Entrevista | Álvaro Palma Psiquiatra

Álvaro Palma, psiquiatra: «Recibía ofertas de otros hospitales mientras estaba en Can Misses»

El psiquiatra, que llegó a Ibiza para montar la unidad de Patología Dual, esperó a finalizar su contrato para marcharse al Hospital de Osuna, donde le ofrecieron ser el coordinador del servicio de Psiquiatría

Álvaro Palma, hace unos días,en el patio interior delHospital Can Misses.

Álvaro Palma, hace unos días,en el patio interior delHospital Can Misses. / J. A. RIERA

Marta Torres Molina

Marta Torres Molina

El 13 de mayo de 2019 el psiquiatra Álvaro Palma puso por primera vez un pie en Ibiza, tras cruzar Francia con su coche, para poner en marcha la unidad de Patología Dual del Hospital Can Misses, que atiende a personas en las que el trastorno mental se combina con un problema de adicción. Hace tres semanas, el pasado 14 de mayo, finalizó su contrato con el Área de Salud pitiusa y puso rumbo al Hospital de Osuna, en Sevilla, donde acaba de estrenarse como coordinador del servicio de Psiquiatría. Éste es el principal motivo por el que se ha marchado de la isla. Pero no el único. Porque el psiquiatra, nacido en Granada, asegura que las decisiones, en general, se toman por varios motivos.

Se achaca la marcha de médicos a tres motivos: vivienda, plus de residencia y catalán. ¿Se marcha por alguno de ellos?

[Ríe] Las razones de irte o quedarte en un sitio son complejas y hay gente que con ciertos intereses quiere poner el énfasis en una u otra. Suele haber varias razones. El tema de la vivienda influye porque Ibiza es caro y hay poca oferta y difícil. Hay propietarios que se aprovechan de la situación y esto genera una sensación de malestar o inseguridad que no es agradable. Respecto al tema del catalán es complicado.

¿A qué se refiere?

[Responde en un perfecto catalán] Tengo el nivel C de catalán, lo puedo hablar, escribir, no tengo ningún problema, lo hablo con mis amigos. Es una lengua que me gusta mucho. Lo que no me gusta es que se utilice como herramienta de presión. En el caso de la terapeuta ocupacional de la unidad sí que hemos tenido un problema. No tenía el título y la echaron de la bolsa y no le renovaron el contrato. Pasamos una semana sin esta profesional hasta que aceptaron hacerle un contrato con el compromiso de que tuviera el título en un año. Fue una presión para el equipo.

Nos falta el plus.

No es algo que me haya afectado. Entiendo que puede ser un incentivo importante para quien va a Ibiza y que compensa lo que supone la vida en la isla. Yo, la razón por la que vine a Ibiza fue por el proyecto de la unidad de Patología Dual y no por un tema económico. Pero entiendo que hay personas a las que pueda afectar.

« Tengo el C de catalán. Lo hablo, lo escribo. Me gusta, pero no me gusta que se use como presión» « Lo fundamental en la unidad es el espíritu. Atender a los usuarios y familiares sin juzgarles»

¿A dónde se marcha?

A Osuna, un pueblo en la provincia de Sevilla. Es un cambio importante y no sólo de lugar. Aquí coordinaré el servicio de Psiquiatría, es un proyecto más grande, más interesante en cuanto a la carrera profesional. Ésa ha sido la razón importante para marcharse. Mi familia también está cerca. Me apasiona la patología dual, las sustancias psicoactivas, las adicciones. En Andalucía la situación es muy parecida a la de Ibiza cuando llegué. La red de adicciones está separada de la de Psiquiatría y la idea sería unificarla en algún momento. Si se hace, me encantaría participar. Es en lo que más me he formado y lo que más me gusta.

¿Allí también hay falta de profesionales?

Sí, depende de las zonas. En los tres grandes hospitales de la capital tienen más fácil cubrir las vacantes. Osuna es una zona más rural, con más dispersión geográfica. Es un hospital comarcal, muy parecido a Can Misses, en este sentido. La población de referencia son 170.000 personas, y en Can Misses unas 160.000. En Ibiza la población está más concentrada. La escasez de profesionales se nota. Eso pasa en Ibiza, en Osuna y en muchas provincias. Hay un déficit de profesionales sanitarios en general y de psiquiatras en particular. Hay mucho trabajo para los psiquiatras ahora mismo y puedes elegir el contrato que más te apetezca. Y donde más te apetezca.

¿Tuvo muchas ofertas mientras estuvo aquí?

Sí, me llegaban bastantes ofertas. Sobre todo de hospitales donde había estado y de gente con la que había trabajado.

