Guerrero da esquinazo a la prensa

El alcalde y el resto de investigados salieron por una puerta lateral cuando los medios se preocupaban de atender a las defensas, en un día con un constante ir y venir de abogados a la espera de comparecer ante la jueza, diligencia que se demoró, pero no ocupó mucho tiempo

El trasiego de abogados en los aledaños se mantuvo toda la mañana.

El trasiego de abogados en los aledaños se mantuvo toda la mañana. / Vicent Marí

Los ritmos de la Justicia siempre invitan a la paciencia y a veces son imprevisibles. Cuando Josep Maria Costa -abogado de Guerrero- salió del edificio a media mañana sin haber podido comenzar su asistencia letrada, la jornada en el Juzgado de Instrucción 3 amenazaba con extenderse hasta última hora de la tarde, con los detenidos en los calabozos de los juzgados y algunas de sus defensas en algún rincón aledaño a sa Graduada, tal vez tomando un café. Caía además la jornada de declaraciones en plena huelga de funcionarios judiciales.

Sin embargo, al final el silencio de los investigados ante la jueza precipitó su salida a mediodía. Por su pie, no engrilletados. Y a pesar de esto, su marcha fue todavía más discreta si cabe que su llegada, en torno a las 8.50 horas en un furgón de la Guardia Civil con los cristales tintados.

Sencillamente, se esfumaron todos, alcalde incluido. Ninguna diligencia policial resultó tan eficaz como la pericia de investigados y defensa para elaborar una maniobra diversiva ante los periodistas. La defensa actuó como señuelo. Frente a las puertas se arremoliaban los informadores, imantados por un movimiento que anunciaba la inminente salida de los implicados. Mientras, el alcalde saliente de Sant Josep abandonaba el edificio por la puerta de atrás. Cuando cayeron en la cuenta de lo ocurrido, los informadores quedaron con cara de pasmarote, dicho de una manera suave.

«He acabado mi declaración», había preludiado minutos antes Costa al salir de los juzgados sin dar más pistas de lo ocurrido puertas adentro. Era la segunda vez que el abogado del alcalde en funciones salía de las dependencias, en las que había entrado dos veces anteriormente.

Habituales fueron las idas y venidas de letrados. El primero en aparecer fue el propio Costa, alrededor de las 9.45 horas, en torno a una hora después de la llegada de los arrestados desde los cuarteles de Can Sifre y ses Païsses. No soltó prenda. Más adelantó Ricard Mesquida, letrado del constructor, quien aparecía en torno a las 10.30 horas y confirmaba los cargos que recaían sobre su cliente (cohecho y un delito contra la ordenación del territorio).Ascensión Joaniquet, responsable de la defensa de la letrada municipal y la abogada, llegaba al edificio sobre las 11.05 horas, sin efectuar declaraciones.

Costa, que entre medias había salido sin que su cliente hubiera podido comparecer todavía ante la magistrada, volvió a hacer fugaz acto de presencia en torno a las 12.10. Una hora después salió de nuevo para anunciar que había terminado su asistencia.

Podía intuirse que la jueza no había tenido tiempo suficiente para prestar ninguna de las declaraciones relativas a «unas actuaciones bastante voluminosas», en palabras de Joaniquet. Diez minutos después del anuncio de Costa, el abogado y la propia Joaniquet atendían a los medios, simultáneamente a la salida secreta de los acusados.

Por ellos se supo que habían quedado en libertad provisional. Por primera vez desde el lunes, los arrestados pudieron regresar a sus casas, tras dos noches en las dependencias de la Guardia Civil y una mañana en los juzgados de sa Graduada. Ya no hay secreto de actuaciones. Pronto se conocerá el sumario, aunque el recorrido judicial augura un largo proceso.

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