Vivienda

Chabolas derruidas y salida de caravanas tras el macrodesalojo en Ibiza

Las instalaciones del antiguo hotel Rustic, donde con los años fueron proliferando infraviviendas y caravanas, vuelven a estar vacías tras el desalojo llevado a cabo por la Policía Nacional, que movilizó ayer a una treintena de agentes

La PAH señala que muchos tienen trabajo, ya sea de temporada o de todo el año

Toni Escandell Tur

Toni Escandell Tur

Los pocos vecinos que pasean este miércoles a primera hora de la mañana por la avenida de Sant Jordi intuyen que lo que está a punto de ocurrir no es baladí. A la presencia de cámaras de televisión y periodistas, sobre las nueve y media se une el gran despliegue policial organizado para el macrodesalojo de un poblado montado en las instalaciones de lo que en su día fue el hotel Rustic, en el barrio de sa Punta y justo frente al Parque Marià Villangómez, en Cas Serres. Llega una larga hilera de vehículos de la Policía Nacional, casi todos furgones, y en total se bajan una treintena de agentes.

Quienes han estado viviendo en estas casetas, infraviviendas y caravanas (hay quien llevaba allí entre 12 y 14 años, según uno de los desalojados y la Plataforma de Afectados por la Hipoteca), sabían que el miércoles era su último día aquí. Gloria Corral, coordinadora de la PAH en Ibiza, explica que el litigio comenzó hace dos años, aproximadamente. En julio de 2023 la Audiencia Provincial notificó que desestimaba un recurso de apelación presentado por los demandados. En las sentencias judiciales del Juzgado de Primera Instancia número 3 de Ibiza y de la Audiencia aparecen personados cinco residentes, aunque también se contempla en estos textos que hay «ignorados ocupantes».

De hecho, y aunque es imposible conocer el número exacto de residentes, se estima [no en la sentencia] que en el asentamiento había entre 60 y 80 personas. Según el censo de la PAH, entidad que se ha reunido con las familias y el Ayuntamiento para tratar este conflicto, en la zona de las casetas había 48 personas, de las cuales 17 eran menores. Con la ocupación de estas instalaciones, han ido levantándose chabolas y, desde hace unos dos años, según ha podido saber la PAH, fueron añadiéndose caravanas y vehículos similares. Todo ello, hasta formarse un poblado que, en palabras de uno de los desalojados, funcionaba con la luz pinchada. Hay suciedad, trastos y chatarra de todo tipo. Esto ya se observa en la cuesta de tierra que hay que subir para llegar hasta la entrada principal de la finca, donde todavía aparece un deteriorado cartel del hotel Rustic.

Vídeo: comienza el macrodesalojo de un poblado ilegal con infraviviendas en Ibiza

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Técnicos de Bienestar Social de Eivissa acuden al desalojo en sa Punta Hay quien llevaba viviendo aquí entre 12 y 14 años, según explican un desalojado y la PAH

Tras él hay unos quince coches, aproximadamente, algunos de ellos abandonados, inservibles. También hay un cochecito.

De fondo, el sonido de un helicóptero que sobrevuela la zona marca los primeros momentos de la entrada de la policía en el asentamiento ilegal. Justo delante del mismo se encuentra un colegio. Entre dicho centro y la finca a desalojar hay algunos transeúntes observando la escena. A las 12 del mediodía ya no queda nadie dentro, pero la operación moviliza a un nutrido grupo de agentes del Cuerpo Nacional de Policía y también cuenta con la colaboración de la Policía Local, tres técnicos de Bienestar Social del Ayuntamiento de Ibiza y la Guardia Civil.

Los policías nacionales se van colocando uno detrás de otro, en fila india, hasta, unos minutos después, proceder a la entrada a la finca portando al menos una especie de mazo y también un ariete para forzar la apertura de algunas puertas. Material al que finalmente necesitan recurrir, tal y como demuestran los fuertes golpes que se escuchan desde el exterior. Son muy pocos los ocupantes que salen por la puerta principal, ya sea a pie o conduciendo sus propios vehículos. Todos ellos lo hacen de manera pacífica, a pesar de que en el momento de la llegada de los policías a la zona, antes de que entrasen en la finca, se escuchasen algunos gritos (seguramente alertando de su presencia) desde el interior, de quienes todavía permanecían en las infraviviendas. Finalmente no hay altercados.

Aunque todo parece indicar que algunos ya se han marchado antes de que llegase este momento, a quienes salen por la puerta principal hay que sumar a quienes abandonan la propiedad a través del descampado que hay detrás del antiguo hotel, es decir, en dirección al mar (en el sentido contrario a la avenida de Sant Jordi). Allí, a través de un camino de tierra cuesta abajo, algunos desalojados tratan, con muchas complicaciones, de bajar sus caravanas. Poco antes de las once de la mañana, algunos hombres están tratando de alejar dos de ellas. Al menos en una hay gatos dentro.

De hecho, a lo largo de esta operación se ven también perros, aunque el concejal de Bienestar Animal, Manuel Jiménez, explica que han salido con propietario, por lo que no estaban abandonados. Jiménez acompaña, en el desalojo, a un veterinario y una lacera del Centro de Protección Animal de sa Coma. Todo ello, «para comprobar el estado de las mascotas, por si se requería el ingreso de alguna de ellas en las instalaciones municipales», explican desde el Ayuntamiento de Ibiza.

También se han encontrado gatos (en aparente buen estado de salud, y algunos de ellos esterilizados) y gallos y gallinas. «Como tenemos mucha población de gatos, queremos que estén todos castrados y que haya un control de las colonias felinas del barrio para poder gestionar la población lo antes posible», señala el edil.

En un momento dado, una mujer joven llega a la entrada cuando el dispositivo de desahucio ya se ha iniciado. Aunque en un principio parece que le comunican que ya no puede acceder al interior, pide entrar para recoger algunas cosas. Uno de los agentes finalmente se lo permite. La mujer entra a buscar sus pertenencias con acompañamiento policial. Algo parecido pasa a los pocos minutos con un hombre desalojado.

Pronto llega una máquina retroexcavadora que entra en la finca y derrumba una infravivienda de madera, causando un estruendo. Todas las chabolas quedan derruidas este miércoles.

Gloria Corral, de la PAH, señala que la «mayor parte no es gente conflictiva, sino personas con trabajo, ya sea de temporada o de todo el año». Con todo, hace hincapié en que «el problema real es que no encuentran alternativa habitacional a un precio asequible»: «Estas familias, si hubiesen encontrado una alternativa, lógicamente no estarían aquí. Nos consta que hay familias que llevan más de un año buscando otra cosa para salir de aquí».

Desde la PAH empezaron a hablar con las familias «entre julio y agosto» de 2023 y la primera de las dos reuniones que han mantenido con el Consistorio fue en noviembre.

Vila ha estado «en contacto con aquellos afectados que han solicitado ayuda desde el pasado mes de noviembre». «Cuando se confirmó la fecha del desalojo, como el Ayuntamiento ya era consciente de la situación y de las personas vulnerables que podrían requerir ayuda, se decidió establecer este miércoles un operativo especial de intervención social, reforzando la Unidad de Trabajo Social de Ponent», indican desde la institución municipal.

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