Educación

¿A qué edad pueden los niños ir solos al colegio?

La Academia Americana de Pediatría establece como edad óptima los 10 años, aunque en España la media es de 9,4

Varios niños en un aula del colegio CEU San Pablo de Sanchinarro.

Varios niños en un aula del colegio CEU San Pablo de Sanchinarro. / Europa Press

Montse González

En Españala media de edad en la que los niños van solos al colegio es de 9,4 años, aunque el 70% de los niños de 8 a 12 años nunca van solos a la escuela. El “miedo” y la inseguridad es lo que frena a muchos padres a la hora de dejar que sus hijos vayan sin compañía hasta su centro escolar y, en muchos casos, se pospone este momento hasta la etapa en la que empiezan secundaria.

Aunque no existe una edad concreta a la que pueden empezar a ir solos a la escuela, la Academia Americana de Pediatría actualizó recientemente su recomendación para hacerlo y la fijaba en los 10 años, aunque en España la media se sitúa en los de 9,4 años.

“Hay que tener en cuenta su madurez y su sentido de la responsabilidad” Ainoa Míguez - Pedagoga especializada en psicología educativa

“Las familias tienen la potestad plena para decidir cuándo pueden empezar a ir solos al colegio”, destaca Ainoa Míguez, pedagoga especializada en Psicología Educativa, pero destaca que para que el niño empiece a adquirir esta autonomía hay que tener en cuenta diferentes factores. “Uno de ellos es el tipo de entorno y contexto en el que se encuentra el centro escolar, si está en una ciudad grande o pequeña, si deben coger algún tipo de transporte público… Además, es cierto que la distancia también influye pues, si se vive cerca del centro escolar, seguramente sea más sencillo tomar la decisión para la familia”, expone Míguez. Consciente de que “estamos hablando de menores y la decisión es complicada” apunta la importancia de “tener en cuenta la madurez del niño, así como su sentido de la responsabilidad”.

Aunque se establece como edad óptima los 10 años porque se concluye que “a estas edades ya deberían haber adquirido la capacidad de anticiparse a ciertos riesgos”, son muchos los factores, “tanto personales como del contexto”, que influyen a la hora de decidir si el niño está preparado para completar sin compañía el trayecto hasta su centro escolar.

“Lo mínimo es que tengan conocimientos de educación vial” Pomba Liñares - Psiquiatra infantil y pediatra

“La Asociación Americana de Pediatría indica que a partir de los 10 años los niños ya podrían ir solos al colegio, pero va a depender del niño y de las circunstancias”, coincide Pomba Liñares, especialista en psiquiatría infantil y pediatría: “Yo diría, más bien, entorno a una horquilla de edad entre los 10 y los 12 años, en función del grado de desarrollo y madurez. El objetivo es que ellos vayan ganando autonomía, que se vayan sintiendo mayores, que es el objetivo en todo proceso de desarrollo que tienen los padres con sus hijos”.

“Las “edades adecuadas” son estimaciones, la realidad de cada niño parte del desarrollo de sus capacidades y su situación concreta. Se entiende que a partir de esta edad, por su proceso madurativo, perciben mejor los peligros, tienen una mejor orientación espacial, pueden seguir mejor una ruta y planificarla... Pero si es adecuado o no dependerá de más factores: la distancia y seguridad de la ruta, el temperamento del niño o la niña y, por supuesto, de la seguridad que sean capaces de depositar en ellos los padres”, apunta Martín Pardo, psicólogo sanitario y terapeuta familiar.

“La autonomía no existe si no se puede ejercer” Martín Pardo - Psicólogo sanitario y terapeuta familiar

Una vez tomada la decisión se produce “un cambio de responsabilidades del niño”, dice Míguez: “Lo recomendable es adquirir este nuevo hábito de forma de paulatina y no repentina: el primer día podemos acompañarlo hasta que queden dos calles, el segundo hasta que quede una…”. Otras de sus recomendaciones serían “practicar el recorrido con ellos los primeros días, advertirles de ciertos peligros de los que pueden no ser conscientes y, lo más importante, transmitirles confianza y seguridad”. También se pueden utilizar tecnologías, para mayor tranquilidad de los padres, como “los relojes con GPS o, si es posible, darles un teléfono móvil aunque éste solo sirva para realizar llamadas”.

“Lo mínimo es que tengan conocimientos de educación vial para manejarse solos por la calle”, dice la doctora Liñares, que también apuesta por “una preparación” previa antes de que vaya solo de forma habitual: “Se puede hacer primero una supervisión, acompañarle hasta dos calles antes; luego, hasta la mitad del trayecto, e ir progresando poco a poco”. La especialista lo describe como “ese acompañamiento que hacemos de nuestros hijos en el camino hacia la autonomía y la independencia”, lo que contribuye también a “aumentar su autoestima”.

