Coses Nostres

El triunfo de las oportunistas

El último recuento de aves acuáticas invernantes de Ibiza y Formentera confirma la tendencia a un aumento de la presencia de garcillas bueyeras en las islas

Cristina Amanda Tur

Cristina Amanda Tur

Las garcillas bueyeras están colonizando el mundo. Incluidas las islas. En el último recuento de aves acuáticas invernantes –realizado en enero y en el que se incluyen las garzas que pueden verse en los humedales– se han contado 303 ejemplares de garcillas bueyeras (esplugabous). Y la mayor parte de esos individuos se hallaban en los dormideros de es Prat de Vila y de s’Estany des Peix (con 126 y 131 individuos).

Las primeras citas de esta garcilla en Balears son de los años 60, y en el libro de 1978 ‘Els aucells de les Balears’, del biólogo Joan Mayol, aún aparece como especie «rarísima». En el año 1997 está citada como nidificante en s’Albufera de Mallorca y ese mismo año se registró una nidificación accidental en Formentera. En 2010 ya es especie sedentaria en expansión en Mallorca y Menorca. En las Pitiusas, su número empezó a aumentar a partir de la década de los 90 y en los últimos años ha ido oscilando entre los 100 y los 200 individuos, llegando, finalmente, a los 300 que se han contado este año.

El agente de medio ambiente y ornitólogo Esteban Cardona, que lleva tres décadas participando en los recuentos de aves, confirma el progresivo aumento de las poblaciones invernantes de esta pequeña garza –Bubulcus ibis en su nombre científico– y destaca que la clave de su éxito es su carácter oportunista. Las garcillas bueyeras pueden verse en diferentes tipos de hábitat, en los campos de cultivo, pastizales donde haya ganado e incluso es habitual observarlas buscando insectos en las rotondas de Ibiza y en las cunetas de las carreteras. También pueden encontrarse en las zonas húmedas, pero lo cierto es que la garcilla bueyera es la menos acuática y la menos pescadora de las ardeidas (las garzas) y su mayor apego a las balsas de agua se revela a la hora de escoger sus dormideros.

Según se explica en la ficha de esta ave en la página de SEO/Birdlife, hasta la segunda mitad del siglo XIX, la especie estaba restringida a sus áreas originales, zonas tropicales y subtropicales de África. Sin embargo, a comienzos del siglo XX inició un proceso de colonización calificado de «sorprendente» y que ha llevado a la garcilla bueyera a estar presente en buena parte del planeta; ya está en las áreas templadas de todos los continentes (no está en la Antártida) y se han descrito y aceptado al menos dos subespecies.

El aumento de las poblaciones de garcilla bueyera es un fenómeno generalizado en todo el mundo, donde además de crecer en número de ejemplares invernantes, también aumenta la cifra de localizaciones en las que la especie pasa al estatus de nidificadora. Actualmente, los primeros individuos llegan a las islas tras la temporada de cría, en septiembre, aunque ya hay registros en los meses de agosto y julio, pero no resultaría sorprendente que algunas parejas, en algún momento, decidieran quedarse a anidar en Ibiza y Formentera.

La clave | Garzas pastoras

Los nombres de la garcilla bueyera se deben a la asociación con los grandes herbívoros salvajes africanos que mantienen en su lugar de origen (ñus, búfalos y antílopes), una relación que han mantenido con el ganado al ir colonizando otros lugares. En catalán, su nombre es esplugabous y el nombre del género, Bubulcus (del que la garcilla es la única representante), significa ‘pastor’ en latín. Las garcillas aprovechan los insectos y pequeños mamíferos, anfibios o reptiles que saltan de la vegetación al paso de los grandes herbívoros. 

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