Opinión

La playa y la zona de interés

Llevo días removido tras ver ‘La zona de interés’ (Jonathan Glazer). La película muestra la vida cotidiana, apacible y apática, de las familias de los oficiales nazis del campo de exterminio de Auschwitz. Tardes de verano en la piscina, domingos en el río, paseos por el jardín… Una vida tranquila y burguesa, pared con pared con un horror absoluto que no se muestra en ningún momento. No hay ni una imagen desagradable, pero ese tedio, ese bienestar burgués chirría de una manera insufrible. Sin embargo, la película no habla del pasado, sino del presente. Del afán por no ver el horror aunque lo tengamos al lado. De esa capacidad de mantenernos impávidos mientras los cimientos de la civilización se derrumban.

Experimenté algo parecido cuando hace un par de años visité el campo de exterminio de Auschwitz, y en la entrada me encontré una pizzería. El contraste de ver que en el Templo de la Muerte podía pedir una cuatro quesos, me pareció algo tan grotesco que lo convertía todo en una broma ridícula. También me sucede cuando veo los vídeos de Tiktok que graban los soldados israelís en Gaza. En la habitación destrozada de un niño asesinado, unos tipos armados, sonrientes, hacen unos bailecitos mientras suena una canción de Taylor Swift. Es de formas ridículas como se descubre la devastación moral de una sociedad entera.

El pasado domingo hubo una manifestación en ses Figueretes para pedir el fin del exterminio del pueblo palestino y no acudí. Pensé que estas concentraciones suelen ser tediosas y, además, la sensación de inutilidad, de que todo está perdido, te deja mal cuerpo. Mi hijo me dijo de ir a la playa y eso es lo que hicimos. Desde entonces, me consumen los remordimientos. Debería haber ido. Quizás sirva de poco y sea aburrido, pero existe el imperativo categórico del que hablaba Kant. Hay cosas que deben hacerse porque deben hacerse, porque son morales, porque son las que mantienen nuestra humanidad. Pero el pasado domingo, la mayoría optamos por la playa. Genocidio o playa. ‘La zona de interés’ habla de nuestro presente, sin duda.

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