“La autonomía no existe si no se puede ejercer. Da igual cuánto madure su cerebro o su organismo si esas nuevas capacidades no se ponen en práctica. Lo que hace a alguien maduro no es el número que su DNI dice, sino el grado de responsabilidades que es capaz de asumir según la edad”, subraya en este punto Martín Pardo.

“Ir y volver solo del colegio es uno de estos hitos en los que empiezan a hacerse cargo de algunos de sus asuntos. Tienen que calcular horarios, planificar y/o seguir la ruta, prestar atención a la calle para tomar decisiones correctas. Puede que en algún tramo queden con algún amigo, que tengan que aprender a usar el transporte urbano... Son todos pequeños aprendizajes que se suman a su repertorio y que le dan herramientas y logros, que son las fuentes del amor propio”.

Lo ideal es, según Liñares, encontrar “un equilibrio entre la exposición y la sobreprotección. “Para ser autónomo antes hay que ser heterónomo (le han tenido que enseñar a hacer). No se pueden saltar pasos y después pretender que el niño se desenvuelva sin dificultad”, advierte Pardo: “Tampoco se debe no dejarle hacer y, al ver que no sabe, solucionarlo todo para que haga aún menos. Sería tan negligente no preocuparse o pedir sin ningún tipo de supervisión que se enfrentase a situaciones que por falta de experiencia no puede manejar, como la alternativa, un control excesivo y una organización que no le permita enfrentarse a nada”.

¿Y con cuántos años pueden quedarse solos en casa?

¿Y a qué edad pueden empezar a quedarse solos en casa? Se trata de una pregunta cuya respuesta es muy similar a la del supuesto de cuándo pueden empezar a ir solos al colegio. “En la legislación española no se contempla ningún límite de edad a partir del cual nuestros hijos puedan quedarse solos en casa”, dice Ainoa Míguez. “De este modo, la mayoría de los expertos creen que es una decisión que debe tomarse, en general, entre los 10 y los 12 años. Aunque aquí también deben valorarse factores como la madurez y la responsabilidad, el lugar donde vive, su red de apoyo cercana y la distancia a la que estarán los progenitores”. También apunta que “debemos tener en cuenta que esta responsabilidad puede no corresponder con el estadio evolutivo o edad del niño, por lo tanto, nadie sabrá esto mejor que sus progenitores”.

“A partir de los 8 años y en función de la madurez del niño”, propone la doctora Liñares, que también destaca que “hay niños que son muy miedosos y que no quieren quedarse solos; en ese caso, no se les debe forzar”. Propone aquí “empezar dejándolos solos en periodos cortos (el tiempo que se tarda en bajar a comprar el pan o en hacer una pequeña compra en el supermercado) y, progresivamente, ir aumentando el tiempo”. Eso sí, hasta los 14-16 años no es conveniente que se queden solos por la noche.

“Hay que darles un número de contacto al que te pueden llamar por si pasa cualquier cosa y deben tener memorizados los números de papá y mamá, del 112 o el de una vecina o el de un abuelo...”, dice también la psiquiatra infanfil.

“Debemos tener también en cuenta una serie de pautas, reglas y límites. Sería oportuno establecer previamente una serie de normas básicas, cerciorándose de que las comprende”, añade Míguez. “Uno de los riesgos que puede producirse al dejar a un menor sin supervisión puede ser el abuso de pantallas. Podemos establecer, por ejemplo, un horario para el uso de la televisión, así como el tipo de programas que puede ver”. Otras de las normas que propone son las de “no abrir la puerta a ningún desconocido, prestar atención al teléfono o no decir a nadie que no sea de su red cercana que está solo”. A la hora de dar este paso, “deberemos prepararlos, es decir, entrenar sus habilidades para garantizar tanto su seguridad física como emocional”.

“La responsabilidad personal nace y evoluciona de las normas que primero fueron asignadas desde fuera de uno”, apunta Martín Pardo. “El niño adquiere capacidad para regularse a través de los adultos, aprende a gestionar la frustración de renunciar a algo que le apetece siendo expuesto a tener que renunciar. También aprende a hacerse cargo de sus deberes. El momento óptimo no emerge de un salto cerebral que marca un antes y un después (aunque existan esos saltos madurativos); los momentos óptimos se crean entre los padres, los niños y el contexto que se les proporcione para que se puedan dar”.

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