Entrevista

Marià Torres, profesor de instituto jubilado y filólogo: «Cada libro tiene una historia, una anécdota o una sorpresa»

«Recuerdo que, cuando empezamos en el instituto Quartó de Portmany, había mucho entusiasmo y mucha colaboración entre las familias y el centro, y he visto que esta confianza ha ido desapareciendo»

Marià Torres de espaldas a unos instrumentos musicales. | TONI ESCOBAR

Marià Torres de espaldas a unos instrumentos musicales. | TONI ESCOBAR / Miguel González

Miguel Ángel González

Miguel Ángel González

Después de toda una vida dedicada a la docencia, este septiembre será el primero en el que el filólogo Marià Torres (Sant Antoni, 1957) no volverá a las aulas tras el verano por haberse jubilado. Además de a la enseñanza, durante su extensa trayectoria se dedicó al teatro, la investigación filológica y antropológica y la política. Debido a su actividad intelectual, el Institut d’Estudis Eivissencs lo premió con la Menció d’Honor Sant Jordi en 2006 y el Ayuntamiento de Sant Antoni le concedió la Medalla de Oro del municipio en 2019.

La primera pregunta es obligatoria. En dos semanas empieza el primer curso escolar después de que se haya jubilado, ¿cuáles son sus sensaciones ahora mismo?

Yo creo que este año será muy diferente. Lo veo desde fuera con mucha tranquilidad y deseo a mis compañeros mucha suerte. Siempre han sido grandes profesionales, pero creo que volver a empezar con una nueva ley educativa comporta un sobreesfuerzo y pienso que tengo la suerte de ver toda la adaptación a esta normativa desde fuera.

Ha sido catedrático de lengua catalana y literatura desde 1982 y ha impartido clases en varios institutos de Ibiza. ¿Cuál es el cambio que más le ha sorprendido en todo este tiempo?

He pasado por tres institutos. Empecé en Blanca Dona, después estuve en el Santa Maria y, en el 1988, empecé en el Quartó de Portmany. Siempre me ha parecido que cada año que empieza es una sorpresa. Cuando entras en un aula, de Bachillerato o de ESO, tienes que llevar el tema, las actividades y las estrategias muy bien preparadas. Pero también tienes que estar preparado para que, cuando entres en un aula, notes que hay un ambiente adecuado para poder hacer esa clase porque muchas veces ha pasado cualquier cosa y ves que no es el momento adecuado para empezar esa actividad o esa clase que tenías pensada. Por tanto, tienes que estar preparado para cualquier sorpresa. En este momento solo destacaría que la situación más kafkiana y más extraña que he vivido en mi vida han sido estos años de pandemia. Desde hacer clase online hasta tener que estar en clase todos con mascarilla. Es una situación que de aquí a unos años, cuando veamos las fotos de todo esto, pensaremos: «¡Qué días!».

¿El alumnado y el profesorado también han sido parecidos en estos años?

El profesorado siempre ha sido igual y los alumnos, más o menos, también. La gente se escandaliza por cosas que pasan ahora en los institutos. Yo me acuerdo que el primer año, el 1981, yo era tutor de primero de BUP en Blanca Dona y los alumnos, a final de curso, hicieron una hoguera dentro del aula delante de mí para quemar los boletines de notas. Hablo del año 1981. Imagínate qué cosas pasaban. He visto de todo. Una cosa que sí he notado es referente a las familias. Me acuerdo que, cuando empezamos en el Quartó de Portmany en el año 1988, había un gran entusiasmo y una gran colaboración entre las familias y el instituto y he visto a lo largo de los años que esta colaboración y esta confianza han ido desapareciendo. Lo he echado de menos. Pienso que es muy importante para la salud de la educación que las familias estén muy cerca de los institutos y las escuelas.

«Cada libro tiene una historia, una anécdota o una sorpresa»

Marià Torres relee uno de sus libros frente a la Iglesia de Sant Antoni. / Toni Escobar

¿Ha tenido alguna otra experiencia con la docencia fuera de los institutos?

