Turismo

Turistas en busca de la Ibiza preveraniega

Los grupos de discotequeros con sed de openings se mezclan con familias o jóvenes que llegan atraídos por otras facetas de la isla

Marc, Sanne y su hijo Kai, de Países Bajos.

Marc, Sanne y su hijo Kai, de Países Bajos. / TONI ESCANDELL

Toni Escandell Tur

Toni Escandell Tur

Las calles de Ibiza ya son escenario de grandes contrastes, propios de la temporada. Los grupos de discotequeros con sed de openings se mezclan con familias o jóvenes que llegan atraídos por otras facetas de la isla, ya sea su oferta cultural, los espacios naturales o la calma que se vive en estas fechas, con menos movimiento que en junio, julio o agosto

La clientela del ocio nocturno ibicenco aterrizó en Ibiza la semana pasada con los openings de las discotecas, y ya es muy fácil encontrar en las calles de los puntos más turísticos a grupos de amigos jóvenes que no han querido perderse la oportunidad de venir a la meca internacional de la música electrónica. Sin embargo, la gran oferta de Ibiza también satisface a muchos otros públicos y hay quien visita la isla en esta época del año precisamente para evitar el ajetreo de los meses centrales del verano y poder conocer otras facetas de las Pitiusas.

Es el caso de Nuria Turel, María Albalat e Irene Almendáriz, tres jóvenes que vienen de Madrid. Para dos de ellas, esta es la primera vez en Ibiza. A la pregunta de si han venido por las aperturas de discotecas, a alguna incluso le da la risa. Y es que su plan es totalmente diferente. Este miércoles por la mañana toman algo en una terraza de un barrio de la Marina con las maletas a un lado. Llegaron la noche anterior y están a punto de embarcar hacia Formentera, donde permanecerán hasta el sábado.

Vicente León, Teresa Cano, José Gálvez y Pilar Cano. | T.ESCANDELL

Los cruceristas Teodora Gil y Francisco Carrió, en el puerto de Ibiza. / T.ESCANDELL

Rumbo a Formentera

«Hemos paseado y poco más. Nos hemos alojado en un hotel de aquí al lado. Anoche aprovechamos para hacer mucho turisteo, nos tomamos algo en un bar y ya está. Nuestra idea es ir a Formentera y al regresar a Ibiza visitar el casco histórico. Nos interesa más conocer la cultura ibicenca que las discotecas», comenta Turel.

¿Y por qué venir en esta época del año? Ella apunta a tres factores: «Hemos elegido estas fechas más bien por el precio y por la disponibilidad. Caía en puente y hemos querido aprovechar». Las tres tienen 30 años de edad.

En la Plaça de Vila, ya entre las murallas, Marc y Sanne se van turnando para hacerse fotos con su hijo Kai, de dos años, bien con el patio de armas de fondo o bien de espaldas a la plaza. Vienen de Países Bajos y, aunque ya conocen mucho de España (Málaga, Sevilla, Barcelona, Madrid, Valencia...), esta es la primera vez en la isla. Se van hoy jueves, pero dicen sin dudarlo que repetirían la experiencia.

«Llegamos el miércoles pasado y la verdad es que Ibiza nos gusta. Hemos estado en algunas playas, hemos visitado el mercadillo de Las Dalias y, aparte de hoy, hemos estado otros días en la ciudad». Se han alojado en Cala Vedella.

Los cruceristas Teodora Gil y Francisco Carrió, en el puerto de Eivissa. | T.ESCANDELL

Vicente León, Teresa Cano, José Gálvez y Pilar Cano. / T.ESCANDELL

No muy lejos de las tres jóvenes de Madrid, en la zona del puerto, pasean dos matrimonios: las hermanas Teresa y Pilar Cano junto con Vicente León y José Gálvez, que viajan con el Imserso y se alojan en Sant Antoni.

¿Y los ‘peluts’?

Teresa y Vicente ya estuvieron en la isla hace 40 años y, como los cuatro están aquí desde el jueves de la semana pasada, ya les ha dado tiempo a ver cómo ha cambiado la isla en tan poco tiempo. «Ya no hay hippies con el pelo largo», bromea León. «Nos está gustando mucho, todo es muy bonito: las calas, los paisajes del interior de la isla... Ayer [por el martes] estuvimos en Formentera, pero también hemos estado en el norte, en Sant Miquel, en Sant Josep y otras partes. Nos hemos movido bastante», explica su mujer.

