TRIBUNA

Que no pare la música

Pocos ámbitos de la vida generan tantas opiniones y debates como la música. No en vano es uno de los alimentos del alma. La música son sonidos combinados sucesivos, lo cual hace pensar que nos acompaña desde el origen de los tiempos: desde que a algún homínido le diera por golpear con un palo un tronco, un esqueleto o una piedra con otra. Y aquellos sonidos serían usados como medio de comunicación o de alarma para el resto. Y se irían repitiendo, perfeccionando, añadiendo la voz...

Su evolución ha ido paralela a la del ser humano. Se crean instrumentos, un lenguaje musical, un método para grabarla, y ya tenemos el debate eterno: la música de ahora vs la de antes. Tan eterno como infructuoso. Se lo oí muchas veces a mis padres: la música de hoy es sólo ruido. Y para sus oídos lo sería, porque estaban acostumbrados a otros estilos y registros, donde la calidad vocálica imperaba y las letras iban en consonancia con la vida de entonces. Y a mí la música de antaño no me decía nada, porque mis gustos iban por otros derroteros. Exactamente lo mismo que pasa hoy en día trasladado a la siguiente generación. Por eso, ¡ni se me ocurre repetir el soniquete con mis hijos!

En cada momento ha habido cosas buenas, malas y regulares. ¡No lo duden! Ni todo lo de antes era bueno, ni todo lo de ahora es malo. No discutan y confíen en el tiempo, que todo lo pone en su sitio. Y los sitios de la música son formar parte de la banda sonora de una época y de tu vida, o perderse en el olvido. Miren lo que pasa cada año con Eurovisión. Por más que se empeñan en hacernos comulgar con unos temas más o menos elaborados y unos artistas más o menos vistosos, casi ninguna canción queda en el recuerdo ni casi ningún artista hace carrera. Algo falta en la receta. O sobra.

La juventud es la etapa de nuestra vida donde el cerebro es más receptivo a grabar en él los recuerdos y ponerle música. Luego nos va costando cada vez más incorporar canciones que nos apasionen de verdad. En aquellos años uno va recopilando su colección de música celestial, que será la que te llene de emociones y sentimientos. Lo que va viniendo después, cada vez más, lo relegamos al cajón de la música infernal. Lo desterramos.

Seguro que los hay. Me refiero a estudios psicológicos asociados a los gustos musicales en función de la personalidad de cada cual. Igual que pasa con el cine, la literatura, el deporte, la moda… Es probable que las inclinaciones hacia un género u otro vayan ligadas a tu psique, a tu forma de ser y de sentir. Un inmenso campo para explorar en la musicoterapia. Y de la música en la meca de la fiesta y las mesas de mezclas, escribiremos otro día. Hoy, como la muerte no discrimina, acabo despidiendo a la gran Tina Turner y esperando que la vida eterna la haya recibido como ella se merece.

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