Opinión | TRIBUNA

La ‘starbucks’ de los profetas

Escojo este párrafo de ‘El Libro de los amores ridículos’ de Milan Kundera: «Cuando crees en algo al pie de la letra, terminas por exagerar las cosas ‘ad absurdum’. (…) Las frases políticas y los sofismas no están, naturalmente, para que la gente se los crea; su función es más bien la de servir de disculpa compartida, establecida de común acuerdo; ‘los ingenuos’ que se los toman en serio terminan antes o después por descubrir las contradicciones que encierran (…) No, el exceso de fe nunca trae nada bueno.»

Las Pitiusas sufren la herencia de meca ‘hippie’ con su correspondiente peregrinación y lugar mejor indicado en el mapa para que esa astracanada o modus vivendi ya caducado se rehúse hasta el hastío.

De ahí se puede decir que se criba la mucha práctica de una fiebre holística new age que se concentra en nuestras islas, (de estos lodos me reservo la metonimia Starbucks). Esto además hay que apuntar, es algo que sustancialmente va siendo residuo recurrente y en la mayoría de los casos de rebote o sustituto de años pasados de jugar al ‘de-club-en-club-y-un-tirito-porque-me-toca o el mítico esta-sí-esta-no-esta-me-la-como-yo’.

Esa entropía holística new age ultra cromática y multifuncional ofrece a dicho perfil de individuo un lugar en el que encaja a la perfección. Ya que, en primer lugar, encuentra respuestas infinitas sin necesidades empíricas, segundo porque sufre una constante cerrazón de auto-significancia y necesidad de sentir que lo que hace es especial y tercero y sobre todo un salvoconducto donde lucrarse sin mucho esfuerzo.

Hay que partir de la base, por poner un ejemplo arbitrario, de que para ser un ‘Kuro-Obi’ (como denominan en japonés a los maestros del sushi) se necesitan años de formación, práctica y pasar un riguroso examen, es decir para ser ‘un maestro’ claro.

Resulta cuando menos protervo y abrumador ver cómo otros se forman para ‘chamanes’ de una u otra avanzadilla del mundillo holístico new age en poco menos de unas semanas. Y con un título sellado y firmado en un país sudamericano o del sudeste asiático, asumen ser ya perfectamente capaces de reproducir alguna magia terapéutica y curativa sobre el ‘cuerpo, mente y alma’ (nada menos) de otros como si de una alucinación propia del consumo de alguna sustancia se tratara. Esto a cambio de una ‘donación’ que normalmente y para que no te pierdas (sobre todo después de la sesión recibida) te guiará hacia la cantidad pertinente que no suele ser precisamente popular, pero eso sí, exenta de tasas contributivas.

Entonces, ahora sí, cabe preguntar ¿quién es más ingenuo, el que hace o el que se deja hacer?

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