Crisis energética y de suministros

Agricultores y pescadores de Ibiza, obligados a subir precios por el desbocado coste de la energía

Ambos sectores avisan de que no pueden seguir manteniendo los actuales precios de sus productos agrícolas y pesqueros porque los costes se han disparado por el alza «bestial» del gasoil y de la electricidad

Trituradora de algarrobas de la Cooperativa de Sant Antoni que funciona con gasóleo. | VICENT MARÍ

Trituradora de algarrobas de la Cooperativa de Sant Antoni que funciona con gasóleo. | VICENT MARÍ / josé miguel l.romero. eivissa

José Miguel L. Romero

José Miguel L. Romero

Desde el próximo lunes, una de las empresas transportistas que trabajan habitualmente con la Cooperativa Agrícola de Sant Antoni incluirá en cada factura «un nuevo concepto» en cada carga que traslade desde la Península hasta sus instalaciones. La ha bautizado como «recargo energético» y tiene su origen, como explica en el correo electrónico que ha enviado a su gerente, Juan Antonio Prats, «en las subidas producidas tanto de la energía eléctrica como en gasoil». No será poco: cada porte será gravado un 7,5%.

La desbocada inflación de la energía, tanto la eléctrica como la que generan los combustibles fósiles, también está poniendo contra las cuerdas al sector primario, donde se disparan día a día los costes de producción hasta niveles insostenibles. Agricultores y pescadores pitiusos han mantenido hasta ahora sus precios, pero advierten de que no van a tener más remedio que repercutir en breve esos incrementos en algunos de sus géneros.

La Cooperativa de Sant Antoni lleva dos años sin tocar las tarifas de los servicios que presta a sus socios, como por ejemplo los del uso del tractor o del vareador de almendras. Pero el gasóleo se ha encarecido tanto últimamente que el gerente admite que tendrán que tratar este asunto en la próxima junta rectora: «Lo estamos notando en el gasoil que utilizamos para nuestra maquinaria agrícola. Deberemos subir el precio de la hora de servicios por ese aumento del coste del combustible. Tenemos que estudiar cómo hacerlo. En la próxima junta rectora de la Cooperativa habrá que hablar de eso».

Emplean ese derivado del petróleo, por ejemplo, para poner en marcha la trituradora de algarrobas: funciona con un generador de gasoil porque la potencia eléctrica de sus instalaciones es insuficiente. No obstante, la Cooperativa ha podido «compensar» parte de los costes energéticos gracias a la instalación, hace un par de años, de placas fotovoltaicas: «Nos ha permitido ahorrar más de un 30% en la factura eléctrica. También cambiamos los focos del almacén por unos leds. Eso nos ha permitido aguantar ahora un poco y no repercutir ya el alza de la energía a nuestros socios», alerta Prats.

Un ‘llaüt’ de pesca tradicional de Eivissa. | J.A.RIERA

Un ‘llaüt’ de pesca tradicional de Eivissa. | J.A.RIERA / josé miguel l.romero. eivissa

Pero hasta aquí han llegado. No van a tener más remedio que trasladar esas subidas para que sus presupuestos no se descuadren. Porque lo que está por llegar va a afectar a sus cuentas: un contenedor de 24 toneladas les costará desde el lunes 90 euros más. Y a ese plus se suma el de otros productos: «El cereal [para alimentar ganado o para cultivo] está por las nubes. Ya cuesta un 30% más caro. Y los insumos [fertilizantes, sustratos, fitosanitarios...], hasta un 30%. El ‘triple 15’ (un abono mineral), que aquí se gasta muchísimo, un 20% acumulado. Es algo bestial. Todo se está encareciendo a pasos agigantados», detalla el gerente. Comienza la época en la que los agricultores empezarán a sembrar el cereal, momento en el que muchos usan ese ‘triple 15’: «Se va a notar. Cuando se recolecte se pagará más caro, si continúa la tendencia al alza, claro. Pero no por eso ganará más el agricultor, pues los costes también habrán crecido para él».

Cereales a precio de oro

Maribel Juan, presidenta de Apaeef, la Asociación de Productores de Agricultura Ecológica pitiusa, asegura que también están angustiados por el alza de la particular cesta de la compra de su sector: «Sobre todo lo estamos notando en la adquisición de insumos, pero a eso hay que sumar el precio del transporte, del gasóleo, de las cámaras frigoríficas para la conservación....». Y eso, en breve, va a tener consecuencias: «Tendremos que repercutirlo en los precios. Trabajamos con unos márgenes muy bajos. Si nos suben los costes no tendremos más remedio que encarecer algunos productos». De momento los mantienen, pero vista la deriva de la energía, por poco tiempo: «No podemos trabajar por debajo de coste. Vamos a tener que empezar a hacer números».

«Los pocos beneficios que teníamos se ven cada vez más recortados, es una situación que pone en apuros la viabilidad económica de la actividad agraria"

Han notado cómo los cereales, del que dependen «mucho para la alimentación de los animales», se ponían a precio de oro: «Han subido en torno al 30%».