Sí, entre los años 1970 y 2000, todos los veranos los dedicaba a organizar acampadas al aire libre para niños en las que dormíamos en tiendas de campaña. Al principio eran solo para chicos y fueron mixtas más adelante. También hacíamos otras actividades en las que dormíamos en casas parroquiales. Después pusimos en marcha escuelas de verano y yo las dirigía. También di cursos de directores y monitores de tiempo libre en la escuela Portus Magnus, que dirigía Toni Torres Tonís.

El teatro es otra actividad en la que ha estado muy involucrado desde joven. ¿Hay parecidos entre un aula y un escenario?

Sí, ¿por qué no? No quiere decir que los profesores tengamos que ser actores o payasos continuamente, pero está claro que somos actores y activos en una aula, pero los alumnos también: como público y como actores, muchas veces.

Ha sido actor, director y escritor teatral. ¿En qué papel se ha encontrado más a gusto?

Me ha gustado más la actuación. Desde que tenía 12 años he estado en el mundo del teatro actuando. Durante este tiempo a veces me ha tocado dirigir al mismo tiempo, pero creo que poner en escena una obra de teatro es un trabajo interdisciplinar y de equipo. Por lo que respecta a la escritura dramática he hecho poca cosa. Escribí una tragedia que se estrenó en el año 1978 cuando estaba estudiando en Barcelona, ‘Cosas de siempre’. También hice un montaje escénico muy especial que fue ‘Titellamón’ y ‘Tres instantes en la vida de Marià Villangómez’. Además de eso, tengo tres o cuatro obras de teatro infantil que hoy por hoy están inéditas.

« Tengo la suerte de ver toda la adaptación a esta nueva normativa educativa desde fuera»

A través del teatro y de otras actividades ha estado muy vinculado al mundo de la cultura toda su vida y ha sido conseller de Cultura y Educación en el Consell de Ibiza durante cuatro años. Entonces, la ha experimentado desde todos los puntos de vista: como productor y desde las instituciones. ¿Qué le espera a la cultura en Ibiza?

Siempre he estado y estoy muy implicado en el mundo de la cultura. Empecé desde muy joven. Concretamente, estoy muy vinculado a la cultura catalana en Ibiza porque pienso que es diferente de las demás y me preocupa un poco que, en nombre de la globalización, nuestra cultura pueda desaparecer. Así que mi inquietud y mi lucha es para defender la lengua y cultura catalanas.

Hace un momento hemos comentado que se ha dedicado a la política. Desde 1983 fue ocupando diferentes cargos por el PSOE. ¿Recomienda esta experiencia política a quien quiera comenzar en esta labor?

Sin duda. Creo que he tenido la suerte de tener las dos dedicaciones humanas más interesantes: la vida política y la vida dedicada a la educación. Ya las recomendaba Aristóteles. Creo que son las dos profesiones más completas que hay en la vida y he tenido la suerte de vivirlas muy de cerca.

¿Hay algún proyecto que le hubiese gustado llevar a cabo desde la política, pero que no le fue posible?

Cuando era conseller había un proyecto que era la construcción de una gran biblioteca insular que también almacenase los archivos que hay dispersos. Ya estaba todo redactado y el solar estaba cedido al Ministerio de Cultura. Este proyecto quedó abandonado primero porque nosotros salimos del Consell y entró el Partido Popular, que no tuvo ningún interés por darle continuidad. Pero todavía me duele más que, desde nuestro partido, el Partido Socialista, no se considere prioritario y, de momento, este proyecto haya quedado hundido.

« Mi inquietud y mi lucha es para defender la lengua y la cultura catalanas»

Pasamos a su faceta de escritor, ha publicado obras de teatro, poesía, filología, historia y antropología y botánica, entre otras. ¿De dónde le viene el interés por tantas áreas?

