Gastronomía de Guerra: Flan de café

Leche, huevos y azúcar. Son los únicos ingredientes necesarios para preparar uno de los postres más habituales en las casas de este país: el flan. Seguro que muchos recuerdan, de su infancia, aquellos flanes gigantes que llegaban, bamboleantes y chorreando caramelo, a la mesa como colofón de la comida familiar de los domingos. Cómo se abría, como mantequilla, cuando se le hincaba el cuchillo para hacer las porciones, mostrando su interior dorado. Darle una vuelta al flan de toda la vida es casi más sencillo que su elaboración.

Se puede infusionar la leche con pieles de cítricos, darle sabor a chocolate dejando que se derritan en ella unas onzas, aromatizarla con especias o hierbas aromáticas (canela, cardamomo, anís estrellado, vainilla, melisa, lavanda, violeta…) e incluso con un té chai muy intenso. Hoy lo vamos a hacer de café. Con café soluble. ¿Se podría hacer con café, café? ¿Recién salido de la cafetera? Sí, pero. En ese caso habría que preparar un café muy intenso y, además, sumarle a la receta un huevo por cada taza de café, para compensar el agua y que el flan cuaje. Y se bambolee cuando lo llevéis a la mesa.

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Preparación

—Preparar un caramelo con la mitad del azúcar (8 cucharadas). Simplemente hay que dejarlo en un cazo a fuego medio y que vaya haciéndose, vigilando que no se queme. Cuando esté dorado, apartadlo, porque seguirá cociéndose y no hay nada que dé peor gusto a un postre que el caramelo quemado.

—Repartid el caramelo en los moldes para el flan. No os preocupéis por el caramelo que se quede pegado al cazo, vamos a usarlo también para calentar la leche y se integrarán.

—Agregad al cazo la mitad de la leche y disolved en ella el café soluble (con cafeína o sin, como más os guste) y las ocho cucharadas de azúcar restante. Llevad a ebullición, comprobando que el caramelo se va despegando y mezclándose con la leche por el calor.

—Apartad del fuego y añadir la otra mitad de la leche, integrándola bien. El objetivo es rebajar la temperatura de la leche para que al mezclarla con los huevos, éstos no cuajen.

—En un bol, batid los huevos y añadid, poco a poco y sin dejar de remover, la mezcla de leche con café.

—Repartid en los moldes sin llenarlos mucho, dejando, como mínimo, un dedo de margen para evitar que el contenido, que subirá ligeramente, se desborde.

—Colocad los moldes en una bandeja honda, poned agua en la bandeja hasta la mitad de los recipientes y hornear unos 45 minutos a 180 grados. Hay que vigilar que el agua del baño maría no llegue a hervir, ya que podría salpicar agua en las flaneras. En el caso de que eso pase, bajad la intensidad del horno o cubrid los moldes.

—Para saber si están hechos, pinchad con una brocheta en el centro y comprobad que sale limpia. En ese caso, sacad la bandeja del horno y dejar que los flanes se atemperen antes de meterlos en la nevera. Servidlos fríos.

El toque gourmet

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