Diario de Ibiza

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Marta Torres

Para empezar

Marta Torres Molina

Ibicenca, isleña y mediterránea. Licenciada en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona en 2002. He desarrollado toda mi carrera profesional (exceptuando alguna colaboración) en Diario de Ibiza, donde comencé a colaborar los fines de semana antes, incluso, de iniciar los estudios universitarios. Dedicada, principalmente, a temas de sanidad, educación y sociales. Y a culturales siempre que encuentro un hueco. Este amado oficio mío me ha valido algunos premios (Premio de Periodismo Contra la Violencia de Género de la Fundación Grupo Norte, de la Associació de Periodistes de les Illes Balears, del Colegio Oficial de Enfermería de las Islas Baleares, Fundación Instituto Roche de Medicina Personalizada y de Precisión, Tiflos…) que me han servido para reafirmarme en el poder de la libreta, el boli y mirar a los ojos en un mundo cada vez más tecnológico. Apasionada de las historias de mujeres, la gastronomía y la lectura. Siempre llevo un libro en el bolso. De vez en cuando sueño que escribo ficción. A veces, lo hago. He publicado los libros de cocina ‘Cocineras en Ibiza’ (Editorial Balàfia, 2020) e ‘Ibiza, de la tierra a la mesa’ (Editorial Balàfia, 2022), un relato en ‘Prova de foc’ (Editorial Balàfia, 2022), un compendio de ocho cuentos inspirados por la pandemia, y ‘Un año del revés’ (Con M de Mujer, 2022). Cuando el mundo despertó, los periodistas aún estábamos allí.

Ibiza y las excursiones mortales

Lo ven en Instagram. O en Tik Tok. Y no pueden resistirse a esa belleza. Un stendhalazo digital. Un entorno impresionante. El mar en su estado más salvaje. Piscinas naturales. Agujeros de roca con vistas al horizonte. Senderos minúsculos que discurren por acantilados. Columpios que se mecen sobre las olas. Chapuzones buscando la salida de una cueva. La luz colándose entre la penumbra de una gruta submarina. Y para allá que se van. Quieren sentir el viento en la cara, el rugido del mar dejándoles sordos y esfuerzo de llegar, sin aliento. Quieren ver en persona lo que han admirado en miles de fotos colgadas en redes. La isla está llena de rincones tan maravillosos como peligrosos. Los caminos para llegar a ellos son complicados. Hay que saber a dónde se va, cómo llegar, que el camino es exigente, que no todo el mundo está en condiciones de afrontarlo y que hay que ir equipado. Los bomberos se han pasado el verano en s’Ullal de na Coloms, uno de los puntos más instagrameables de la isla. Todas las administraciones buscan soluciones para prevenir extravíos, accidentes y, por desgracia, también muertes. Sólo hay dos soluciones. Ponerle puertas a los puntos de partida de estas excursiones mortales, vallar nuestra costa. O aplicar el sentido común, el menos común de los sentidos cuando hablamos de las redes.

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