Patrimonio

Las modernas ofrendas para Tanit en Ibiza: condones usados, predictors, cartas y patas de gallo

Una arqueóloga del Consell limpia la porquería en sus días libres

Cristina Martín Vega

Cristina Martín Vega

Nuestra época, marcada por adelantos científicos que desafían los límites de la humanidad, también es la del pensamiento mágico y las creencias más absurdas que, a su vez, desafían el sentido común. El furor que suscita la diosa Tanit es un ejemplo: el santuario púnico de la cueva de es Culleram recibe a multitud de forofos que dejan las «ofrendas» más sorprendentes, para espanto de quienes velan por la conservación del yacimiento.

Preservativos usados, predictors, velas, fotos de carnet y otras más grandes enmarcadas, cartas manuscritas y del tarot, pulseras, collares, pendientes, cajitas, estatuillas, colgantes, frutas, flores, billetes y monedas de todas las partes del mundo... Hasta una figurita sufriente de la Virgen de los Dolores. Los modernos ‘exvotos’ que numerosas personas dejan en el exterior y el interior de la cueva de es Culleram son de lo más insólito, y ponen a prueba la paciencia (y la capacidad de sorpresa) de los que velan por la conservación de este importante yacimiento púnico situado cerca de sa Cala.

Eclecticismo místico: virgen, cartas del tarot y figura de divinidad. | B.G.

Figura de vidrio, carta de tarot del 8 de oros y billetes (dirhams). / C.M.

La arqueóloga Belén Garijo, técnica de Patrimonio del Consell de Ibiza, aprovecha que es festivo y no trabaja para ir al santuario y limpiar toda la porquería. No soporta ver sucio uno de los principales yacimientos de la isla, y menos estos meses, cuando el Museo Arqueológico de es Puig des Molins ha organizado una serie de visitas a es Culleram. Mete las «ofrendas» en una bolsa de basura sin miramientos, mientras comenta que últimamente se está encontrando con un nuevo «presente»: muchas conchas de mar. Al coger un ramo de flores ya putrefactas, envueltas en plástico, que alguien depositó detrás de las rejas que impiden la entrada a la cavidad, observa algo oscuro que cuelga: «¿Qué es esto? ¡Pelo! ¡Es pelo!», exclama con repulsión. Es una cabellera larga, morena, lisa, que alguien ha dejado vete a saber con qué secreta esperanza.

Cera de velas derretida y conchas

Cera de velas derretida y conchas / CM

frutas, piñas, velas y flores.

Frutas, piñas, velas y flores. / CM

‘Exvotos’ para Tanit: condones usados, fotos y patas de gallo

Garijo recoge medallones colgados de una de las rejas que impiden el acceso a la cavidad. / Cristina Martín

Lo «más espeluznante»

‘Exvotos’ para Tanit: condones usados, fotos y patas de gallo

Una carta a boli para «invocar a todas las fuerzas de la luz». / C.M.

Esta pelambrera que parece de mujer es de lo más «espeluznante» que se ha encontrado en la cueva, además de una pata de gallo metida en una pequeña bolsa de cuero: «Asqueroso, me dio un mal rollo que te mueres. No sé si era un ritual a la diosa de la fertilidad o un vudú», explica mostrando las fotos. Más cosas raras e inquietantes: un preservativo usado y anudado que halló en 2019, predictors y fotos de carnet, que «dan un poco de impresión, la verdad».

‘Exvotos’ para Tanit: condones usados, fotos y patas de gallo

Eclecticismo místico: virgen, cartas del tarot y figura de divinidad. / B.G.

«Todo lo que no sea una flor o una fruta... No es agradable recogerlas porque se estropean, pero es materia orgánica y puede ser un rito de fertilidad, vale. Pero las fotos, el dinero, el pelo, las patas de gallo... Es asqueroso. Está fuera de lugar, es improcedente», reflexiona Garijo sobre esta moda que hace furor y ha ido en aumento en los últimos cinco años. Cuando la cueva está abierta al público, la persona que la atiende se encarga también de limpiar, pero hace unos meses que está cerrada porque se rompió el generador que permitía iluminarla.

Un hombre encaramado en la cueva acaba de dejar dentro un ramo de flores mientras la arqueóloga limpia la basura.

Un hombre encaramado en la cueva acaba de dejar dentro un ramo de flores mientras la arqueóloga limpia la basura. / CM

La arqueóloga aprovecha algún día libre para dar un paseo hasta el yacimiento con alguna amiga y limpiarlo, como esta calurosa mañana de Lunes de Pascua. Cuando está en pleno zafarrancho, aparece por el camino un hombre extranjero con aspecto hippy que lleva un ramo de flores, acompañado por dos mujeres. Garijo le pide por favor que no deje las flores, porque está limpiando, primero en español y, al ver que no lo entiende, también en inglés. Él asiente inexpresivo, se encarama hasta una de las aberturas de la gruta y, mientras la arqueóloga sigue metiendo basura en la bolsa, desliza el ramo hasta el interior de la cueva y ahí lo deja. «Es una lucha contra los elementos», admite Garijo.

Bolsita de cuero con una pata de gallo hallada en es Culleram.

