Vivienda

Las caravanas abandonan sa Joveria: «Nadie vive aquí por gusto»

El Ayuntamiento de Ibiza instalará hoy un gálibo para impedir el acceso a los vehículos de más de 2,10 metros de altura

Ángela Torres Riera

Ángela Torres Riera

Luisa friega los platos en el interior de su caravana sumida en el silencio y en el tenue sonido del agua que cae desde el grifo y desaparece por el desagüe de su angosta cocina. De la misma manera han desaparecido, también, la mayoría de sus vecinos del aparcamiento disuasorio de sa Joveria, aquellos que le hacían sentir el «calorcito» de una comunidad que la había acogido a pesar de las deplorables circunstancias que les habían juntado.

«Las personas que vivíamos aquí éramos todas muy tranquilas, muy trabajadoras… a diferencia de los otros sitios, donde uno no tiene ya la certeza de que vaya a estar bien», observa Luisa mientras continúa con su tarea.

De estos vecinos de los que habla, apenas quedan una docena. Fue el pasado 13 de mayo cuando todos amanecieron con un aviso del Ayuntamiento de Ibiza pegado en la carrocería de sus vehículos. El mensaje informaba de que el viernes día 17 se instalaría un gálibo con una limitación de altura de 2,10 metros (la mayoría de las caravanas tienen 2,30) y de que todos los vehículos con una altura superior debían abandonar el terreno. «De no ser así, serán retirados por la grúa municipal», asegura el comunicado.

Varias caravanas y autocaravanas instaladas en el ‘parking’ de es Gorg. | TONI ESCOBAR

Varias caravanas y autocaravanas instaladas en el ‘parking’ de es Gorg. | TONI ESCOBAR / Ángela Torres

Pero fue antes, bastante antes, a finales del mes de marzo, con el primer aviso que dejó la Policía Local en los 53 vehículos asentados en ese momento en sa Joveria, cuando se sembró el temor al desalojo y se produjo el primer éxodo. A pesar de que el Ayuntamiento aseguró que no se trataba «de un desalojo» y que solo se retirarían los vehículos con «indicios de abandono», esta «presión silenciosa» —como la denominó Gabriel, uno de los asentados— hizo que se marcharan casi todos.

Los que se quedaron, casi paralizados por su falta de alternativas, observan ahora cómo el nuevo comunicado les vuelve a poner en jaque. «No me puedo ir, ¿es que dónde me voy a ir?», pregunta retóricamente y con la voz rota María, cuya hija, de 28 años, está superada por la situación y recibe, desde hace meses, tratamiento psiquiátrico.

Eric, su vecino en sa Joveria, no está tan preocupado como ella porque le alquila la caravana a un hombre por 300 euros al mes y, al parecer, será él quien se encargue de moverla donde considere oportuno en caso de que la quieran retirar. La situación de Luisa no es tan fácil, porque ni siquiera disponen «de otro vehículo para movilizarla». «Nadie vive aquí por gusto», subraya, por si alguien, a estas alturas, tuviera aún la duda de que así fuera.

El drama de la vivienda en Ibiza les ha obligado a ser nómadas a pesar de tener una nómina mensual. Con esas cartas que tenían se construyeron un hogar y una vida —por áspera que fuera— que ahora también se esfuman. La mayoría de personas asentadas en sa Joveria se marcharon en marzo a otros terrenos de la periferia de la ciudad, como el camping ilegal privado de Can Rova o los terrenos situados en la calle Campanetes, en Sant Jordi.

Éxodo al ‘parking’ de es Gorg

En esta segunda migración, otros muchos se han marchado al aparcamiento de es Gorg, ubicado cerca de la central eléctrica. Por ejemplo, Antonio: «Aquí no molestamos, no hacemos daño a nadie», recalca vociferante, secundado por Jesús, que añade que, ahora mismo, a vistas de la sociedad, son «escoria humana».

Aunque realmente son, prosigue, «trabajadores de la isla» que atienden a residentes y turistas en restaurantes y hoteles o que les asisten desde los cuerpos de emergencias y seguridad. Es el caso de un guardia civil que vive «allí», señala Jesús.

Una lámpara en la ventana entreabierta de una autocaravana. | TONI ESCOBAR

Una lámpara en la ventana entreabierta de una autocaravana. | TONI ESCOBAR / Ángela Torres

La falta de un espacio habilitado para caravanas o autocaravanas en Ibiza es en este asentamiento el principal lamento general. «No sabes la inversión que hago mensualmente en bolsas de plástico para deshechar los excrementos», apunta el hombre, quien además cuenta con un bidón relleno de agua que utiliza para ducharse. Su día a día y el del resto de personas instaladas en este área se puede observar desde la carretera contigua.

«El aparcamiento está mucho más céntrico y a la vista, aquí —en sa Joveria— estamos mucho más escondidos», considera Luisa, quien ha recurrido a las dos oficinas de los servicios sociales de Vila y le han respondido que no pueden ayudarla.

El personal de servicios sociales del Ayuntamiento de Ibiza acudió en julio del año pasado el asentamiento para atender a las personas que lo necesitaran y el Consistorio asegura que los técnicos municipales continúan «visitando de manera periódica los asentamientos para asistir a las personas que quieren recibir ayuda». Desde el Consistorio señalan que los servicios sociales municipales tienen actualmente cinco expedientes abiertos en sa Joveria, aunque se hace seguimiento de dos de los casos al no haber vuelto los otros tres a las unidades de Trabajo Social.

Por otro lado, desde la institución añaden que a lo largo de esta mañana la Policía Local acudirá al aparcamiento durante los trabajos de instalación del gálibo y que los agentes «reorganizarán a los vehículos» en función de cómo «valoren» cada situación particular. En cuanto a los trabajadores o educadores sociales, solo acudirán a sa Joveria «si la policía los solicita», especifican.

Los recursos habitacionales municipales están, por otro lado, al completo en el caso del Servicio de Acogida Municipal (SAM), y respecto al espacio de Primera Acogida de sa Bodega hay tres plazas libres, de un total de quince. En ambos casos, para optar a una habitación, es necesario estar dentro del circuito de servicios socicales.

«Es un poco preocupante porque no tenemos a dónde ir y esto (forzarles a huir) no arregla ninguna problemática», apunta Luisa, que está embarazada de seis meses y «no quiere parir —lamenta—, en una caravana», aunque se está dando cuenta, poco a poco, de que quizá no le quede otra.

LAS CLAVES

Servicios sociales

La situación ha abocado a las personas que viven en estas condiciones en el aparcamiento de sa Joveria a quedarse sin alternativas. Algunas de ellas han recurrido a los servicios sociales de Vila buscándolas, sin embargo, no han encontrado soluciones que les sirvan.

Zonas no habilitadas

Ibiza no cuenta con zonas habilitadas para estos vehículos ni para el tratamiento de las aguas grises y negras. La consellera de Vivienda, Movilidad y Territorio, Marta Vidal, consideró en el Parlament balear que las caravanas «no eran la solución a la emergencia habitacional».

Aviso del Ayuntamiento

El Ayuntamiento de Ibiza lleva desde el mes de marzo ejerciendo presión a los asentados en el aparcamiento disuasorio de sa Joveria, uno de los más cercanos a Vila, para que se retiren de la zona, pero sin proporcionarles alternativas.

Vivienda imposible

La problemática de la vivienda en Ibiza, acentuada durante la temporada, cuando los propietarios tienden a subir los alquileres, ha abocado a muchos trabajadores a buscar alternativas. Fruto de esta situación ha proliferado la presencia de caravanas en la periferia.

Suscríbete para seguir leyendo