Miquel Costa se retira: «Si no le viera futuro al catalán, no hubiera sido editor en Ibiza»

Miquel Costa se retira después de 31 años como editor: «Con consellers y ayuntamientos no he tenido problemas. En Ibiza, cuando estamos tomando algo, no miramos la ideología del que se sienta al lado»

El editor Miquel Costa.

El editor Miquel Costa. / JUAN A. RIERA.

Toni Escandell Tur

Toni Escandell Tur

La Diada de Sant Jordi de este año será la última como editor de Miquel Costa Costa (Santa Agnès de Corona, 1962), cuya editorial pasará en los próximos meses a manos de Vicent Marí Costa, actual responsable de la Llibreria Mediterrània. En este encuentro con Diario de Ibiza, el editor repasa algunos momentos de su vida, anécdotas de estos 31 años trabajando entre libros y, una vez más, habla abiertamente de política y de la defensa de la lengua catalana. Esta editorial fue fundada por Marià Mayans, actual presidente del Institut d’Estudis Eivissencs, en 1991.

En el año 2011, el Govern balear le concedió a Miquel Costa el Premi Ramon Llull, y no es el único galardón que ha recibido. Sin Costa no puede explicarse la historia del libro en catalán en Ibiza y Formentera, aunque también ha editado a algunos autores de otros territorios de habla catalana.

Deja la editorial después de muchos años al frente y de mucho trabajo de dar a conocer la cultura e historia propia de las Pitiusas.

Sí, llevo 31 años trabajando de editor y circunstancias personales me recomiendan un cambio. A partir de este abril o mayo, Vicent [Marí], que ya se quedó con la librería, también se pondrá al frente de la editorial. Durante dos años, yo le ayudaré en todo lo que pueda. Bueno, y siempre que me lo pida. Mi idea es que el traspaso sea después de Sant Jordi, más o menos a finales de abril o principios de mayo.

Ha editado mucho de historia, lengua, cultura popular, poesía o teatro. Esos libros son una gran base de datos e historias sobre lo que somos los pitiusos.

En todos estos años he intentado estar arraigado en el territorio. El teatro y la poesía son deficitarios, pero ambas cosas son indispensables para el fomento de nuestra cultura y nuestra lengua. En un momento dado también edité bastante sobre la Guerra Civil.

¿Lleva la cuenta de cuántos libros ha editado hasta ahora? ¿Y autores?

La verdad es que la llevé hasta el año pasado. Creo que estamos en alrededor de 400 libros. A los autores no los cuento porque esta editorial es pequeña y local, por lo que son mayoritariamente de aquí y recuerdo todos sus nombres y, claro, al final no los contabilizas como tal.

Y hasta el cambio de dueño, ¿qué libros sacará la editorial?

Uno se presentará pronto: ‘La toponímia de la costa de Sant Antoni de Portmany’, de Enric Ribes i Marí, que simbólicamente es muy importante para mí porque el primer informador de toponimia para esta publicación fue mi padre, y Enric es amigo mío. Además, Sant Antoni es el municipio donde nací y viví mi infancia y juventud. También saldrá ‘Dones de la sal’, de Esperança Marí, una obra antropológicamente muy interesante. Más adelante, ya con Vicent al frente, se sacará un libro del centenario del Portmany y, si el club me da la confianza, me gustaría seguirlo de cerca. Este libro se editará este año, pero aún no conozco las fechas. En todo caso, me gustaría seguirlo porque me hace especial ilusión y porque soy del Portmany.

¿Recuerda qué fue lo primero que editó?

Lo primero fue la colección Balafi y, si no recuerdo mal, la primera publicación fue ‘Arrels de refranys i dites’, de Xacoters de Balàfia [Vicent Tur i Guasch]. Luego vino ‘Cançons verdes i estribots bruts’, que aparte de ser de un amigo [Marià Torres], ha sido de los libros que han tenido más resonancia. Tanto en aquel momento como ahora.

Antes de ser editor, trabajó fuera del sector cultural.

