Opinión

Vértigo electoral

Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto” (Georg C. Lichtenberg).

La crónica del esperpento acontecido en el Ayuntamiento de Sant Antoni la semana pasada se inició el lunes, con una aparentemente plácida rueda de prensa en la que el alcalde, Marcos Serra (PP), y sus lugartenientes, Joan Torres (PI) y José Ramón Martín (Ciudadanos), dieron a conocer los presupuestos del Consistorio, que ascendían a 31,5 millones de euros, los más cuantiosos en la historia del municipio. Joan Torres, el concejal del tripartido que más veces ha votado en contra de sus socios, incluso explicó a los medios que su apoyo a dichas cuentas únicamente dependía de un “fleco” que se resolvería antes o incluso durante el debate presupuestario.

Así llegamos al pleno municipal del martes, en el que el remanso de paz de la víspera se transformó en un absoluto caos, saltando el gobierno municipal por los aires. En el último momento, Torres dio a conocer su fleco: un compromiso por escrito del alcalde para que antes del 31 de enero se redacte un plan para la adquisición de obras de arte, se modifique la ordenanza de ruidos para que los limitadores de los locales transmitan datos en tiempo real, se elabore la norma reguladora de los presupuestos participativos y se cree la figura del defensor del ciudadano. Torres apostilló que no era necesario que todo estuviera terminado para dicha fecha, pero sí que al menos se iniciara.

El alcalde se negó a estas demandas y tildó al concejal del PI de “chantajista” e “irresponsable”. Los presupuestos, obviamente, no se aprobaron y, además, el concejal de Ciudadanos, José Ramón Martín, anunció que renunciaba a formar parte de un gobierno incapaz de aprobar sus propios presupuestos.

El miércoles, el alcalde destituyó a Joan Torres de todas sus funciones en el equipo de gobierno. Por su parte, Ciudadanos anunció también la apertura de un expediente a su concejal de Sant Antoni por abandonar el gobierno municipal sin consultarlo con el partido. Informó de ello, por cierto, el coordinador de este partido en las Pitiusas, Javier Torres, que liderará la lista de la nueva plataforma irrumpida en Sant Joan, Sa Veu des Poble, a raíz del descontento entre algunos sectores del PP por cómo se ha llevado la sustitución de Antoni Marí Carraca, que dejará el puesto tras 24 años. Este vacío ha dinamitado la paz que hasta ahora había existido en la derecha de Sant Joan y provocado que quien presumiblemente iba a liderar la lista del PP, Santi Marí, finalmente haya sido sustituido por Tania Marí.

Ese mismo día, nos enteramos que, de no aprobarse los presupuestos de Sant Antoni, no solo resultará imposible llevar adelante las inversiones previstas, sino que también se irán al traste los convenios con las entidades sociales, culturales y deportivas. Es decir, el dinero municipal que recibe Cáritas y otros colectivos para atender a las personas que más lo necesitan perderán estos recursos. Y lo mismo ocurrirá con las clubes deportivos donde los niños aprenden un deporte y salen a competir y con las asociaciones que impulsan la vida cultural en el municipio.

El jueves, tras tan convulsas jornadas, la política de Sant Antoni se tomó un breve receso. Sin embargo, en Mallorca, Cáritas presentó su informe Foessa sobre el coste de la vida, que arroja conclusiones muy inquietantes a raíz del proceso inflacionista que vive nuestro país y buena parte del mundo. Entre ellas, que una de cada tres familias se queda sin capacidad para cubrir sus necesidades más elementales e incluso que se están reduciendo de forma drástica los gastos en alimentación. Los ciudadanos de Balears, asimismo, van a verse obligados este invierno a invertir una media de 80 de cada 100 euros en vivienda, alimentación y suministros, cuando antes les bastaba con 65. Además, el archipiélago balear es la comunidad autónoma donde la diferencia entre ricos y pobres es más pronunciada. Vivimos, en consecuencia, en la sociedad más desequilibrada del país.

El viernes, el alcalde de Sant Antoni urgió a la oposición a negociar el presupuesto en busca de un acuerdo que permita su aprobación. Un acercamiento que hasta ahora no se había producido.

Este es un resumen aséptico de los hechos. Hablan por sí mismos. Sobran las opiniones. Más allá de quién sea el mayor responsable de esta crisis, sí podemos significar que las culpas hay que repartirlas entre todos, aunque no sea a partes iguales. Sin embargo, sí convendría aparcar un rato la batalla de egos, iniciar las negociaciones con verdadera voluntad de alcanzar acuerdos, esperar cierta generosidad de una oposición a la que hasta ahora no se ha tenido en cuenta y encontrar la manera de que ningún colectivo social, cultural o deportivo acabe pagando los platos rotos.

@xescuprats

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