Imaginario de Ibiza: Torre d’en Valls y Tagomago, navegar como en un desfiladero

El tramo marítimo comprendido entre Cala Boix y Pou des Lleó ofrece un paisaje extraordinario al navegante, que atraviesa un paso marcado por el islote y su faro a un lado, y la atalaya defensiva al otro, coronando un acantilado

La antigua construcción de arcos, encalada, y, a continuación, la Torre de defensa d’en Valls .

La antigua construcción de arcos, encalada, y, a continuación, la Torre de defensa d’en Valls . / X.P.

Xescu Prats

Xescu Prats

Quien mira fijamente la mar ya está navegando un poco. (Paul Carvel)

Cuando se conduce hacia Pou des Lleó, una vez tomado el desvío en la carretera de es Figueral, llega un momento en que el paisaje se abre hacia la costa entre campos de algarrobos. En ese instante, Tagomago y la Punta d’en Valls parecen una misma cosa, como si estuviesen unidos y la punta de sa Rajola, con esos hipnóticos pliegues rocosos y diagonales conocidos como sa Cotada, simplemente prolongara el cabo. Hay que aproximarse más a la costa para divisar el costado de poniente del islote al completo, con la mansión en el ombligo de su geografía, antigua casa de cabreros, y el Cap de Xaloc que se eleva en el sur, reservando la mayor altitud para el faro.

Todo aquel que haya navegado entre el islote y la costa ibicenca habrá experimentado la sensación de atravesar un desfiladero marítimo, ya que la distancia entre la Punta d’en Valls y Tagomago es de tan solo 1.600 metros en su paso más estrecho. Si se procede de Santa Eulària, la senda, por el lado ibicenco, comienza en sa Punta Prima, a continuación de Cala Boix, que pone a resguardo de los vientos del sur a la Cala Negra, recodo costero abrupto y aislado, con una orilla de arrecifes entre agua esmeralda.

Prosiguen los elevados acantilados entre este cabo y la Punta d’en Valls, con sus característicos pliegues, rematados con un tupido manto de pinos. En este tramo no hay huellas de civilización hasta que el precipicio cae ligeramente en altura, como formando un valle. Allí, entre el verdor del bosque, se asoma una antigua construcción de arcos, encalada, y, a continuación, la Torre de defensa d’en Valls o de Campanitx, que fue terminada en 1763, aunque la mitad de su estructura voló por los aires en 1846.

Un rayo o un cortejo

La versión oficial afirma que un rayo detonó los cinco quintales de pólvora que se acumulaban en el interior. La exégesis popular alude a una venganza por parte de un vecino, que aprovechó un momento de ausencia de los torreros para detonar el explosivo, después de que uno de ellos hubiese tratado de cortejar a su amada. Al parecer, en aquellos tiempos, en el labrantío de Sant Carles no se andaban con miramientos. El monumento que hoy se contempla es el resultado de la restauración realizada en 1982.

Al otro lado, siguiendo este mismo recorrido con rumbo norte y atravesando un caladero de gerret, que se sigue atrapando a la manera tradicional embolsándolo con artet, es Cap de Xaloc, con el faro en lo alto y las dos viviendas que lo flanquean, para seguir después por los acantilados de sa Graveta y alcanzar por fin la orilla de es Blancar, donde antaño se situaba el chiringuito de Tagomago. Aquí la profundidad del fondo se reduce y el agua, sobre la orilla arenosa, se vuelve completamente turquesa.

Superado el islote después de sa Punta de sa Rajola, el paisaje vuelve a abrirse, dejando a la vista toda la costa de Pou des Lleó, es Figueral y s’Aigua Blanca, así como la Cala de Sant Vicent y las ruinas del faro de Punta Grossa, jubilado precisamente por el de Tagomago. Toda una experiencia.

De islote vip a reserva marina

En 2018, el Govern balear aprobó la Reserva Marina de la Costa Noreste de Eivissa-Tagomago, impulsada por el Consell y los pescadores ibicencos, con el objetivo de preservar los recursos pesqueros de gran riqueza de esta zona y proteger dicho entorno frente a los progresivos avances del turismo náutico y sus dañinos efectos sobre el medio marino. Tagomago entonces ejercía como espacio de ocio, donde turistas lo suficientemente acaudalados como para alquilar la mansión del islote ofrecían fiestas a sus amigos. Durante estos eventos, un helicóptero iba y venía con los invitados, muchos de los cuales, además, llegaban por barco, hasta el extremo de que la orilla de es Blancar parecía un puerto deportivo.

Xescu Prats es cofundador de www.ibiza5sentidos.es, portal que recopila los rincones de la isla más auténticos, vinculados al pasado y la tradición de Ibiza

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