La antropología es una de mis últimas pasiones y me gustaría dedicarme más tiempo. Mi formación es filológica, hice mi tesis doctoral sobre una investigación lingüística de un texto de Ibiza del siglo XVII, pero la investigación filológica y lingüística está ligada al contexto cultural y antropológico. Así es como descubres que detrás de las palabras hay toda una cultura y de aquí viene mi complemento con la antropología. Todo lo que hago está relacionado con la investigación lingüística.

Ha publicado algunos artículos sobre botánica. ¿También es complementaria para sus investigaciones de filología?

La parte de la botánica que me interesa es la etnobotánica porque detrás de los nombres de las plantas hay toda una serie de creencias, de relaciones con la medicina, con la cocina, oficios o el arte. Creo que esto abre un campo de investigación fantástico. Puedes identificar la cultura de un pueblo por la etnobotánica: creencias, supersticiones, oraciones y mitología. En Ibiza todavía conservamos perfectamente toda esta riqueza de conocimientos orales y esto se ha de recoger. Es uno de mis objetivos al investigar la etnobotánica.

A lo largo de su trayectoria ha recibido varios premios como la Menció d’Honor Sant Jordi o la Medalla de Oro de Sant Antoni. ¿De todos ellos, cuál le hizo especial ilusión?

Son dos reconocimientos muy importantes y procedentes de dos ámbitos muy diferentes. La Menció d’Honor del Institut d’Estudis Eivissencs es un reconocimiento a mi compromiso con la lengua y cultura catalanas. La Medalla de Oro del Ayuntamiento de Sant Antoni es un agradecimiento a toda una vida dedicada a la cultura en el pueblo.

Antes comentamos que se acaba de jubilar, ¿ya sabe a qué piensa dedicarse ahora que se ha jubilado y que tendrá tanto tiempo libre?

No me aburriré. Quiero viajar, como he hecho siempre. Quiero poner orden y releer mi biblioteca. Tengo una gran biblioteca filológica, de temas locales y de libros antiguos. Me gustaría aprender un poco de música y piano y no pienso abandonar el teatro, es algo que he hecho toda la vida. También quiero seguir con la investigación. Tengo algunos libros en proyecto: una historia del teatro en Ibiza, uno de etnobotánica, otro de antropología y seguir con nuevos temas.

« La investigación filológica está ligada al contexto cultural. Así es como descubres que detrás de las palabras hay toda una cultura»

También está escribiendo un libro acerca de la historia del teatro en Sant Antoni. ¿Nos puede adelantar algo?

Esta historia del teatro en Sant Antoni empieza antes de la Guerra Civil. En los años 30 ya se inauguró un local ligado a la Iglesia, donde ahora está la plaza norte. Hacía muchas representaciones de teatro y sus directores eran el párroco del pueblo, Bartomeu Ribas Ferrer, conocido como el capellán Mico, y su sobrina Lola. Durante la guerra se siguió haciendo teatro y se sumó a la dirección la primera superiora de las Trinitarias, que llegaron a Sant Antoni en el año 1937 y no hubo interrupción. Después, en los años 50, hubo otro grupo con otra generación de gente. A partir de los 70 comienza el Grup de Teatre Ca Nostra, que era un club juvenil ligado a la iglesia, que funcionó muchos años. Hay toda una continuidad y es lo que quiero publicar.

Por último, ¿qué le diría a una persona, mayor o joven, que empieza a acercarse a los libros?

Los libros son una fuente de todo. He vivido la sorpresa que causan los libros, ahora que los libros en papel están en segunda fila. He visto el gusto con el que los alumnos reciben un libro antiguo. Toda la vida he llevado a clase material para que los alumnos los tocasen: pergaminos, libros antiguos… Cada libro tiene una historia, una anécdota o una sorpresa y eso es muy importante porque te despierta interés por muchas cosas. Sobre todo te conecta con tantas y tantas materias. A lo largo de la vida de un estudiante, ¿cada año cuántas asignaturas repites lo mismo una y otra vez? En cambio, a través de la historia de un libro es cuando encuentras un sentido y unas conexiones con geografía, historia, literatura, lengua… Pienso que es una buena fuente.

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