De hecho, también han tenido tiempo para disfrutar de esa otra cara de Ibiza, según relata Teresa: «No estábamos al loro de las reaperturas ni nada, pero al lado de Sant Antoni tenemos un beach club y como hemos ido bastante por el paseo que hay allí, el viernes nos encontramos con que ese local ya estaba abierto y entramos simplemente para mirar un poco y salir». «¡Estaba lleno!», dice Pilar.

El mal tiempo que les ha tocado algunos días tampoco les ha impedido continuar visitando enclaves como, entre muchos otros, Dalt Vila, Platges de Comte o el mercadillo hippie de Las Dalias, un punto que mencionan varios de los entrevistados para este reportaje. Las Dalias parecen parada obligatoria para muchos turistas, así como la imprescindible escapada a Formentera. De hecho, para algunos, como las entrevistadas de Madrid, la pitiusa del sur es el destino principal del viaje e Ibiza se convierte en el sitio de paso.

Tres jóvenes de Madrid, minutos antes de coger la barca a Formentera. | T.E.

Tres jóvenes de Madrid, minutos antes de coger la barca a Formentera. / T.E.

«Hemos ido un poco por todo, porque mi hermana y mi cuñado no conocían Ibiza», explica Teresa Cano.

Viajar fuera del verano

Hace cuarenta años, ella y Vicente vinieron a la isla en temporada alta. Ahora valoran tener la oportunidad de viajar en otras fechas, alejadas de las aglomeraciones y las colas del verano. «Se nota que no hay tanto mogollón. No estamos para nada agobiados. Supongo que venir ahora no es lo mismo que venir en junio».

Por su parte, Francisco Carrió y Teodora Gil, marido y mujer, vienen a la isla por cuarta vez. En esta ocasión, con un crucero con salida y llegada en Valencia y escalas en Marsella, Génova, Roma, Palermo e Ibiza.

«Lo veo muy desangelado, con menos actividad que otros años», observa ella mientras pasean por el puerto. Y es que en anteriores ocasiones venían cuando ya empezaba la temporada alta. Prefieren la Ibiza de los meses en los que hay más movimiento. Además, este miércoles por la mañana tampoco acaba de salir el sol y se nota algo de viento y frío. Ambos cruceristas solo están un día en la isla. Aunque dicen que apenas han notado cambios a lo largo de sus viajes a Ibiza, Francisco apunta que «cada vez hay un poquito más de cemento».

En cualquier caso, destaca que para él esta es «la isla más bonita del Mediterráneo». «Hemos recorrido todas las calas y todas son preciosas. Las otras veces que hemos viajado a Ibiza hemos estado una semana con el coche yendo de un sitio para otro». Normalmente se alojaban en hoteles cerca de calas. Este miércoles, como otros cruceristas, que abundan en las calles de la Marina y Dalt Vila, se quedan por la ciudad para no alejarse mucho del puerto.

«La última vez que vine fue en 2011 para participar en una [ruta] cicloturista, por la que pasé unos días en Sant Antoni. Nos gustó, íbamos en familia», recuerda Vicenta Fernández, que pasea por Dalt Vila junto con Isabel, Josefa Crespo y Casimira Crespo, que son hermanas y primas. Están buscando un museo. Tienen que aprovechar las horas porque también han venido en crucero (pasarán un día entero en la ciudad sin hacer noche en Ibiza) junto con otras cuatro personas, que en el momento de hablar con Es Diari pasean por su cuenta.

Turistas de Valencia en la plaça de Vila.

Turistas de Valencia en la plaça de Vila. / T.E.

Conocer otras caras

Son de Valencia y, aunque muchas de ellas ya conocían la isla, siempre hay tiempo para descubrir nuevos lugares. Sin ir más lejos, Vicenta, al conocer Sant Antoni gracias al evento deportivo que antes mencionaba, es ahora cuando está disfrutando de Vila y el casco antiguo: «Esto para mí es nuevo. Había estado en calas, bañándome, pero aquella vez en Sant Antoni no fue un viaje turístico para ver la ciudad».

«Yo he estado cuatro veces y lo he pasado fenomenal, sobre todo por la noche», cuenta riendo otra de las integrantes de este grupo. «Por la noche te sientas en un bar y solo con ver pasar a la gente y ver cómo va vestida y demás, ya te lo pasas bomba». «Es la primera vez que vengo y estoy encantadísima», añade otra de estas valencianas en conversación con este diario.

Coinciden en que están «encantadas» y también aprovechan para preguntar dónde pueden comer bien por la zona, mientras van de una calle a otra, rodeadas de decenas y decenas de turistas. Hay ambiente en las terrazas, en los comercios y las fotografías son un no parar. Al menos antes de que, ya por la tarde, comience a llover en Vila.

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