Vuelven los recuerdos a los cementerios pitiusos

Vecinos de todos los municipios y pueblos de Ibiza y Formentera regresan para rendir homenaje a sus seres queridos tras las restricciones de hace un año debido a la pandemia del covid

Carmelo Convalia

Carmelo Convalia

Los cementerios son lugares de respeto, de silencio, de recogimiento y de compartir, entre susurros, recuerdos ante la tumba de un ser querido. La iglesia católica celebra el día de Todos los Santos como una fiesta solemne por todos los difuntos, pero según las culturas y las religiones se proponen distintas visiones ante el trance final, especialmente en los símbolos que aparecen en las sepulturas.

Los cementerios de Formentera son un ejemplo de esa diversidad con la que el ser humano se enfrenta a la muerte.

Lo que más abunda, especialmente en el cementerio de Sant Francesc, que data de 1938, son los símbolos católicos. En algunas zonas, las menos, aparecen cruces herrumbrosas caídas e incluso alguna de madera ante las que ya nadie deja flores.

Vuelven los recuerdos a los cementerios pitiusos | V. MARÍ

Vuelven los recuerdos a los cementerios pitiusos | V. MARÍ / Carmelo Convalia

Luego están los nichos y capillas donde familias enteras descansan, entre velas, flores, fotografías e imágenes de santos. Por las distintas calles que componen este laberinto de nichos impolutos se suceden las lápidas tradicionales. En la parte nueva, en cambio, los símbolos ser vuelven más paganos y menos unidos a la tradición católica.

La presencia de la cultura germánica también se hace muy patente en cuanto que las tumbas rompen los moldes tradicionales. Así, hay figura de Ganesha, el Dios elefante del budismo, cerca de una sencilla lápida de madera gravada con el nombre de James y un poco más lejos la lápida de un sol realizada por el escultor Choppi, también fallecido.

Vuelven los recuerdos a los cementerios pitiusos | C.C.

Vuelven los recuerdos a los cementerios pitiusos | C.C. / Carmelo Convalia

Mientras discurre la mañana en este cementerio, una vecina de origen alemán recorre las tumbas más singulares en las que parece que la idea de la fugacidad del tiempo cobra valor, por lo menos entre los vivos que van incorporando relojes a las tumbas como si fueran símbolos de eternidad.

Pero también hay guiños a la ironía. Es el caso del nicho del reconocido cocinero Toni Planells Cardona 'Mendrugo', en el que se puede leer: «No he viscut més pequé no he tingut temps». Y en el nicho hay depositada una botella de cava.

Vuelven los recuerdos a los cementerios pitiusos | C.C.

Vuelven los recuerdos a los cementerios pitiusos | C.C. / Carmelo Convalia

Otro ejemplo de escepticismo ante la muerte es el caso de una tumba que está en el patio de entrada del cementerio de Sant Francesc, que literalmente tiene encima una maleta, como si el difunto necesitará sus pertenecías para ese último viaje.

Pero al margen de tumbas y nichos que se salen de lo común, si algo resume este cementerio de Formentera es el paso de muchas generaciones de formenterenses y de visitantes que finalmente adoptaron al isla como su casa.

Por eso este campo santo es todo un ejemplo de diversidad cultural más allá de la religión dominante, basada en el respeto a los seres queridos, sean de las creencias que sean.

Cementerios parroquiales

En Formentera solo quedan dos reducidos cementerios parroquiales, anteriores en fecha al de Sant Francesc, y que son una muestra de la sobriedad y las sencillez con la que los habitantes de la isla han abordado los ritos funerarios.

En el cementerio del Pilar de la Mola llama la atención la lápida de Weronika Ignatowicz Machniewicz (Verónica Bell), cantante patriótica polaca, reza la placa, y debajo su marido el periodista y realizador de radio Jacek Kazimierz Machniewicz. Resulta que Verónica Bell, su nombre artístico, triunfó en los años cincuenta del siglo pasado en la famosa sala de cabaré Folies Bergère, en París, siendo una de las estrellas emigradas de Polonia en la posguerra mundial, donde estuvo cantando para el ejercito polaco y los aliados.

En el de Sant Ferran, un grupo de vecinas comentaba la sencillez del mismo, poniendo en valor su pulcritud.

En Ibiza los cementerios mantuvieron la misma tónica, tanto en Vila como en el resto de los municipios. Goteo de familiares que pudieron estar más tranquilos y dedicar más tiempo al recuerdo de sus seres queridos. Y familias con los niños, para mantener la memoria viva.

Detrás de cada una de las lápidas hay historias únicas y la celebración de este día de homenaje hace que nos sintamos reconfortados como seres humanos.

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