Coses nostres: Flechas marinas

El charrán patinegro es el más abundante de los charranes que visitan las islas en migración y un ave con una particular forma de zambullirse para pescar

Charrán patinegro
fotografiado en diciembre
en Platja d'en Bossa. CAT

Charrán patinegro fotografiado en diciembre en Platja d'en Bossa. CAT / Cristina Amanda Tur

Cristina Amanda Tur

Las siluetas de los charranes –con sus formas aerodinámicas, sus alas afiladas y la horquilla de su cola– son inconfundibles en la costa, distinguiéndose fácilmente de las gaviotas cuando ambos grupos coinciden en el litoral pitiuso, durante los pasos migratorios. En realidad, los charranes (estérnidos) fueron considerados antaño una subfamilia de las gaviotas, y aunque hoy conforman una familia separada son conocidos también como gaviotines. Y más allá de su silueta, si por algo son inconfundibles los charranes es por su espectacular forma de pescar, por sus zambullidas en picado –como flechas blancas– y por la forma en la que muchos de ellos se ciernen sobre el agua, observando a los peces y esperando el momento apropiado para lanzarse.

El charrán patinegro –Thalasseus sandvicensis en su nomenclatura binominal y xatrac en catalán– es el charrán más abundante, el más costero, el que con más frecuencia visita las islas y prácticamente el único que es capaz de zambullirse desde una altura de quince metros sobre la superficie del mar. Los charranes patinegros pescan de forma similar a como lo hacen los alcatraces.

Estos estérnidos pueden verse cada año con relativa frecuencia —especialmente en los meses de febrero y marzo— en puertos y bahías, que se encuentran entre sus áreas de pesca preferidas. También pueden verse en los estanques de ses Salines.

Esta ave —de largo pico negro y con un toque amarillo como rasgo distintivo— acostumbra a descansar en los pantalanes y boyas de los puertos, en las motas salineras y en las estacas de madera del interior de la zona húmeda del parque natural de ses Salines. A partir del mes de septiembre pueden avistarse ya los primeros ejemplares, pero es en noviembre cuando su presencia se convierte en habitual.

El charrán patinegro —xatrac o también llambritja— es un ave intensivamente estudiada y anillada por ornitólogos en todo el mundo, por lo que el conocimiento que se tiene sobre sus migraciones es amplio. Todas sus poblaciones son migradoras y las que visitan las islas proceden de lugares como el mar Negro o el norte de Europa y son ejemplares que deciden invernar en el Mediterráneo en lugar de hacerlo en las costas atlánticas del oeste de África, donde se concentra el grueso de la población migradora. La especie —que nidifica en el delta del Ebro y la albufera de Valencia, pero no en Balears— está incluida en el Libro Rojo de las Aves de España en la categoría de vulnerable y aparece clasificada como de interés especial en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas.

Además del charrán patinegro –y segun puede leerse en el libro ‘Nacida para volar. Aves de Ibiza y Formentera’–, las Pitiusas reciben la visita de otras siete especies del mismo grupo: la pagaza piconegra (Gelochelidon nilotica), la pagaza piquirroja (Hydroprogne caspia), el charrancito (Sternula albifrons); el charrán común (Sterna hirundo), el fumarel cariblanco (Chlidonias hybrida), el fumarel aliblanco (Chlidonias leucopterus) y, finalmente, el fumarel común (Chlidonias niger).

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