Por circunstancias de la vida, de joven estuve mal. Era carnicero y me recomendaron cambiar de profesión por motivos de salud. En el año 92 fue cuando comencé con la editorial. Antes había sido, además de carnicero, camarero y representante.

¿Cómo era la vida de un niño en Corona?

Muy diferente a la actual. Cuando bajábamos a sa Raval o a Vila a veces se reían de nosotros, de cómo íbamos vestidos. Pero como no conocíamos otro mundo, tampoco necesitábamos nada más. Y cuando comencé a ir a la escuela, todavía íbamos por separado niños y niñas. De la infancia uno tiene recuerdos mejores y peores, como es lógico. Sigo muy vinculado a Corona, mi madre vive allí, mis hermanos habían vivido allí y siempre me ha gustado ir. Tengo amigos de la infancia en el pueblo.

Nunca ha escondido su ideología. ¿Esto le ha perjudicado como editor?

Con consellers y ayuntamientos no he tenido problemas, independientemente de quién gobernara. Además, en Ibiza, como siempre le digo a la gente del mundo de la política, tenemos una cosa buena y es que cuando estamos tomando algo no miramos la ideología del que se sienta al lado.

¿Las veces que ha recibido alguna subvención de las instituciones se ha sentido más limitado a la hora de tratar ciertas temáticas o adoptar ciertos enfoques?

En estos 31 años, he intentado no recibir subvenciones. Habré recibido tres. Lo que he intentando siempre es que las instituciones adquiriesen libros. Una vez, y es la única ocasión en la vida que me ha ocurrido, me vetaron una fotografía, y no era ni siquiera para un libro que se pusiese a la venta. Pero ya hace muchos años de ello, no le daré más vueltas.

¿Cómo definiría la situación del sector editorial en Ibiza y, en concreto, de la edición en lengua catalana?

Estamos mucho mejor que cuando yo comencé, pero hay que tener siempre los pies en la tierra. Aunque ahora haya una fiebre por editar, durante muchos años apenas se editaba. Y hay que contar con toda la autoedición. Si miramos los libros autoeditados que hay cada año en Balears, es estremecedor. En todo caso, pienso que la situación del libro es buena. Y con respecto al catalán, si no le viera futuro, no hubiera sido editor, pero también es cierto que veo a algunos que cambian de idioma. Hay que ser prudente y a la vez no dar ni un solo paso atrás en temas de idioma y de la edición en catalán. Solo hace siete años y medio de la legislatura del TIL. Nunca hay nada conseguido del todo.

Miquel Costa en una sala interior de la Llibreria Mediterrània.

Miquel Costa en una sala interior de la Llibreria Mediterrània. / JUAN A. RIERA.

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En política parece que lo más inmediatamente necesario son las cosas del comer. ¿Hay preocupación por la cultura?

Está claro que en las instituciones hay gente preocupada, aunque a los que estamos en este sector nos parezca que deberían estarlo más. Siempre hay que pedir lo imposible.

Con usted al frente, la librería se convirtió en un lugar de tertulia. Algunos pensaban que era una especie de lobby político.

Sí, esto me lo llegaron a decir, pero lobby seguro que no lo hemos sido nunca. Pero dentro se hicieron reuniones políticas, por ejemplo, del primer Pacte Progressista. En su momento gente de la Plataforma Antiautopista venía aquí y enviaba notas de prensa y correos, y dejaban aquí sus papeles. Era un sitio de paso. Recuerdo que una vez un padre le dijo a su hijo: ¡No entres aquí que está todo en catalán! Y no hace mucho me pasó algo parecido. Hay quien dice que el libro en catalán está muy subvencionado y la realidad es que es el menos subvencionado del mundo. También recuerdo que hace unos diez años me llenaron los cristales de pegatinas de Democracia Nacional [grupo de extrema derecha]. Lo limpié el mismo día.

También fue concejal en Sant Antoni entre 1987 y 1991 y ha ido varias veces en listas municipales y también al Parlament. ¿Se volverá a presentar?

He ido muchas veces en listas. Al Parlament fui con el Pacte y, más adelante, unas tres veces con el partido socialista, aunque no soy afiliado. No descarto volver a ir en listas. En todo caso, no he abandonado nunca la política. Me interesa la gente, la sociedad, y nunca he escondido mis ideas.

