Música

La beatlemanía en la intimidad

Un libro y una exposición reúnen 250 fotos tomadas por Paul McCartney entre diciembre de 1963 y febrero de 1964, los tres meses en los que los Beatles conquistaron el mundo

Parece una estrella del ‘britpop’, pero es GeorgeHarrison en Miami Beach en febrero de 1964.

Parece una estrella del ‘britpop’, pero es GeorgeHarrison en Miami Beach en febrero de 1964. / Paul Mccartney

Rafael Tapounet

El 14 de septiembre de 1963, She loves you, el cuarto single de los Beatles, llegó al número uno en el Reino Unido. La popularidad de la canción no dejó de crecer en las semanas siguientes y su enorme éxito dio carta de naturaleza a esa oleada de adoración desmesurada que recibió el nombre de beatlemanía. Entretanto, en Estados Unidos se seguía el fenómeno con una mezcla de curiosidad e indiferencia, pero la situación cambió drásticamente con la publicación, el 29 de noviembre, de un nuevo sencillo, I want to hold your hand, con el que los Beatles asaltaron la cima de la lista de éxitos estadounidense el 1 de febrero de 1964, pocos días antes de aterrizar por primera vez en el país, aparecer en el Ed Sullivan Show y convertir la beatlemanía en una pandemia mundial.

Esos tres meses frenéticos en los que cuatro veinteañeros de Liverpool cambiaron la historia del siglo XX han sido explicados, documentados y diseccionados de mil maneras diferentes, pero el libro de fotografías 1964. Los ojos de la tormenta (que la editorial Liburuak publicará en castellano mañana, 3 de julio) aporta una mirada hasta ahora inédita sobre ese periodo. Inédita y de trascendencia inigualable, porque el autor de las imágenes es uno de los cuatro veinteañeros que desencadenaron el pandemónium: Paul McCartney. El libro es la lujosa pieza de acompañamiento de una exposición con la que la National Portrait Gallery de Londres reabrirá sus puertas el 28 de junio después de una remodelación de tres años. El proyecto se puso en marcha en 2020, cuando fueron halladas en el archivo de McCartney casi un millar de fotografías que el músico creía perdidas; son imágenes tomadas con una cámara Pentax de 35 mm entre diciembre de 1963 y febrero de 1964 en Liverpool, Londres, París, Nueva York, Washington DC y Miami.

Con su genuina espontaneidad y su ausencia de afectación, las 250 fotos seleccionadas para el libro y la exposición revelan el lado más íntimo de un grupo embarcado en la conquista del planeta. Escenas de relax en el basckstage en Liverpool, Ringo Starr retratando a sus compañeros con una cámara en Londres, John Lennon con su gorra de marinero en París, selfies de McCartney frente al espejo de un hotel, fans persiguiendo el coche de los Beatles por las calles de Nueva York, George Harrison con gafas de sol y sin camisa en una piscina de Miami Beach… Todo en la colección nos habla de cuatro chavales que tratan de mantener la calma mientras el mundo enloquece a su alrededor.

John Lennon y George Harrison retratados por Paul McCartney.

John Lennon y George Harrison retratados por Paul McCartney. / POR rafael tapounet

«¿Quién mira a quién?»

«Las cosas sucedían de una forma tan salvaje que no puedo decir que en esos días la fotografía figurara entre mis prioridades—escribe McCartney en el libro—. Aunque queríamos pasar de ser un grupo pequeño a ser uno grande y anhelábamos el éxito internacional, nadie podía predecir lo que aquí describo como los ojos de la tormenta. […] En plural, porque, además de las fotografías que yo tomaba, estaban las que la prensa nos hacía a nosotros y también los ojos de los fans que nos observaban y los de los agentes de seguridad que nos vigilaban. ¿Quién está mirando a quién?».

Repasando este «álbum de fotos familiar», McCartney recuerda con especial afecto los ocho días de febrero de 1964 que el grupo pasó en Miami, donde los Beatles grabaron su segunda aparición en el Ed Sullivan Show y donde tuvieron tiempo de bañarse en el Atlántico y tostarse al sol. Tras el frío, la nieve y el ajetreo de Nueva York y Washington DC, aquello fue como unas pequeñas vacaciones. «La buena vida», dice Paul. Para documentarla, el músico cambió los carretes en blanco y negro que había utilizado hasta entonces por el color. «No me sorprende que al llegar a Miami las fotos empezaran a ser en color, porque, de repente, estábamos en el País de las Maravillas», señala.

La buena vida duró poco. Inmediatamente después de volver de Estados Unidos, los Beatles empezaron a grabar las canciones de su tercer elepé, A hard day’s night, y a rodar la película del mismo título, al tiempo que preparaban su primera gira mundial. La revolución ya era imparable y exigía toda su dedicación. McCartney colgó la cámara y las fotos de aquellos tres meses vertiginosos quedaron olvidadas en algún cajón. Ahora reaparecen convertidas en candoroso testimonio de una epopeya cultural de alcance inimaginable.

Suscríbete para seguir leyendo