isla, se les hace cuesta arriba. Viven inmersos en una extraña y desconcertante parálisis existencial, sin la más remota idea de dónde acabarán residiendo y en qué plazo volverán a disfrutar de una vida normal y plena.

Vidas en el limbo

Los vecinos de los Don Pepe han vivido toda clase de situaciones dramáticas a causa del desalojo de sus hogares y el angustioso proceso burocrático que llevan a cabo las distintas administraciones involucradas para encontrar una solución, mediante un nuevo proyecto urbanístico. Ha habido familias que han tenido que marcharse de la isla, afectados que han sufren depresiones y siguen bajo medicación, etcétera. De momento, ninguno de ellos vislumbra una luz al final del túnel. 

En cualquier caso, ocurra lo que ocurra, hay cosas que no se pueden pagar con dinero. Un buen amigo que se crio en los apartamentos Don Pepe me revelaba, sin proponérselo, que por mucho que se entregue un nuevo hogar a los afectados, ya no será lo mismo lo mismo. Le bastó con rememorar los fabulosos veranos de su infancia, cuando se pasaba el día chapoteando en la cercana orilla de es Codolar, negro como el tizón, junto a los otros niños del complejo. Esas vacaciones en las que sólo salía del agua cuando su madre le anunciaba, a grito pelado, desde la ventana de casa, que el almuerzo o la cena ya esperaban sobre la mesa. Era una vida gloriosa que ya no volverá; una infancia que los niños de los Don Pepe de hoy ya no conocerán. Y eso no hay precio ni mudanza que lo compense.

(*) Cofundador de www.ibiza5sentidos.es, portal que recopila los rincones de la isla más auténticos, vinculados al pasado y la tradición de Ibiza

Los vecinos de los Don Pepe han vivido toda clase de situaciones dramáticas a causa del desalojo de sus hogares y el angustioso proceso burocrático que llevan a cabo las distintas administraciones involucradas para encontrar una solución, mediante un nuevo proyecto urbanístico. Ha habido familias que han tenido que marcharse de la isla, afectados que han sufren depresiones y siguen bajo medicación, etcétera. De momento, ninguno de ellos vislumbra una luz al final del túnel.

Suscríbete para seguir leyendo