La sandía ibicenca deja de ser un producto de lujo: su precio cae un 75% respecto a 2022

La campaña de este año será «normal», señalan desde el sector, que descarta que se repitan los importes «anormales» que se llegaron a pagar hace un año. La meteorología provoca problemas de cuaje

Hace justo un año, el agricultor que cuatro meses antes había apostado por sembrar sandías era feliz: en sus tierras crecían auténticos tesoros, pulpas rojizas que se cotizaban como nunca antes. En junio se llegó a pagar el kilo a dos euros, una fortuna. En julio variaba entre 70 céntimos y 1,6 euros, según el comercio o supermercado. Comprar una sandía suponía un desembolso enorme: por una de 15 kilos, que no es una rareza en la isla, se llegó a pagar entre 20 y 30 euros. Fueron tiempos felices para los payeses, que al fin vendían su producto a importes muy elevados. Pero este año no lo serán tanto porque no se repetirán aquellos precios desorbitados. De momento, se cotiza a entre 50 céntimos y 70 céntimos de euro (según la variedad), en torno a un 75% menos que hace 12 meses. ¿La causa? El aumento de la oferta, tanto de la procedente de isla como de la peninsular y la de Marruecos.

Campo de sandías de Can Roques. | J.M.L.R.

Campo de sandías de Can Roques. | J.M.L.R. / José Miguel L.Romero. eivissa

«Lo de 2022 —confirma Pep Mayans, gerente de Agroeivissa— fue excepcional. En 25 años no había visto algo así. Pero esta campaña será normal», anuncia. Mayans asegura que, actualmente, «el precio está tirado, a más o menos unos 50 céntimos». Y eso se debe a que «hay mucho producto, tanto de aquí como de fuera, incluso de Marruecos». Y a eso hay que añadir que «desde Europa, debido al tiempo, no hay mucha demanda este año, de manera que se deben distribuir todas en España, lo que ha provocado esa caída de su cotización». De la falta de oferta de hace un año (y su consecuente aumento de precio ante una fuerte demanda) se ha pasado a una producción tan grande que obliga a competir y, paralelamente, a rebajar los precios.

Problemas de cuaje

«La lluvia ha complicado la vida a los agricultores en la huerta desde mayo, en cuanto a cuaje, a hongos y a la gestión del suelo», explica Josep Lluís Joan, técnico de Promoción de la Calidad Agroalimentaria del Consell y doctor en ingeniería agrónoma por la Universidad de Lleida, que señala que tanto Agroeivissa como Ecofeixes llevan días recogiendo sandías «para aprovechar que aún tienen un precio bueno». Es decir, que aún caerá más. El valor que tuvieron en 2022 «fue muy alto debido a que la sequía hizo estragos en la Península y en Marruecos y no había competencia», recuerda.

Antoni Planells Roselló empezó a recoger ayer su primera cosecha, sembrada en marzo. Esta temporada su producción ha menguado como consecuencia del frío y de las tormentas caídas desde finales de mayo en sus fincas, situadas entre Santa Gertrudis y Sant Miquel: «Las lluvias impidieron que cuajaran las flores y provocaron que perdieran calidad las que sí fructificaron», explica. En el suelo de Can Roques, donde una cuadrilla extraía ayer decenas de sandías, se podían observar, junto a piezas de 20 kilos, otras que no llegaron a cuajar y que parecen berenjenas pochas. Calcula que sus pérdidas rondan el 30%. Pero aun así, espera recoger la misma cantidad que en 2022 (200 toneladas) porque ha sembrado más cantidad.

«Del de este año, si se mantiene, no nos podremos quejar. Hace 12 meses, tener una sandía era como si te tocara la lotería»

Planells considera que el precio de este año «está bien» y que lo que fue «exagerado, anormal», fue lo sucedido en 2022: «Del de este año, si se mantiene, no nos podremos quejar. Hace 12 meses, tener una sandía era como si te tocara la lotería».

Vídeo: la sandía de Ibiza deja de ser un producto de lujo

JMLR

El ahuecamiento

Sonia Torres, directora de Ecofeixes, reconoce que «el precio es más bajo que el altísimo de 2022», pero también que la meteorología ha jugado en su contra esta campaña: «Las sandías están maduras, pero sonrosadas, no tan rojas como en otras ocasiones debido a este tiempo raro, con lluvias o nublado, lo que ha provocado que no adquirieran su característico color rojo intenso y que muchas estén ahuecadas por dentro». Lo del ahuecamiento va por zonas. Cuenta que en Can Secorrat, en el Pla de Sant Antoni, no lo están tanto como en Sant Llorenç debido a cómo arreciaron allí las lluvias, que también fueron especialmente copiosas «y mojaron», como en Sant Rafel y Santa Gertrudis, según Josep Lluís Joan: «Al menos, la lluvia un tuvo impacto positivo en esos dos lugares, donde filtró bien en la tierra, donde la mojó».

El gerente de Agroeivissa, Pep Mayans, confirma ese «problemilla» ocasionado por la inestabilidad vivida desde mayo hasta mediados de junio: «Ha habido un problemilla con el ahuecado, consecuencia de las lluvias y de las temperaturas variantes desde mayo. Eso ha afectado al cuaje». Calcula que alrededor de un 10% están ahuecadas, aunque no por ello son menos sabrosas. Mayans también indica que este año se han recogido más temprano, «unos 10 días antes que de costumbre», al menos que en 2022, cuando llegaron más tarde (y en menor cantidad) a los mercados debido a las malas condiciones meteorológicas. Respecto a ese color rosáceo, Mayans le resta importancia: «Serán más rojas cuando haga más calor. Su corteza también es ahora mayor, pero será más fina cuando lleguen las altas temperaturas».

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