Montó la unidad cuando llegó. ¿En qué estado está ahora que se marcha?

Es algo que me preocupaba. Ha sido un proyecto bonito. Lo fundamental es el espíritu a la hora de atender a los usuarios y las familias. Cambiar el paradigma de mucho prejuicio y exclusión. Pienso que eso, con los dos compañeros que se quedan, se podrá continuar. Tanto con Javier Moreno y Verónica Salomoni la relación ha sido buena y han integrado de forma correcta los principios de la unidad y le podrán dar continuidad. Sería importante que hubiera un psiquiatra a tiempo completo, que aún no se ha conseguido, y también un profesional de psicología. Creo que este mes se incorpora una a tiempo parcial. Es importante que tanto la dirección del Área de Salud como el Ib-Salut tengan en cuenta las necesidades de la unidad y puedan mantener una plantilla estable. Uno de los problemas de la unidad es que si se sustenta mucho en una persona, en cuanto se va, eso supone una sobrecarga en los demás. Ahora que me he ido yo la unidad se queda aun más coja. Hay que mantener esa continuidad aunque uno se vaya. Por los motivos que sean.

« Muchos usuarios han vivido cosas difíciles: ingresos involuntarios y cambios de medicación sin preguntar» « No tuvieron que convencerme mucho para venir. Me propusieron crear la unidad y no me lo pensé»

¿Se despidió de los usuarios?

Sí, sí. De los usuarios, de las familias, de los compañeros... Después de tres años se crea un vínculo importante y hay una ruptura. Lo hemos sentido todos.

¿Cómo se lo tomaron?

De entrada, mal. Luego, bien. La primera reacción es pensar que hay otro cambio de profesional, tienen que visitarse con otro psiquiatra. Esto les generaba una cierta inseguridad. A los usuarios no les suelen gustar los cambios, especialmente cuando están en un entorno que les resulta más cercano y en el que se sienten cómodos. Cuando les expliqué que me iba porque tenía una oportunidad mejor se alegraron y me felicitaron.

A las familias les preocupa que tengan que volver a crear ese vínculo. ¿Hay formas para facilitar ese proceso?

Aquí hay dos temas fundamentales. Por un lado está el vínculo que establecemos entre las personas. La vida es un cambio constante y los vínculos se crean, se rompen, se crean nuevos... Hay muchas personas que tienen dificultades, no tienen un apego seguro, esto les cuesta. Les cuestan más los cambios y viven la ruptura de un vínculo como un abandono. Tener que vincularse con otra persona les genera mucha angustia. Esto lo trabajamos antes de irme. Les expliqué que los vínculos no son eternos en ningún caso. Los amigos se separan, las parejas se rompen, incluso entre los familiares, que son más estables, se rompen porque alguien fallece. Creo que los usuarios lo entendieron. A nivel racional, al menos. A nivel emocional ya...

¿Qué les preocupaba?

Los usuarios temían qué iba a pasar. Muchos han tenido experiencias difíciles antes en psiquiatría. Haber sido juzgados o sufrido cambios de medicación que habían acordado con ellos, ingresos involuntarios... Situaciones desagradables y que en muchas ocasiones no se les han explicado de una forma ideal o que la pudiesen comprender. Había preocupaciones que sería importante que la persona que llegue las tenga en cuenta. Que sea empático con ellos y comprenda sus necesidades y preocupaciones.

Me han dicho que ha dejado unos informes detalladísimos sobre los usuarios para facilitar eso.

Sí, es importante que tenga toda la información clínica. Hay cosas que en esos informes no constan, como las impresiones o historias de la vida personal que han contado los usuarios. La persona que venga tiene que tener toda la información posible porque facilita la continuidad asistencial. También es muy importante el espíritu, cómo nos relacionamos con los usuarios y cómo abordamos algunas situaciones... Sin juzgar, desde la empatía y la comprensión y el respeto mutuo por la persona.

Desde que llegó ha sido muy abierto. ¿Es una nueva escuela en psiquiatría o es porque usted es así?

Un poco las dos cosas. Depende mucho de cada persona y también es una nueva forma de abordar las situaciones. No sólo en psiquiatría. La transparencia y la honestidad son claves para garantizar la confianza en una relación terapéutica. Se puede hablar de todo siempre y cuando se cuiden las formas. Hay un estigma asociado a la psiquiatría: Esto no lo vamos a decir por si se malinterpreta, por si alguien se siente incómodo... Es importante mantener la privacidad de las personas y la confidencialidad, pero, teniendo eso en cuenta creo que se puede hablar de muchas situaciones siempre que se cuiden las formas.

