Coses Nostres: La incansable pescadora de sa Badia de Portmany

En el último recuento de aves acuáticas se localizaron 25 ejemplares de garceta común pasando el invierno en las Pitiusas

Garceta común pescandoen la bahía.

Garceta común pescandoen la bahía. / CAT

Si durante los meses de invierno quieres observar a una garceta común pescar, el sitio que debes elegir es la badia de Portmany, la bahía de Sant Antoni. Siempre —o prácticamente siempre— puede verse alguna de estas garzas blancas buscando blenios, gambas o cangrejos en las pozas de marea, los charcos del intermareal, recorriendo la costa incansable y, a menudo, esquivando las olas. Y si bien es cierto que también pueden verse garcetas en ses Feixes, en ses Salines, el río de Santa Eulària o en otros puntos de la costa, la bahía, por alguna razón, es un lugar especial. A pesar de la brutal presión antrópica que sufre este punto del litoral pitiuso.

A la espera del recuento de este invierno, que se llevará a cabo en el mes de enero, los datos de las aves acuáticas invernantes de 2023 señalan que 25 ejemplares de garceta común (Egretta garzetta) pasaron el último invierno en las Pitiusas. Y aunque las mayores cifras, como era de esperar, se registraron en ses Feixes (siete ejemplares) y ses Salines de Ibiza (diez) y en la bahía sólo se contaron tres, sigue siendo cierto que en la costa que une los municipios de Sant Antoni y Sant Josep existen muchas probabilidades de observar a esta gran pescadora alimentándose. Y de contemplar, asimismo, como a menudo coopera con algún cormorán que también se acerque a pescar a la orilla.

En los pasos migratorios de primavera y otoño es posible ver algunos grupos numerosos de este ardeido, principalmente en septiembre y octubre, pero sólo una pequeña parte se quedará durante todo el invierno. Incluso en los meses de verano suele permanecer en las islas algún ejemplar que no emigra para la reproducción, por lo que,en la práctica, es posible ver a esta especie durante todo el año, aunque sea más fácil en invierno.

Hay que tener en cuenta que la garceta no nidifica ni en Formentera ni en Ibiza. Y si bien es cierto que la nidificación de una especie puede pasar desapercibida durante años, hay que decir que la garceta común suele construir sus nidos —pequeñas plataformas de unos 35 centímetros— en los árboles, por lo que, en el caso de anidar en las zonas de las Pitiusas adecuadas para ello, difícilmente sus nidos arbóreos habrían pasado inadvertidos. Asimismo, se habría observado su ritual de apareamiento o se habría visto a los machos rompiendo y doblando con el pico las ramas que usarían para fabricar los nidos.

Comercio de plumas

Sí nidifica, sin embargo, en zonas no muy lejanas a las Pitiusas, como en la Albufera de Valencia, illes Medes y Delta de l’Ebre. De hecho, según confirma el ornitólogo Maties Rebassa, la garceta común nidifica en s’Albufera de Mallorca.

En el informe realizado por el ornitólogo Aitor Galarza para la Enciclopedia virtual de los vertebrados españoles (Museo Nacional de Ciencias Naturales CSIC) puede leerse que «la población europea fue casi extinguida a principios del siglo XX como consecuencia de la caza para el comercio de plumas» pero que, superada esta amenaza, «la garceta común experimentó en España un importante incremento poblacional y expansión geográfica en las últimas décadas del siglo XX gracias a la protección y regeneración de humedales y el incremento de la superficie dedicada al cultivo de arroz». Ya bien entrado el siglo XXI, el reto es ahora la conservación de los humedales ante la escasez de lluvias por el cambio climático y la contaminación derivada de actividades como la agricultura y la ganadería intensivas. La mejor manera de conservar la biodiversidad, de proteger las especies, es preservar sus hábitats.

Un ave longeva

La garseta blanca, que es como se conoce en las islas, es un ave que puede vivir casi dos décadas. Y, según puede leerse en la Enciclopedia virtual de los vertebrados españoles, la máxima longevidad registrada es de 22 años y tres meses. En realidad, no son pocas las aves que pueden vivir más de dos décadas y entre las más longevas se encuentran algunas aves marinas como alcatraces y pardelas. 

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