Desde la marina

Lo de Porroig no es una sorpresa

Bien está que lo sucedido en Porroig lleve al Consistorio de Sant Josep a instar a Costas a que revise la seguridad de todo el litoral del municipio y adopte las medidas de protección necesarias en los puntos del litoral que presenten riesgos, pero lo que no podemos hacer es sorprendernos y decir que lo ocurrido es un aviso. Porque sobrados avisos hemos tenido ya en es Cubells, sa Caixota, Aigües Blanques, Cala d’Hort, es Bol Nou, etc; corrimientos de tierra y derrumbes con piedras de hasta diez toneladas que en algunos casos han llegado a las casas. La casualidad nos ha evitado desgracias mayores y para actuar no podemos esperar a tenerlas. Vivimos en una isla con 200 kilómetros de costa superpoblada y que concentra muchísimo personal, con el riesgo que ello supone. No se trata, por tanto, de atajar el problema en un único municipio. El problema es de toda la isla. Y no es de recibo, como sucede, que los ayuntamientos y Costas se tiren ahora los platos a la cabeza. La responsabilidad es de todos.

La Demarcación de Costas tiene que moverse sin dilación para reconducir la situación, pero los ayuntamientos conceden licencias y tienen también sus técnicos para poner coto a lo que no puede hacerse.

Estamos hartos de ver construcciones en la zona marítimo-terrestre que es de dominio público. Y no son raras las que se hacen en el límite de acantilados y sobre los arenales de las playas, llegando incluso a impedir que el personal tenga acceso al mar. Tampoco se salvan en su responsabilidad los particulares que construyen una casa, ni sus arquitectos cuando ignoran las condiciones del terreno en el que se quiere edificar. Cualquiera puede ver la composición arcillosa de algunos declives costeros, su fragilidad y la mordedura que tienen en su base, a pesar de lo cual se construye. Nos saltamos las leyes la torera, escasea el sentido común y luego pasa lo que pasa.

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