¿Qué se lleva en la mochila de estos años en la unidad de Patología Dual de Ibiza?

Muchas cosas, la verdad. Estoy muy agradecido al Área de Salud, el Ib-Salut y la coordinadora de Psiquiatría por la oportunidad que he tenido estos tres años de desarrollar con bastante libertad este proyecto. Ha sido una experiencia apasionante a nivel profesional y personal. He tenido que leer mucho, formarme en cosas que no tenía tan claras y he aprendido muchísimo de los usuarios y las familias. Estos tres años me han permitido tener otra visión de la psiquiatría y las adicciones. Creo que soy mejor persona y mejor psiquiatra después de haber pasado por la unidad. Si nos vamos a lo más práctico, he aprendido mucho de gestión de equipos, del funcionamiento de un hospital de día de patología dual, dado que lo empezamos de cero. Estos años también me he formado en trauma y EMDR (Eye Movement Desensitization and Reprocessing) que me parece fundamental para entender la situación en la que se encuentran muchos de los usuarios. Ha sido un periodo muy enriquecedor y una parte de mi corazón se queda en Ibiza y en la unidad.

¿Cree que va a ser fácil encontrar a alguien que venga?

¡Ojalá que sí! No lo sé. Mi esperanza es que sí, que sea fácil, que se pueda encontrar a alguien rápido, y que sea una persona con ganas, que mantenga el espíritu de la unidad y tenga curiosidad por aprender y el mayor respeto por los usuarios. Ahora mismo la situación es un poco complicada porque no hay suficientes profesionales para cubrir todas las plazas y hay ciertas dificultades asociadas al hecho de desplazarse a Ibiza que son una realidad y están ahí. La vivienda que hemos comentado antes, que sea una isla y desplazarte no es tan fácil.

Usted, ¿por qué aceptó venir? ¿Cómo le convencieron?

Pues no tuvieron que convencerme mucho, la verdad. Había hecho la residencia en Barcelona y en el último año me interesé mucho por las adicciones y las rotaciones libres que tenía las pedía en patología dual. Estuve con las doctoras Marta Torrent y Francina Fonseca, referentes en adicciones a nivel nacional y era una de las cosas que más me interesaban. Luego estuve un año en Francia y en el momento en que pensé en volver a España contacté con la gente que conocía para ver las opciones en patología dual, ahí contacté con la jefa del servicio de psiquiatría en Can Misses, que me comentó la propuesta de crear la unidad con la posibilidad de aumentarlo después a todo Balears. Me pareció un proyecto muy interesante crear una unidad desde cero, unificar la red asistencial de psiquiatría y adicciones y no me lo tuve que pensar mucho. Cuando me explicó el proyecto me organicé para marcharme. Cogí mi coche desde Francia y me vine para aquí. Ni pensé dónde estaba esto, me interesó y vine. No había estado nunca antes aquí.

¿En algún momento pensó dónde se había metido?

Un poco sí. No sabía muy bien a dónde iba. Sabía qué iba a hacer pero no a dónde. Me facilitó mucho la llegada que me ofrecieran una habitación en el hospital. Estuve quince días, pero sin estar ahí era muy difícil encontrar piso. Llegué el 13 de mayo de 2019 a Ibiza, el 15 empecé a trabajar y en junio abrimos la unidad, tras preparar los protocolos y organizar la asistencia. En esos quince días encontré algo. Ese primer verano fue de mucho trabajo, empezar la unidad de cero, muchas cosas que leer, revisar, escribir... No hice mucho más, sólo trabajé. Luego vino la pandemia y la situación ha sido atípica hasta ahora.

¿Cómo le vendería usted Can Misses a otro médico?

¡Uf! Can Misses tiene sus inconvenientes y aspectos positivos. Si uno tiene ganas de hacer cosas, de trabajar y de crear algo aquí tiene muchas oportunidades. En ese sentido he tenido mucha suerte con la coordinadora de Psiquiatría, que me ha permitido mucha flexibilidad a la hora de crear el proyecto que tenía en mente.

¿Qué retos se le plantean ahora a la unidad?

Bueno, sobre todo adaptarse a la situación del cambio de profesional, de reorganizarse para garantizar la actividad asistencial y coordinarse para retomar el proyecto con el espíritu de la unidad. Este creo que es el punto fundamental. Si hablamos del Área de Salud creo que sería interesante reforzar la unidad con otros profesionales sea a tiempo completo o parcial, que haya una estructura mayor para evitar los problemas de continuidad asistencial que puede haber en el caso de que una persona se marche. Entre tres personas ha sido difícil sacar todo el trabajo que había en la unidad.

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