Bolsita de cuero con una pata de gallo hallada en es Culleram. / CM

Una moda mística en auge

Esta moda mística no ocurre en ningún otro yacimiento de la isla. Sin embargo, la arqueóloga explica que este tipo de comportamiento se produce en otros enclaves arqueológicos del mundo, como en México o en uno cercano a Stonehenge. «Es un fenómeno global, como lo de amontonar piedras o hacer espirales con ellas», indica. De hecho, si estas piedras apiladas por individuos que ignoran que así destruyen ecosistemas han llegado hasta al Himalaya, tampoco podían faltar en es Culleram.

Este moderno culto a Tanit no tiene ni pies ni cabeza, no tiene ninguna base histórica ni arqueológica. «Dudo mucho que a Tanit se le ofrecieran dirhams indios», ironiza la arqueóloga. La mezcla es tan variopinta y surrealista que no se le habría ocurrido ni a Almodóvar: «Eclecticismo puro: virgen, divinidad y tarot», dice mostrando una foto hecha por ella en la que se ve una virgen, dos cartas del tarot y una figura de lo que podría ser una divinidad oriental.

Belén Garijo mete las «ofrendas» en una bolsa de basura.

Belén Garijo mete las «ofrendas» en una bolsa de basura. / CM

Algunas conductas traspasan la frontera de lo extravagante y son propias de descerebrados, como dejar velas encendidas en un monte cubierto de pinos, que es donde se encuentra la cueva. Un incendio forestal en este entorno sería una auténtica catástrofe, tanto para el patrimonio natural como para el arqueológico.

La cueva de es Culleram acogió un templo dedicado a la diosa Tanit que alcanzó su apogeo en el siglo II y primer cuarto del I a. C. y que tuvo una notoria importancia, dados los extraordinarios hallazgos: 600 terracotas completas (figuritas que representan a la diosa), mil cabezas de otras figuras fragmentadas, un altar votivo, betilos (piedras sagradas) y la famosa plaquita de bronce con la inscripción púnica ‘Para nuestra señora Tinnit, la poderosa’. Parte de estas piezas se pueden contemplar en el Museo Arqueológico de es Puig des Molins, que además acoge hasta mayo una muestra temporal dedicada a esa placa: por primera vez se expone en Ibiza (hasta mayo) para conmemorar el centenario de su hallazgo por parte de un vecino de Sant Vicent de sa Cala. Esta pieza forma parte de la colección del Museo Arqueológico de Alicante, por lo que su exposición en Ibiza es un auténtico acontecimiento.

Las figuritas se depositaban como exvotos en el santuario de Tanit (la fenicia Astarté), diosa de la fecundidad, la sexualidad y la guerra. Es Culleram es un santuario rupestre de la tipología púnica, situado en una zona elevada, escarpada y con afluencia de agua (en la entrada se puede observar aún la cisterna que se utilizaba para las abluciones, los lavatorios rituales). «No tenemos ningún otro santuario tan conservado como es Culleram y que haya proporcionado tanto material arqueológico», remarca Garijo.

Cartas a boli para la diosa

Hay muchas cartas de agradecimiento o en las que el autor pide algo a la diosa. Hoy, en el reverso de una carta del tarot (el 8 de oros o eight de pentacles, como pone bajo el dibujo de un inquietante gato negro), alguien ha escrito: «Amada Tanit, gracias por abrirme el camino, darme toda la seguridad y estabilidad. Gracias». En otra carta escrita en boli azul en una hoja de rayas otra persona ha dado rienda suelta a su retórica mística: «Invoco a todas las fuerzas de la luz del fuego purificador, del rayo cegador que disipa la oscuridad, de la espada brillante que corta el mal» (y sigue). Acabarán en la bolsa de basura de la arqueóloga, junto a las plumas, piñas, calabazas, naranjas, granadas (ya podridas), dibujos, cajitas, recipientes de velas derretidas, flores también putrefactas, frascos de cristal, bisutería varia y demás «ofrendas» que convierten el yacimiento en un estercolero.

Una portavoz del Consell, del que depende la cueva, informa de que harán una campaña «para combatir la desinformación» que lleva a este tipo de comportamientos incívicos que perjudican un yacimiento sin parangón en las Pitiusas: «Esos ritos no se hacían». «Lo que se está haciendo en es Culleram no es un ritual asociado al culto púnico», zanja la arqueóloga. El departamento de Cultura y Patrimonio apelará al «civismo y el respeto hacia los bienes patrimoniales», e invitará a conocer el patrimonio de la mano de profesionales. Otro cambio reciente que ha observado Garijo es que algunos hacen grafitis en las escaleras y las verjas de la cueva, algo que «antes se respetaba». Un paso más en el vandalismo místico.

El cambio de luna es un momento especial para los modernos adoradores de Tanit, pues suelen llamar al Consell para pedir permiso para entrar a la cueva, lo que les es denegado por sistema.

Cuando la cueva estaba abierta, grupos de hasta 30 personas intentaban acceder para entonar cánticos dentro y encender velas e inciensos, lo que tampoco se les permitía. En una ocasión, la arqueóloga pidió a las personas que estaban dentro que recogieran y salieran, y se quedaron fuera tocando los tambores y cantando. «Algunos se ponen excesivamente insistentes para entrar y hacer liturgias dentro», lamenta.

«Al final, voy a acabar creyendo en estas cosas, porque cada fin de semana que subo a limpiar luego mi semana es magnífica, o sea que yo creo que la diosa me agradece que le haya limpiado toda esa porquería», bromea la arqueóloga.

Suscríbete para seguir leyendo