Opinión

Si cerrara una discoteca y otras perlas

De la ironía de celebrar un congreso sobre «vivienda sana» en una Ibiza que explota de trabajadores que ya se darían con un canto en los dientes por encontrar una «enferma» a su alcance, al chascarrillo de que el cierre de una discoteca «sería una mala noticia para toda la isla», que igual así perdería a unos pocos de esos turistas que se pasan las vacaciones ciegos, entre las perlas de la semana yo me quedo con Juan Miguel Costa, para quien las movilizaciones contra el turismo depredador de Canarias son «debates ya superados» aquí. No se lo niego, tenemos un «impuesto de turismo insostenible» que poco se refleja en el medio ambiente (pero sirve para tirar adelante escuelas de hostelería), una «moratoria» apenas perceptible y que, aun así, su partido se está apresurando a levantar para gozo de los «amigos» y una patética por lo impotente Oficina contra el Intrusismo a la que torean plataformas e infractores que, con dos meses o menos de alquiler ilegal, ya compensarán los «multazos» que a bombo y platillo se publicitan, si es que al final los consigue cobrar. Dice Abel Matutes Prats, sin embargo, que no critiquemos y que con la comida no se juega, pero desde su atalaya olvida el prócer que, después de pagar la casa, las migajas de los banquetes del sector turístico no les llegan a muchas de las familias que viven en este ‘paraíso’ de especuladores y piratas ni para su cesta de la compra. Que los récords se han traducido en degradación ambiental y pobreza galopante. Sí, Ibiza no es Canarias, pero porque estamos peor y más callados. Nuestro «lujo» es subsistir.

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