Mujeres que rompen barreras en Ibiza: «Puedes ser lo que tú quieras»

Cuentan sus experiencias en una mesa redonda organizada por el Club Diario de Ibiza

Noemí Martínez

Noemí Martínez

Cuatro mujeres de generaciones diferentes, con carreras profesionales diferentes, con habilidades diferentes, pero con algo en común: seguir superándose cada día. Bea Martínez Villar ‘B Jones’, dj; Mar Pacheco, arquitecta técnica; Mikaela Tur, piloto de automóviles, y Carmen Guasch, jefa de servicio en Facsa, trabajan en puestos que antes se consideraban masculinos.

Las cuatro participaron ayer en la mesa redonda ‘Mujeres que rompen barreras’, que organizó el Club Diario de Ibiza, donde aprovecharon para contar su experiencia en una charla moderada por Beatriz Torreblanca, representante de Dones Progressistes, y en la que también participó la consellera de Bienestar Social, Carolina Escandell.

Fue esta última quien dio el pistoletazo de salida del coloquio: «Tenemos que seguir luchando por alcanzar la igualdad entre hombres y mujeres». Y es que, aunque reconoció que se están dando pasos en firme, dijo que el momento actual es convulso. «Estamos en una sociedad polarizada donde hay posiciones muy radicalizadas y ya sabemos lo que esto puede suponer», por lo que «es importante estar vigilantes», matizó.

Para Escandell es fundamental no retroceder, ni un milímetro, en los logros alcanzados y seguir trabajando para que, más pronto que tarde, dejemos de pronunciar términos como techo de cristal o brecha salarial. «Hay que apostar, siempre, por la pedagogía y la educación. Los niños tienen que crecer con estos ideales; tenemos que llevarlo incorporado en nuestro ADN desde pequeñitos», subrayó.

Lo dijo no solo como consellera de Bienestar Social, sino como exempleada de la banca, trabajo al que dedicó 28 años. «Empecé cuando tenía 22, en lo que entonces era la Caja de Ahorros de Baleares Sa Nostra, y el sector estaba muy masculinizado», explicó. «Por suerte, entré en la época en la que las oposiciones dieron igualdad, pero sí que es verdad que el acceso a las jefaturas fue complejo, sobre todo porque había pocas mujeres en puestos de responsabilidad», indicó.

Acto seguido, Torreblanca aprovechó para pedir que se acabe con el sexismo en determinados puestos de trabajo y para ello aludió, al igual que Escandell, a la educación que se da no solo en las aulas, sino también en cada casa. «Hay muchos estudios psicosociales que dicen que, a partir de los tres años, ya tenemos conciencia de género y, a partir de los seis, estereotipos de género», señaló. «De ahí que haya que incidir desde pequeños», añadió.

Vivencias

«¿Habéis notado diferencias en vuestros puestos de trabajo por la condición de género?», fue una de las preguntas que lanzó Torreblanca en la hora y media que duró la conferencia. Y aunque hubo respuestas dispares, todas coincidieron en que, en algunas situaciones concretas, se han sentido «señaladas» simplemente por el hecho de ser mujeres.

Le ha pasado a Mikaela Tur que, además de ser piloto de automóviles, es socia del taller de su padre. «Por ejemplo, al salir a atender a un cliente, me miran raro por ser mujer», contó. «Si vienen a que les hinche las ruedas del coche me dicen a ver si yo puedo hacerlo y, seguido, me preguntan dónde está el jefe», en masculino.

También contó una experiencia similar la arquitecta técnica, Mar Pacheco. «Un día le pregunté a un hombre que estaba rondando por la oficina si le podía atender y me explicó lo que necesitaba hasta que me dijo: «¿Podría hablar con un socio?» y le respondí que yo lo era. Se sorprendió y me dijo: «Si lo sé, te trato de otra manera». Y mira, no, me tratas igual porque soy la misma persona que hace un minuto».

A la jefa de servicio de Facsa, Carmen Guasch, le pasó algo similar hace pocos días, aunque no directamente. «Una de mis compañeras me dijo que había llamado alguien que quería hablar con el jefe de servicio y ella le dijo que no era jefe, sino jefa. Y le contestó: «¿Es una mujer? Vaya». Guasch, lejos de tomárselo mal, afronta este tipo de situaciones como si fueran un reto. «¿Qué te piensas, que no puedo? Pues claro que puedo», dijo entre risas.