Iván Colomar, presidente de la cooperativa Agroeivissa, dibuja un futuro inmediato bastante oscuro: «Los pocos beneficios que teníamos se ven cada vez más recortados, es una situación que pone en apuros la viabilidad económica de la actividad agraria. Veremos cómo evoluciona. Habrá que seguir peleando, como siempre». Acabada la temporada turística, en la que se concentra buena parte de su producción, ahora se encuentran en un impasse: «Si no hay cambios, el problema surgirá en la próxima temporada», cuando se recoja la nueva cosecha. «Esta -añade- la hemos salvado, veremos la siguiente. Pinta mal porque, además, la campaña en la Península fue mala y la de invierno pinta aún peor allí. Al final, aunque no exportemos, lo que allí suceda tiene consecuencias aquí porque entra el producto de fuera y nos vemos arrastrados por sus malos precios», que durante todo el verano «han estado muy tirados».

En la temporada estival hubo «una buena producción» agrícola, pero se vieron afectados por esos «malos precios de la Península, por una bajada generalizada» a la que no fue ajena la isla y que los «contrajo» respecto a 2020 alrededor de «unos 10 céntimos», como media. Compensaron ese bajón con la abundante producción.

Ese es, en el caso del sector agrícola pitiuso, un problema recurrente: «Suben nuestros costes, pero, normalmente, el de los productos sigue igual. Aumenta el gasoil, pero la lechuga sigue costando igual o menos». La Península les marca precios. Y esos costes se incrementan (últimamente de manera exagerada) por igual, tanto por la electricidad como por el combustible: «Regamos -cuenta Colomar- con agua de pozo que hay que extraer con electricidad. Los tractores funcionan con gasoil. Y no podemos prescindir ni del pozo ni del tractor».

Y no sólo eso. Los insumos «llevan un año encareciéndose de forma imparable» y, encima, existe «la amenaza de que escaseen», algo que de momento no ha ocurrido «pero que es lo que parece que sucederá, según indica la tendencia. Es lo nunca visto: más caros y, además, apenas hay».

«Habrá que echar mano del papel y del boli y sacar números. Ya estamos por debajo del precio de coste. Y cuanto más tiempo sigues así, más pierdes…», avisa Colomar, para quien esta situación no es precisamente, «un aliciente para que se sume gente joven» al campo: «Los que estamos, seguiremos; siempre hay malos años. Hay que ver lo que dura esto y la magnitud que alcanza esta crisis».

El encarecimiento de la patata

También en Ecofeixes están analizando cómo repercutir los costes energéticos y de insumos, sobre todo de cara al próximo verano, explica su directora, Sonia Torres. La pregunta que se hacen sus socios es cómo, en este inquietante escenario económico, podrán competir con los productos agrícolas importados: «El cliente es el que, al final, pone el precio. Si tenemos uno que no le gusta, comprará lo que busca a otro», señala Torres, que recuerda que, mientras la inflación está desatada, «no ha mejorado el poder adquisitivo de la gente. Eso se notará en el consumo, que bajará».

Es tarea imposible alcanzar la estabilidad cuando los cereales (los dichosos cereales) para la alimentación animal les cuestan ahora «de un 20% a un 25% más». Los socios de Ecofeixes decidirán este mes, «por consenso», qué hacen al respecto. Y lo estudiarán producto por producto. Ahora están «recopilando datos» para comprobar cómo les afecta. Por ejemplo, la tarifa eléctrica está incidiendo especialmente en la patata, dado que ha de ser conservada en cámaras para que, por el calor, no lleguen a grillarse (aparezcan tallitos en su piel).

Los pescadores ibicencos también han visto «menguar» sus beneficios por los efectos del alza desmadrada del gasoil: «Su precio está por las nubes y no tenemos más margen. Tampoco podemos salir a pescar más porque el mercado ya está abastecido y si lo saturamos, nos lo cargamos», cuenta Antoni Tur, Blai, patrón mayor de la Cofradía de Eivissa. Un llaüt gasta diariamente una media de 30 euros de combustible, según sus cálculos.

«No tocamos los precios desde 2012, cuando los modificamos, precisamente, por el encarecimiento del carburante»

El responsable comercial de Peix Nostrum, Pere Valera, cree que no van a tener más remedio que trasladar el subidón energético a la pesca: «Si no, esto va a ser insostenible». Al menos en algunas especies. No lo han hecho hasta ahora porque en su lonja no hay subasta, sino que operan con precios fijos: «Y no los tocamos desde 2012, cuando los modificamos, precisamente, por el encarecimiento del carburante». A finales de año, los armadores celebrarán una reunión en la que deberán decidir, como los agricultores de la Cooperativa de Sant Antoni, de qué manera actúan: «Tendremos que incrementar los de alguna especie para 2022 visto lo que ocurre», advierte Valera, que estos días se encuentra en Andalucía junto a representantes de otras cofradías pitiusas. En la lonja de Conil y en la de Tarifa se percataron, precisamente, de que tienen «margen» para elevar los precios de algunos peces: «Algunos están por debajo de los de mercado. Tenemos que ponernos a su nivel». Qué mejor excusa que la actual coyuntura para hacerlo.

Como la Cooperativa de Sant Antoni, la Cofradía de Vila ha reducido «bastante» la factura de la luz gracias a la instalación de unas placas fotovoltaicas, si bien carecen de acumuladores. Pero lo del gasóleo trae por la calle de la amargura a quienes salen a faenar: de una media de 40 céntimos el litro (subvencionado) que costaba hace un año ha pasado a más de 70 céntimos actualmente, según Valera. Como para quejarse del precio del pescado.

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