Opinión

Para 2022, que pare la sangría

La víspera de Nochebuena se armó la marimorena en las redes sociales cuando el Gobierno español hizo público que el Grupo Universo Pachá, que tiene en Ibiza algunos de sus negocios más emblemáticos vinculados al sector del ocio, recibió 18 millones de euros de financiación con dinero público, procedentes del fondo de recapitalización de empresas afectadas por la crisis. En el mismo paquete se asignaron ayudas una cadena hotelera mallorquina, una compañía de gestión de restauración y una firma de mecánica de presión, aunque la inmensa mayoría de las críticas al Gobierno se produjeron por financiar a la empresa ibicenca.

En Twitter, por ejemplo, la marca de las cerezas fue trending topic nacional y entre la oleada de comentarios negativos, algunos como estos: «no hay dinero para reforzar las plantillas sanitarias para luchar contra la sexta ola, pero sí para las discotecas», «el rescate de Pachá va a llegar antes que las ayudas a La Palma» o «el Gobierno subvenciona a Trilantic Capital Partners, un fondo especulativo con sede en tres paraísos fiscales». De forma reiterada, también se ironizaba con que la ayuda se hubiese justificado en el «alto componente de innovación» de dicha empresa, según explicó el Ejecutivo en una nota de prensa. Luis Garicano, eurodiputado de Ciudadanos, incluso habló de «rescates millonarios a dedo para cuatro enchufados».

Durante esta crisis, el Gobierno ya ha aprobado otras ayudas empresariales que han levantado una oleada de críticas, como ocurrió, por ejemplo, con la aerolínea Plus Ultra. Las críticas por la concesión al grupo Pachá obedecen a varios motivos, pero el más repetido tiene relación con que la propiedad del grupo es un fondo de capital riesgo calificado como ‘buitre’ por algunos medios de comunicación. Trilantic fue fundado en 2009 por cinco ejecutivos procedentes de Lehman Brothers, compañía que protagonizó la mayor quiebra en la historia de Estados Unidos, detonando la crisis financiera mundial de 2008. El fondo tiene base en Nueva York, gestiona miles de millones de euros en capitales por todo el mundo y en España, además del grupo Pachá, controla la ferroviaria Talgo y la empresa de energía fotovoltaica Gransolar.

A los trabajadores que aún siguen en el Grupo Pachá, los mismos que se salvaron del ERE de 2019, la noticia tiene que haberles dejado un regusto agridulce. Lo amargo reside en que probablemente no esperaban que, a pesar de la crisis, su empresa tuviese que ser rescatada, especialmente cuando pertenece a un fondo internacional con tantos recursos. Lo positivo, que al menos sus puestos de trabajo ya no deberían de estar en peligro, gracias a esta llegada de efectivo. Desconocemos hasta qué punto dichas ayudas efectivamente se conceden a dedo y si Pachá las merece más o menos que otros que no las han recibido. Lo que sí genera dudas es que el principal argumento que maneja el Gobierno para habérsela concedido es que el grupo tiene un «alto componente de innovación».

Desde que el empresario Ricardo Urgell vendió su grupo a Trilantic en 2017, en una operación estimada en 350 millones de euros, la realidad es que en Ibiza se tiene la sensación de que la marca progresivamente ha ido perdiendo influencia, notoriedad y, sobre todo, carácter. El propio Urgell ha manifestado públicamente que los ibicencos le paran por la calle para expresarle que, desde que se ha ido, Pachá ya no es Pachá y ha calificado la venta como el gran error de su vida, además de acusar a los nuevos accionistas de ignorar sus consejos y desvirtuar la compañía. En la prensa económica incluso se ha llegado a hablar de ‘McDonalización’ de la marca.

Lo ocurrido con este grupo empresarial, en todo caso, constituye un ilustrativo ejemplo del proceso de globalización económica que se expande por la isla y sus consecuencias. La desmesurada proliferación del segmento del lujo ha atraído la atención de fondos de inversión que se dedican a especular a corto plazo. Llegan con la intención de hacer negocio de forma rápida e ignoran sistemáticamente la particular idiosincrasia de la isla, que constituye uno de nuestros principales atractivos. Ibiza es un destino único y original por su paisaje, su clima y su cultura, pero también por la singularidad de muchos de sus negocios. Si siguen desembarcando multinacionales para apropiarse de los locales y servicios más pintorescos, adaptándolos a sus estructuras impersonales y protocolos internos, acabarán desnaturalizando la isla por completo.

Siguiendo esta costumbre irracional de pedirle deseos al año nuevo, como si éste nos escuchara, reclamémosle pues que, además de salud y el fin de la pandemia, detenga de una vez esta sangría empresarial. Que los residentes retomen y mantengan la gestión de sus empresas y propiedades, en vez de venderlas masivamente a potentados foráneos que ya vemos lo que hacen con ellas y a la deriva que nos condenan.

@xescuprats

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