Educación

Encuentro intergeneracional en Ibiza: «De mayores queremos ser como vosotros»

El instituto Isidor Macabich presenta los resultados del proyecto ‘Ens movem amb la gent gran’, iniciado el pasado mes de diciembre para romper la brecha generacional entre alumnos del centro y personas mayores de Puig d’en Valls.

Los mayores de Puig d'en Valls, en el instituto Isidor Macabich

Estela Torres Kurylo

Estela Torres Kurylo

Estela Torres Kurylo

Gran ovación y gritos. El ambiente desprende tanta emoción que da escalofríos. Se unen dos generaciones. Una veintena de personas mayores entran al salón de actos del instituto Isidor Macabich, donde más de 150 alumnos de primero de Secundaria les esperan. Cuando los ven cruzar el umbral, algunos de los jóvenes se levantan. Gritan. Aplauden. Abrazan a los recién llegados. Se saludan como amigos, como familia. Todos ellos se conocen a raíz del proyecto ‘Ens movem amb la gent gran’ que, organizado por el instituto, lleva en marcha desde diciembre del año pasado. Desde entonces, algunos jueves de cada mes se han encontrado jóvenes y mayores para conversar e intercambiar vivencias mientras paseaban por Puig d’en Valls.

Es el último día de esta iniciativa: «Ha sido muy chulo, esperamos que os hayáis divertido tanto como nosotros. El año que viene, más», agradece Vicent Ramon, presidente de la asociación Creix, que ha participado en el proyecto junto a la Asociación de la Tercera Edad de Puig d’en Valls. Antes de su discurso, al subir al escenario, lo primero que hace Ramon es dirigirse al público imitando un gesto. Algo parecido al mewing: primero se lleva el dedo índice a la boca para indicar silencio y luego señala la mandíbula. Se trata de un ejercicio de moda en las redes sociales, además de una perfecta muestra del mérito de este proyecto: reducir la brecha digital entre generaciones. Según parece, y luego se confirma, Ramon no hace bien el gesto: los alumnos le corrigen desde sus asientos, y todos ríen.

Para los tutores y tutoras de Secundaria esta actividad también ha sido importante: «Lo que no sabíamos es que sería más que didáctica. Para nosotros, compartir con vosotros miradas cómplices, experiencias vitales... Ha sido una lección de vida. Os agradecemos, sobre todo, vuestra mirada de esperanza y optimismo. La gente mayor sois un tesoro», agradece Vicky Alemany, tutora de primero de Secundaria, a los mayores, sentados en primera fila.

A continuación, varios grupos de alumnos suben al escenario del salón de actos del instituto para leer «historias de vida». Relatos que recogen las experiencias, «datos generosos, otros dolorosos», sobre la vida de algunos de los mayores. Los alumnos comentan la pasión de sus veteranos compañeros por artistas como Manolo Escobar o Sara Montiel, o los bailes de rock and roll. Hablan de tiempos en los que los juegos consistían en «lanzarse cosas desde Dalt Vila», y no olvidan que hubo una época en la que no existía la tecnología que hay ahora.

Lecciones de vida

«Nos han hecho aprender que ha cambiado mucho la vida desde que ellos nacieron. Ellos jugaban en la calle, con una pelota, donde ahora hay más niños con el móvil que saltando a la comba o jugando al escondite», cuenta Paula, alumna de primero. A su lado, Leoriannys promete que no está enganchada al teléfono, porque sólo le dejan utilizarlo los fines de semana. A ella le ha «encantado» esta experiencia, que le ha regalado una «nueva amiga» con la que quiere volver a coincidir para contarle muchas más cosas.

Los adolescentes del Macabich han aprendido mucho sobre los cambios ocurridos en los más de 60 años que les separan de los veteranos: «Antes, como no había tecnología, la gente salía a plantar muchas cosas y las recogían para que se las comiera toda la familia», explica Vega, otra alumna del centro. Su compañera Celia añade: «Como no había juguetes, se los hacían con cajas y latas», antes de apuntar: «Hemos nacido con todas las facilidades para disfrutar y no hemos tenido que ganarnos las cosas, porque están a nuestro alcance. Ellos nos han enseñado que han tenido que conseguirlo». Vega opina en la misma línea: «Somos muy afortunados y debemos darnos cuenta de las cosas que tenemos, porque hay veces que no las valoramos. Los abuelos de antes las apreciaban y tenían una sola cosa. Nosotros tenemos muchas, y no lo hacemos».

Los adolescentes también han tenido la oportunidad de conocer cómo era Ibiza antes. Recuerdan que, durante sus paseos, los mayores explicaban que no había autovías en la isla, o que en «Dalt Vila vivía la gente adinerada». Sara menciona la experiencia de una mujer que «tenía doce hermanos, y durante la guerra se escondían en la Torre de sa Sal Rossa».

Los mayores también han transmitido fuerza y valentía a partir de historias de superación. John, alumno, recuerda el relato de una mujer: «Sufrió un accidente y lo ha afrontado. Hacía deporte cada día y era superguay. Me ha servido para saber que, si alguna vez me pasa algo, no me tengo que rendir. La usaría de ejemplo», afirma. Su compañero Xavi también cuenta la experiencia de «un señor que aún sigue trabajando. Transporta refrescos y cosas que pesan mucho», aunque, en su caso, él no seguiría su ejemplo porque no es el trabajo que le interesa.

Diferencias generacionales

A Vicent Ramon una de las cosas que más le ha llamado la atención es que entre los adolescentes no hubiera interés por dedicarse a la obra o a ser canteros. En una ocasión, un alumno le comentó que quería ser arquitecto y Ramon trató de explicarle que incluso para ese oficio eran necesarios diferentes operarios, y que cabía valorar esa profesión. Algunos alumnos también le trasladaron la incertidumbre por su futuro: «No saben si vivirán en Ibiza», comenta Ramon, algo que considera normal debido a los «precios de la vivienda».

Mari Carmen está a punto de cumplir 81 años y ella ha animado a las alumnas con las que ha hablado a que «se esfuercen y aprendan». Ella ha notado que «para los jóvenes ahora los estudios son una gran preocupación». También ha conocido el uso que hacen del teléfono. Sus nietas algunas veces lo utilizan: «Pero tampoco creo que sean dependientes de él todavía», declara. Con ella está sentada Flor, para quien esta experiencia ha sido una maravilla: «Van a su aire y eso es divino. En mis tiempos esto no pasaba».

Mayores y alumnos tienen claras las diferencias que separan a una y otra generación, pero estas no han sido un impedimento para entenderse. Les ha resultado interesante compartir vivencias y aprender unos de otros. Hay muchas cosas que les han unido. Uno de los grupos que sube al escenario está formado por cinco chicos que hablan de la pasión por el fútbol que comparten con su nuevo amigo: «Gracias José. De mayores queremos ser como tú», le dicen, antes de regalarle un recuerdo para siempre: al bajar, todos esperan para, uno a uno, darle un abrazo.

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