Historia de Ibiza: Al rescate de las voces de las ‘mujeres de la sal’

‘Dones de la sal’ de Esperança Marí, narra las historias de vida de 26 mujeres nacidas entre 1925 y 1938

David Ventura

David Ventura

Veintiséis voces. Veintiséis mujeres que, en su mayoría, ya han cumplido 90 años y cuyas voces habían sido silenciadas, ya que su vida ha sido siempre trabajar y entregarse a los demás. Veintiséis mujeres de los pueblos Sant Jordi y de Sant Francesc que son les protagonistas del libro ‘Dones de la sal’, un trabajo de Esperança Marí publicado por Miquel Costa Editor y que se presenta este viernes a las 20 horas en el Centre de Majors de Sant Jordi.

«En este libro encontramos historias de vida de una mujeres que habían sido invisibilizadas», explica Esperança Marí, que señala que el impulso nació a raíz de la pandemia: «Muchas personas del Centre de Majors de Sant Jordi fallecieron por covid, y me di cuenta de que nos estábamos quedando sin unos testimonios que forman parte de nuestro patrimonio cultural. Estas personas son la última generación que conoció la Ibiza anterior al turismo. Todo lo que nos cuenten que no quede registrado, se pierde».

El perfil es el de mujeres nacidas entre 1925 y 1938 en Sant Jordi y Sant Francesc. Personas con una vinculación muy estrecha con las salinas, ya que en su mayoría fueron hijas o esposas de salineros, y también muy arraigadas en el campo: «En esas fincas los payeses no eran los propietarios de la tierra sino que la trabajaban para los señores de Vila, con lo que sus condiciones de vida eran peores».

Sus infancias fueron marcadas por la guerra y, en su madurez, por la construcción del aeropuerto y el cambio radical que comportó esta infraestructura: «Pero de los hechos históricos ya nos hablan otros libros. Quería saber cómo ellas lo habían sentido en primera persona, sus penas y sus alegrías», explica la autora.

Para ello, Marí ha tenido que ganarse el cariño y la confianza de estas mujeres, lograr que le abrieran la puerta de sus recuerdos y escucharlas con mucha paciencia. Nos propone conocer a dos de ellas y, evidentemente, la acompañamos.

Al rescate de las voces 		de las ‘mujeres de la sal’ |

Margalida Riera Tur posa orgullosa junto a las flores de su jardín. / J.A.Riera

La niña que llevaba la casa

Margalida Riera Tur nació en 1932 en Can Bassetes (Sant Jordi) y se mueve sin bastón y con una soltura inusual a su edad. Ha tenido una vida larga y su última alegría ha sido el nacimiento de su bisnieto Joan, de dos meses de edad. El mundo que el pequeño conocerá es muy distinto del suyo: «No creo que mi vida sea muy interesante. Las mujeres no lo tuvimos fácil. Nuestra vida fue dura».

Margalida Bassetes explica que tanto su padre como su madre trabajaban fuera y que ella, a los siete años, ya se hizo cargo de la casa: «Me pasaba el día sola», recuerda. Aprendió a coser y bordaba pantalones y camisas. Se casó a los 24 años y su marido fue salinero. Para casarse, pidió un préstamo de 500 pesetas a Salinera para poderse comprar los muebles de casa: «¡No había visto nunca un billete de 100 duros!», confiesa.

Recuerda también que compraron una radio y se convirtieron en el centro de atención de la zona: «Venían todos los vecinos de los alrededores a escucharla». Ahora, contempla el libro y solo hay un tema que la preocupa: «Todo lo que dije está bien puesto, ¿verdad?».

Al rescate de las voces 		de las ‘mujeres de la sal’ |

Foto del día de la boda de Margalida 'Bassetes', a la derecha de la imagen. / J.A.Riera

El recuerdo del padre

Maria Costa Torres nació en 1930 en la casa de can Coves, en el núcleo del pueblo de Sant Jordi. De familia muy humilde, las circunstancias de la vida provocaron que se disolviera el núcleo familiar: «Mi padre faltó», explica con la voz entrecortada, «la mamá marchó a Palma con mis hermanos, y yo me quedé aquí con mis tíos».

Maria Coves nunca fue a la escuela. En una ocasión, encontró un papel escrito, quedó fascinada ante esos símbolos indescifrables, se lo entregó a su tío y le pidió que la enseñara a leer. Su vida, desde la primera infancia, fue trabajar en el campo: «Todos los trabajos que te puedas imaginar, los hice». Cuidar a los animales, cortar leña, prensar aceite, encargarse de los hornos de cal. Tenía 17 años cuando su tío murió, y se quedaron solas ella y su tía: «Como no podíamos contratar a un criado, me tuve que casar». Era inconcebible que en una casa no hubiera un hombre.

Al rescate de las voces 		de las ‘mujeres de la sal’ | FOTOS DE J.A.RIERA

Maria Costa Torres, sonriente, en el salón de su casa. / J.A.Riera

La figura del padre ausente sobrevuela la conversación, ese padre que ‘faltó’. Pero no se fue, se lo llevaron: «Yo tenía siete años cuando lo vinieron a buscar [los soldados franquistas]. Ese recuerdo no se me olvidará nunca», dice mientras una lágrima le cae por la mejilla, «vi cómo se iba por ese camino y cómo lo metían dentro de un coche. Ya no lo volví a ver». Maria se acuerda como si fuera ayer. Han pasado 86 años.

Pero no todo son tristezas y ella ha cumplido el deseo de toda madre, que es que sus hijos tengan una vida mejor que la suya: «Tengo cinco hijos. Todos pudieron ir a la escuela. Soy muy feliz». Uno de sus hijos, el ceramista Toniet, es quien ha hecho las placas que, en el cementerio, recuerdan a los que fueron fusilados. Maria es, ahora, una mujer en paz.

Al rescate de las voces 		de las ‘mujeres de la sal’ | FOTO DE DAVID VENTURA

Maria 'Coves', en la esquina de su sofá, con Esperança Marí. / J.A.Riera

Suscríbete para seguir leyendo