Dune Parte 2: Villeneuve busca la moraleja en medio del desierto

Llega a los cines la secuela del último taquillazo de Dannis Villeneuve

Dune: Parte dos

Dune: Parte dos

CRISTINA A. PASCUAL / EFE

'Dune: Parte 2', continuación del épico filme de 2021 dirigido por Dennis Villeneuve, busca encontrar la «moraleja» en un desierto lleno de conflictos religiosos y luchas por el poder y los recursos, repleto de paralelismos inevitables con la realidad actual. La película explora el viaje a la madurez de Paul Atreides (Timothée Chalamet), camino que recorre en esta secuela junto al pueblo de los Fremen, al que pertenece la guerrera Chani (Zendaya).

Con Villeneuve (La llegada, Blade Runner 2049) de nuevo detrás de la cámara, el filme evoluciona a los personajes que presentó en la primera parte, además de presentar a otros nuevos como la princesa Irulan (Florence Pugh) o Feyd-Rautha (Austin Butler). En este sentido, en una entrevista con Efe en Londres, el realizador canadiense ha dicho que ha intentado respetar los deseos de Frank Herbert, autor de la novela en que se basa el filme, quien buscaba que Dune se entendiera como «una historia con moraleja».

Como explicó, Herbert escribió El mesías de Dune para corregir y asegurarse de que el mensaje no se limitara a una «celebración del héroe», algo que él trata de reflejar en esta secuela. Ese cuento con moraleja habla de cuestiones de relevancia actual, como expone Zendaya, temas como la «codicia, la corrupción del poder o la explotación de los recursos a costa de seres humanos». «La razón por la que el relato ha perdurado en el tiempo es porque era relevante entonces y ahora, y desafortunadamente Herbert cree que será relevante dentro de miles de años, lo que es aterrador», manifestó la actriz.

Protagonismo compartido

Aunque Paul Atreides repite como la figura central del largometraje, la secuela de Dune es más coral que la película que inició la saga, y reparte el protagonismo entre varios personajes, algunos que ya han aparecido en pantalla y otros que se estrenan para esta ocasión. A los últimos pertenece Feyd-Rautha Harkonnen, interpretado por Austin Butler, sobrino del barón Vladimir Harkonnen (Stellan Skarsgård) y que se convertirá en el antagonista de Atreides en esta historia.

Sobre su interpretación, Skarsgård, cuyo personaje en este filme se encuentra más débil y se plantea ceder el poder a otro miembro de los Harkonnen, afirmó entre risas que Butler «disfrutó de ser malvado». De hecho, para Butler, Feyd-Rautha es «el lado oscuro de la moneda» de Paul Atreides, con quien, no obstante, comparte ciertas características como la de ser el heredero del liderazgo de sus respectivas familias. Y es que para Chalamet, Atreides es un personaje más complejo en Dune: Parte 2, donde las circunstancias hacen que no siga siendo «el chico ingenuo y bueno que vemos al principio de la primera película».

Dos caras de la misma moneda son también Chani y la princesa Irulan, representadas por Zendaya y Florence Pugh, respectivamente, pese a tener «orígenes completamente diferentes», como explica Pugh. «Creo que la trama de la mayoría de las mujeres en Dune trata de cómo consiguen el poder o de cómo lo mantienen; creo que esa parece ser la lucha de todas, que tienen personalidades e historias fascinantes y complejas, pero en realidad quieren cosas bastante parecidas», opina.

Un mundo inmersivo

Pero tan importante como los protagonistas de Dune: Parte 2 es el mundo en el que se ubican, que sumerge al público en la arena de las dunas de Arrakis, único planeta en el que se puede encontrar la especia ‘melange’, que permite viajar por el espacio, lo que lleva a luchas por este recurso. Este ambiente influye sobre los personajes que aparecen en la película, incluyendo en algunas sorpresas, como la del regreso de Gurney Halleck (Josh Brolin), uno de los mentores de Paul Atreides.

De acuerdo con Brolin, el entorno no solo afecta a los personajes en la pantalla, sino también a los actores detrás de ella, que rodaron en un desierto «a dos horas y media de Abu Dabi en medio de la nada y a más de 40 grados centígrados». «No puedes evitar reaccionar ante eso. Aunque a mí personalmente me encantó, no es fácil trabajar en la arena», algo que supuso un reto a nivel «físico, emocional, mental y espiritual», según dijo.

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