Imaginario de Ibiza: Los pasadizos marinos entre islotes de Comte

Cuando se costea en paralelo a este insólito tramo del litoral de poniente, el navegante debe escoger entre tres posibles pasos, con distintos grados de peligrosidad, para proseguir su ruta

S'Illa des Bosc y es Picatxos,en el paso con sa Conillera.

S'Illa des Bosc y es Picatxos,en el paso con sa Conillera. / X.P.

Hay un paisaje eterno, una geografía del alma; buscamos su contorno todas nuestras vidas

Josephine Hart

La belleza embriagadora y magnética de Platges de Comte, uno de esos enclaves que siguen cortando el aliento cada vez que se contemplan, por muchas veces que hayamos repetido esta escena en el pasado, obedece a la intensidad de sus pigmentos, turquesas eléctricos y fosforescentes, pero también al bosque de islas que colonizan el horizonte.

La experiencia de Comte resulta apabullante desde tierra, una vez realizado el tránsito de alcanzar el filo del acantilado, tras contemplar la cúspide atigrada, de verde y roca, de s’Illa des Bosc y por fin gozar de la panorámica completa, con esa orilla zigzagueante que alterna escollos y arenales, y ese escenario también poblado por s’Espartar, ses Bledes y sa Conillera.

Comte, sin embargo, aún sobrecoge más cuando se explora por mar, a ser posible en un velero, escudriñando las vetas y pliegues de los islotes únicamente con la efervescencia de las olas y el flameo de los paños como banda sonora. A los mencionados islotes se suman otros en la frontera de los extremos, como es Vedrà a mediodía y ses Margalides al norte, aferradas al Cap Nunó.

Cuando se costea desde la bahía de Portmany con rumbo sur, existen tres pasos por los que atravesar el mar de escollos de Comte. El más largo y seguro consiste en bordear sa Conillera por el exterior, navegando junto a su imponente pared vertical salpicada de oquedades, a babor, y gozando con una mayor proximidad de las siete Bledes y sus conjuntos de escollos, a estribor.

La opción más arriesgada

La opción más rápida y arriesgada, solo apta para embarcaciones de poco calado comandadas por alguno de esos marineros que conocen los fondos y arrecifes de Comte como las arrugas de su frente, ya que la profundidad mínima es de tan solo unos dos metros, discurre en paralelo a la orilla de Comte. Requiere atravesar ese angosto paso entre los escollos de ses Puntxes y ses Rates, frente a la cara sur s’Illa des Bosc, que es la que se avista desde la playa.

La tercera opción, tal vez la más espectacular, también requiere pericia, atención y cierto conocimiento de la geografía submarina, pero es apta para embarcaciones de mayor calado, como los veleros. Consiste en cruzar el cordón sumergido que une s’Illa des Bosc y sa Conillera por un pasillo de unos cinco metros de profundidad, que hay que saber encauzar. Mientras se atraviesa, queda a popa la bahía de Portmany en su extensión más amplia, la costa escarpada de ses Roques Males, con sus varaderos camuflados, la torre d’en Rovira y el cercano peñasco de es Pallaret. A babor, es Picatxos, esa formaciones de roca laminada y oblicua que cierran es Bosc por el norte y que forman llamativas figuras, abiertas a múltiples interpretaciones.

A estribor del paso queda el macizo rocoso, colosal nave de piedra, del cap de es Blancar, extremo meridional de sa Conillera. A proa, s’Espartar, que se asoma entre los valles de los Picatxos y todas las piezas del puzzle que conforma ses Bledes. Y bajo el casco, en los tramos de menor profundidad, un agua tan clara y turquesa como la de la playa. Como guinda, la visión de es Vedrà y es Vedranell a lo lejos, alineados con los despeñaderos del Cap des Jueu, como dos dragones enfrentados.

El gran fondeadero del verano

La costa de Platges de Comte constituye, sin duda, uno de los más importantes fondeaderos del verano ibicenco. La extraordinaria belleza de sus aguas y la abundancia de fondos arenosos contribuyen a ello, pero también la proximidad al puerto de Sant Antoni, a pocos minutos de navegación. Comte es, junto con ses Illetes en Formentera, uno de los enclaves más frecuentemente elegidos por los navegantes para pasar el día frente a la costa. Las embarcaciones se prodigan no solo delante de ses Roques Males, al este de sa Conillera, que es la zona más próxima a Sant Antoni, sino también frente a los arenales de poniente y es Racó d’en Xic, lo que obliga a atravesar uno de los tres pasos, si se procede de Portmany. 

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