Plagas
El estrés hídrico y los tomicus amenazan a los pinos de Ibiza
La extrema sequía ya afecta hasta a los duros pinos. Están débiles, lo que los convierte en vulnerables frente a un insecto que, de colonizarlos, puede causarles estragos y hasta su muerte: el ‘Tomicus destruens’.
Desde hace un año, los bosques de pinos de Ibiza han perdido su habitual aspecto de masa homogénea de color verde, ahora salpicada por numerosas manchas marrones. Se trata de coníferas debilitadas por la prolongada sequía cuyas ramas y acículas pierden progresivamente, por falta de agua, su vigor.
Son árboles débiles y, como tales, pueden ser pasto de una plaga letal que siempre está al acecho, la del perforador del pino (Tomicus destruens): «Lo que está ocurriendo actualmente en la masa forestal no lo había visto en los 14 años que llevo en Ibiza», cuenta Jacinto Valderrama, ingeniero Agrónomo e ingeniero técnico Forestal que da clases de Topografía y Fitopatología en el Centro Integrado de Formación Profesional Can Marines. «A primera vista —explica— se detectan pequeños puntos marrones dentro de la masa. Corresponden a pinos en proceso de desecación o ya completamente secos. Se aprecia por la tonalidad el follaje. ¿Por qué ocurre eso exactamente ahora? Lo achaco, como profesional, a que el estrés hídrico provoca una clorosis de la planta (desecación)».
"Como las hienas"
Y ahí comienza el problema. Los árboles más debilitados «emiten unas sustancias que atraen a las plagas, que luego acaban con él». Por ejemplo, la de los barrenillos, que sólo atacan a coníferas: «El tomicus siempre ha estado en Ibiza. Este insecto es como las hienas en la sabana, un ejemplo que pongo a mis alumnos. Esperan a que un ejemplar enferme para rematarlo. A uno sano, el tomicus no le mete mano porque el árbol se defiende bien con su resina». Si está enfermo, «acelera» su muerte. La situación que últimamente se vive en Ibiza ha disparado las alarmas en el Servicio de Sanidad Forestal del Govern.
«Este insecto es como las hienas en la sabana. Esperan a que un ejemplar enferme para rematarlo. A uno sano, el tomicus no le mete mano porque el árbol se defiende bien con su resina»
El tomicus es un coleóptero xilófago de pequeñas dimensiones. De hecho, los adultos tienen una longitud que oscila entre los cuatro milímetros y los 4,5 milímetros. Cuando eclosionan los huevos de las puestas, las larvas empiezan a alimentarse de los tejidos del floema (tejido vivo de las plantas vasculares que transporta sustancias orgánicas e inorgánicas): «El insecto mata así al árbol porque empieza a comerse los vasos conductores de la savia y corta la circulación. Si este proceso tiene lugar por todo el perímetro del tronco, este se seca. Según la cantidad de galerías existentes, el pino se secará más o menos rápidamente e irá pasando progresivamente del verde a un color amarillo pajizo y marrón sucesivamente», explica el Govern en uno de sus recientes boletines de sanidad vegetal.
«El problema es que el pino debilitado fisiológicamente no es capaz de defenderse, pues no genera resina. Cuando le penetra un taladrador, apenas entra resina en esa mina que crea dentro», cuenta Valderrama. La galería inicial de esa mina es paralela al eje del tronco (vertical) y las galerías larvarias son sinuosas y transversales a la galería original (horizontal). El destrozo que causan dentro del árbol es colosal. Y letal.
Además, la larva crea una cámara al final de su evolución para pasar al estadio de pupa. De allí sale después el insecto adulto, que perfora otro agujero circular desde el interior de la corteza hacia el exterior de aproximadamente un milímetro de diámetro. Es decir, más agujeros.
Beneficioso en bajas concentraciones
Esos adultos salen del interior de los pinos desde abril hasta principios de julio, y una vez emergen, ascienden a las ramas terminales del árbol, donde se alimentan de la médula «para robustecerse y madurar sexualmente», se indica en el boletín del Govern. En bajas concentraciones, los tomicus tienen «una acción beneficiosa sobre los ecosistemas, puesto que aceleran el proceso de descomposición de la materia orgánica y facilitan así, la recirculación de los nutrientes hacia la red trófica». El problema surge «cuando los árboles están débiles o han sufrido otras situaciones adversas [como un incendio] y no tienen bastante para defenderse, puesto que el insecto aprovecha esta circunstancia para reproducirse rápidamente, provocando una gran explosión y multiplicación poblacional» que podría poner en peligro los bosques de pinos de la isla.
Valderrama explica que una de las soluciones para controlar las poblaciones de tomicus es la pila de cebo: «Consiste en clarear una parte del bosque cortando los pinos debilitados, que luego se trocean. Con estos se hace una pila de leña en el bosque, a la que se dirigirían los tomicus para colonizarla y poner huevos en ella. En el momento en que los técnicos detectan las puestas, se quema la leña o se tritura. De esa manera se podría reducir su población». n
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