Volviendo a su labor como editor, ¿ha dicho que no muchas veces?

He dicho que no, y es la parte más ingrata del trabajo de un editor. El problema, como decía la persona que más me ha ayudado con la editorial, Lina [Fiol, su mujer], es cuando viene una persona que no lee y te dice que su libro será, textualmente, «el más vendido del mundo». En estos 31 años, si no hubiese sido por Lina, no habría podido tirar adelante todo esto.

Y la mejor parte de ser editor, ¿cuál es?

El contacto con las personas, el poder conocer gente que piensa como tú y hacer amigos.

Ha recibido varios premios. Por citar tres, el Ramon Llull, la Menció d’Honor Sant Jordi o el Premi d’Actuació Cívica. ¿Qué han significado estos reconocimientos para usted?

Naturalmente uno está muy contento cuando los recibe, pero también es cierto que son una responsabilidad que a veces te coge fuera de órbita.

¿Dan más presión a quien los recibe?

Sí, seguramente sí.

Muchas veces se escucha el discurso catastrofista de que los jóvenes leemos muy poco. Usted, en cambio, sostiene que ahora se lee más que nunca.

Lo digo y lo mantengo. Al principio me ha preguntado por mi infancia en Corona. Pues bien, a día de hoy hay más libros en cualquier estantería de una familia normal y una chica ha leído o mirado más libros a los ocho años que yo hasta los 14. En la escuela teníamos un diccionario y un diccionario enciclopédico y allí lo teníamos que mirar todo los alumnos; ahora vas a cualquier aula o biblioteca de un centro educativo y, en comparación, ves muchos libros. Los libros técnicos, es decir, diccionarios o enciclopedias, se venderán poco, de manera simbólica, pero novela, poesía o teatro se vende tanto o más que nunca.

¿Algún autor al que le haya hecho especial ilusión editar?

Principalmente dos amigos, uno de los cuales, Josep Planells i Bonet, ya falleció, y Marià Torres Rafal, porque a ambos les he editado prácticamente todo lo que han publicado. No quiero poner a ninguno de ellos por delante del otro, pero me quedaría con estos dos autores. Los conozco desde que era muy joven y, de hecho, gracias a mi trabajo como editor he podido entablar amistad con personas como el Pare Massot, Sebastià Serra, Fanny Tur o Pilar Costa.

"Tengo la suerte de que Vicent Marí ya trabajó seis años conmigo en la editorial"

Vicent Marí Costa, historiador y actual responsable de la Llibreria Mediterrània, será el próximo dueño de la editorial Miquel Costa editor. «Tengo la suerte de que Vicent ya trabajó seis años conmigo en la editorial», señala Miquel Costa, por lo que su sucesor ya cuenta con los conocimientos necesarios para ejercer de editor. 

Seguramente a finales de abril o principios de mayo ya estará al frente tanto de la librería como de la editorial: «Precisamente la semana del dos de marzo de 2015 fue cuando cogí el relevo de Miquel Costa en la librería. Ya había trabajado con él tanto como librero como en la editorial», cuenta Marí. Fue en 2009 cuando comenzó como trabajador tanto en una vertiente como en otra, y continuó hasta el 2015. Desde entonces se ha dedicado exclusivamente a la Llibreria Mediterrània y ahora volverá a editar. Asegura que mantendrá la línea de Miquel Costa, que «consiste en editar libros que hablen de la historia y la cultura de las Pitiusas». De hecho, el nombre de la editorial continuará siendo el mismo. La editorial continuará trabajando por «la cultura propia vinculada a la tierra y la lengua».

«El mundo del libro es un puntal de la cultura y en el caso particular de Eivissa tenemos una función que es editar libros para ampliar el conocimiento y el abanico de publicaciones que giran alrededor de ambas islas, y Miquel Costa editor es uno de los ejes básicos», añade. Marí ya ha recibido alguna propuesta de publicación.

Vicent Marí en la Llibrería Mediterrànea

Vicent Marí en la Llibreria Mediterrània / JA RIERA

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