El Institut d'Estudis Eivissencs reclama «soluciones más sostenibles» para evitar una cuarta desaladora en Ibiza

Alerta sobre los costes monetario, de energía y territorio de una cuarta planta y exige a las instituciones que «reflexionen» porque «no es la solución»

Maquinaria de la desaladora de Santa Eulària, la tercera de la isla, que se puso en marcha en julio de 2018x

Maquinaria de la desaladora de Santa Eulària, la tercera de la isla, que se puso en marcha en julio de 2018x / J.A.RIERA

Las desaladoras «no son la solución» a la falta de agua en Ibiza y una cuarta planta de este tipo tendía importantes consecuencias en el territorio y el medio ambiente, además de un coste económico importante por la cantidad de energía eléctrica que necesitan. Por todo ello, desde el Institut d’Estudis Eivissencs (IEE) reclaman a las instituciones que «reflexionen» sobre la gestión del agua y que planteen soluciones sostenibles.

Desde el IEE recuerdan que en Ibiza «siempre ha habido escasez de agua dulce» y que los acuíferos tienen «una capacidad limitada, están muy fracturados y repartidos por toda la isla». A todo ello se suma el acelerado incremento de la actividad económica y de la población en los últimos 50 años. «Hemos creído que la tecnología puede resolver prácticamente todos los problemas, sin pararnos a pensar cuáles son los costes del agua desalada no sólo en euros, sino también medioambientales», apuntan.

Detalle del interior de la desaladora de Santa Eulària.

Detalle del interior de la desaladora de Santa Eulària. / J.A.Riera

Las desaladoras son «instalaciones muy caras y sofisticadas» que «requieren de un gran coste de energía», por lo que habría que construir más subestaciones y generadores con el consiguiente «coste de territorio y pérdida del paisaje». Y ponen como ejemplo los transformadores de Benimussa, que han provocado la movilización de vecinos.

Las energías alternativas «también provocarían un importante impacto ambiental y paisajística».

Además, las desaladoras generan salmuera como residuo, «con una concentración de sal muy elevada que se devuelve al mar provocando una contaminación hipersalina». Este «poderoso contaminante invisible modifica el ecosistema marino» y amenaza además la supervivencia de la posidonia, planta marina clave para el mar pitiuso.

En cuanto al proyecto del Govern para inyectar agua desalada en acuíferos, adelantado por Diario de Ibiza, el IEE señala que «no hay ninguna garantía de que el agua quede donde se inyecte». Y explican que «no existen estudios geológicos que lo certifiquen». «Hace falta saber muchos factores que ahora desconocemos», apuntan, y añaden que «guardar agua en los acuíferos puede ser tan contraproducente como tirarla al mar directamente, con unos costes que no se pueden asumir de ninguna manera».

Para el IEE, la mejor solución sería «racionalizar el consumo de agua, evitar las fugas en el suministro, limitar el número de personas que hay puntualmente en la isla» los meses de julio y agosto, «no permitir el uso de piscinas y duchas de agua dulce cerca del mar y fomentar el concepto de talasoterapia» o uso terapéutico del agua de mar.

Reutilizar el agua depurada

Además, instan a reflexionar sobre el uso del agua depurada «que ahora se tira al mar y que puede ser reutilizada» a pesar de su elevada salinidad.

En este sentido, el IEE lamenta que hace «más de diez años» que se conoce este problema, al que no se ha puesto solución, y matiza que este caudal «sí se puede utilizar para limpiar las calles y evitar el consumo de agua que puede ser utilizada para otros usos».

«Antes de planificar una cuarta desaladora hay muchas acciones de gestión por explorar», y el Institut d’Estudis Eivissencs «conmina a las autoridades a reflexionar y buscar soluciones más sostenibles a largo plazo».