En el caso de la dj Bea Martínez este tipo de comentarios no provienen del ámbito laboral, sino de otros escenarios. «Ser dj y madre (madre y padre a la vez) me ha obligado a tener que justificar que soy buena madre; que lo soy aunque sea dj, aunque tenga tatuajes y aunque viaje mucho».

Experiencia

Después de allanar algunos baches que se han ido encontrado por el camino, todas tienen claro que vivir en igualdad hace mucho más fácil el recorrido a todos. Y eso es lo que pretenden transmitir a través de su experiencia. «Puedes ser lo que tú quieras», dijo rotunda Martínez. Y eso es lo que trata de inculcar a su hija, que está a punto de cumplir la mayoría de edad, y a la que ha criado incidiendo en que «todos somos iguales y tenemos las mismas posibilidades, derechos y obligaciones», recalcó.

La tuvo con 19 años «y no ha sido fácil», dijo refiriéndose a la conciliación. «Empecé a ser una dj reconocida y, por tanto, a viajar mucho, así que tuve que pagar a una persona para que cuidara a la niña». Y en ese punto «te sientes muy bien porque te encanta tu trabajo y muy mal porque estás separándote de tu hija», reconoció. Un peso que recae, principalmente, en las mujeres.

De hecho, Mar Pacheco se sinceró al decir que son innumerables las veces que ha ido a trabajar sin dormir. «Cuando mis hijos eran pequeños trabajaba con cuatro hombres y yo sentía que tenía que estar a cierto nivel, así que me exigía mucho». Aún así, insistió en que, en su profesión, nunca se ha sentido menos por su condición de género; es más, todo lo contrario. «Siempre me han tratado con mucho respeto, sobre todo a pie de obra. Soy una persona de equipo y de las que piensa que hay que sumar porque todas las partes son importantes para que el resultado sea bueno», reiteró.

Carmen Guasch, sin responsabilidades familiares, consideró que «es importante el desarrollo profesional y luchar por lo que se quiere ser, a pesar de tener una familia». Y es que quizás la conjunción perfecta sea equilibrar ambas partes, como señaló Tur: «Que en tu casa te apoyen es muy importante. A mí me ha pasado que mi familia ha creído más en mí que yo misma, y eso ayuda mucho».

Retos

Torreblanca hizo una última pregunta antes de acabar la ponencia: «¿Qué metas os quedan por alcanzar?». Y ninguna se quedó callada. Estas mujeres quieren más y son el claro ejemplo de que conformarse no es una opción.

La historia de Martínez quizás resuma bien lo que significa no tener techo. «Con 12 años yo ya quería ser dj, pero pensaba que siendo mujer no podría porque solo veía hombres. Me vine a Ibiza y ví a una mujer en una cabina de Pacha. En ese momento me dije que yo también podía estar ahí. ¿Sabéis lo que pasó 10 años después? Yo estaba ahí pinchando con ella», apuntó.

¿Y ahora? Pues ha empezado la cuenta atrás para que se suba al escenario principal del Tomorrowland, el festival de techno más grande del mundo. Y que sea la primera española en hacerlo. «Mi sueño era ese, pero lo era antes. Ahora creo que nunca voy a llegar a la meta porque sé que me voy a poner otras un poquito antes de llegar a la que tenga», parafraseó.

Palabras con las que Guasch se sintió identificada. «Siempre tienes una aspiración mayor y cuando llevas mucho tiempo haciendo lo mismo, necesitas otro aliciente que te motive. Yo me veo de coordinadora o en un puesto de dirección. ¿Por qué no?».

Pachecho ha conseguido ya lo que siempre había querido: ser profesional liberal. «A lo que aspiro ahora es a continuar teniendo clientes y a respetar mi tiempo personal; los fines de semana para mí es sagrado no trabajar». Y en el otro lado, aún con muchas oportunidades a su alcance, habló Tur. «Me queda mucho por conseguir personal y profesionalmente. Y como sé que cuesta mucho esfuerzo, tengo que aprender a disfrutarlo».

La conferencia finalizó con la proyección de un vídeo del violinista eléctrico José Asunción, residente en Ibiza, que ha versionado con su instrumento ‘Imagine’, de John Lennon, para lanzar un mensaje de paz por la guerra de Ucrania.

La mesa estuvo patrocinada por el Consell de Ibiza, el Ayuntamiento de Sant Antoni, el Grupo Policlínica y Facsa.