En equilibrio con la posidonia en Ibiza

La oreja de liebre es un alga que forma praderas a poca profundidad de gran importancia ecológica y que destaca en sa Sal Rossa, Talamanca y s’Estany des Peix

En la imagen se aprecia la
forma en la que los estolones
 de ‘Caulerpa prolifera’ se
 extienden . cat

En la imagen se aprecia la forma en la que los estolones de ‘Caulerpa prolifera’ se extienden . cat / Cristina Amanda Tur

Los botánicos usan el concepto abotanopsia —una adaptación libre del inglés plant blindness— para hacer referencia al sesgo por el que la sociedad suele olvidar a las plantas como parte de la vida salvaje del planeta. Es una ceguera (blindness) selectiva que olvida la importancia que los vegetales tienen en los ecosistemas; son los organismos que han modificado las condiciones del planeta para hacerlo habitable y son la base de la vida.

Y si las plantas parecen olvidadas, en un cajón aún más oculto del olvido deben encontrarse las algas, a pesar de su enorme importancia en la producción de oxígeno. En el mar, no todo acaba en la posidonia.

Entre las algas, las algas verdes son las más parecidas a las plantas. De hecho, las plantas terrestres evolucionaron de algas verdes. Y entre ellas, la especie Caulerpa prolifera, la oreja de liebre, tiene características especiales que la hacen destacable. «En Balears, las comunidades de Caulerpa prolifera están ampliamente distribuidas por las zonas de aguas menos profundas de las bahías y zonas resguardadas», puede leerse en un estudio realizado por el biólogo Enric Ballesteros sobre los herbazales de esta alga en la Badia de Pollença. De hecho, en Ibiza y Formentera, los tres puntos destacados para observar campos de esta alga de hojas lanceoladas son la bahía de Talamanca, sa Sal Rossa y s’Estany des Peix. Son tres zonas abrigadas, de sedimentos fangosos y arena, ricas en nutrientes y con poca profundidad, características básicas del hábitat de esta alga; en teoría, Caulerpa prolifera puede encontrarse hasta unos veinte metros, pero es más habitual verla a menos de cinco.

En sa Sal Rossa, incluso a menos de un metro de profundidad, es fácil observar tanto el alga como sus conexiones y su comportamiento, incluido su peculiar carácter oportunista. En esta bahía puede contemplarse una pradera de posidonia a muy poca profundidad, con las hojas tocando la superficie, la frontera entre el agua y el aire. En el lugar se combinan zonas de pradera de posidonia con prados mixtos, donde conviven sebadales de la planta Cymodocea nodosa y herbazales de Caulerpa prolifera, dos especies de crecimiento más rápido que posidonia. Lo cierto es que si por algo se conoce la oreja de liebre es porque en el Mar Menor se ha convertido en una especie invasora y porque, aunque es nativa del Mediterráneo, es oportunista, crece rápido, prospera en sedimentos fangosos con exceso de nutrientes por la masificación humana y podría, asimismo, ocupar los espacios donde la pradera de posidonia, de crecimiento más lento y menos resistente, se ha degradado. Es decir, Caulerpa prolifera prospera en condiciones en las que otras especies se debilitan. El futuro, debido al cambio climático y la enorme presión antropogénica, podría ser un paisaje marino con muchas más macroalgas como Caulerpa prolifera y menos plantas fanerógamas como Posidonia oceanica.

No hay que olvidar, sin embargo, que estos herbazales de algas también son hábitats de alta productividad. En la Fundación Marilles, en marilles.org, resumen así su importancia: «Las algas son elemento clave de nuestros ecosistemas marinos, característica distintiva de nuestros paisajes marinos. Proporcionan comida y refugio a varias criaturas, secuestran carbono y otros nutrientes, oxigenan las aguas costeras y neutralizan la acidificación de los océanos. Sin embargo, siguen siendo uno de los elementos menos conocidos de nuestros mares».

Suscríbete para seguir leyendo