Tribuna

Cambiemos de rumbo

Tras mi participación, hace unas semanas, en un medio de comunicación donde abordamos las diferentes acciones realizadas por activistas para hacer frente a la crisis climática actual, los comentarios del resto de partícipes me hicieron reflexionar acerca de la eficacia de las mismas y la defensa del planeta.

El mensaje de defensa de un bien jurídico único y de máxima cualificación dentro del sistema de garantías jurídicas es compartido, cuestión esta que puede y debe ser debatida jurídicamente para transformar el sistema de protección actual. Resulta obvio que, en un planeta sujeto a cambios constantes por las interacciones, los peligros que acechan a consecuencia de nuestra especie son un factor desencadenante del estado de decadencia y riesgo al que hemos sometido al propio sistema Tierra. Dicho de otro modo, cualquier acción u omisión que propicie o cause un daño ecológico significativo tendrá consecuencias sobre todo el sistema, debido a la conocida como perspectiva ecosistémica.

Con este avance ya podemos comprender o, al menos, realizar una panorámica de la importancia de esas interacciones con la naturaleza. La capacidad de regulación y equilibrio es una de las características del planeta azul, por ello, nos hemos visto obligados a un sistema de readaptación cíclica a las nuevas situaciones generadas. El problema radica, principalmente, en la falta de atención sobre los límites existentes en un sistema complejo y resiliente que, a estas alturas, precisa de un empuje de todos los sectores y, por ello, debemos elaborar instrumentos integrales de respuesta a corto, medio y, en especial, largo plazo.

La falta de atención aludida se refiere a aquellos que tienen la responsabilidad de implementar las medidas para salvaguardar y proteger los recursos naturales. Por ese motivo nos hemos referido en otras ocasiones a cierta «inoperancia administrativa», pues mucho se ha tardado en articular medidas integrales y holísticas de protección medioambiental. Con este argumento planteo dos cuestiones fundamentales e interrelacionadas.

La primera es que la sociedad actual dispone de un conocimiento «sólido» sobre el significado de ciertos límites planetarios, por ejemplo, sobre el cambio climático. Desde hace tiempo se ha implementado en el sistema educativo - entre otros - la urgencia por tratar estos temas de forma holística. En todas las etapas educativas tratan las implicaciones sobre los recursos naturales, su uso o abuso, o el calentamiento global. Este argumento fue el que empleamos en el debate, antes aludido, para contestar a uno de los argumentos sobre los objetivos de las recientes acciones climáticas realizadas en la pitiusa mayor, cuando se indicaba que querían que la sociedad supiese la verdad. Considero que esta «verdad» es conocida por la gran mayoría de nuestra sociedad, es decir, la mayor parte de vecinas y vecinos de nuestra isla dispone de información suficiente para valorar y comprender qué medio de transporte contamina más. Sin embargo, cuando le damos la opción de coger un vuelo de Ibiza a cualquier ciudad conectada por vía marítima, y le sale más caro que, por ejemplo, en barco, realiza una ponderación y valoración sobre el aspecto fundamental, el económico. Ese resulta el pilar fundamental de ese cambio de rumbo necesario que pueda evitar el colapso de traspasar los límites planetarios. Siguiendo a Chomsky (2023), es urgente implementar un nuevo modelo que nos permita adaptar el actual sistema socioeconómico, siendo necesario disponer de voluntad para afrontar los cambios a realizar. En especial, porque será necesario hacer frente a grandes resistencias que buscan la conservación del actual sistema pues les aporta, a corto plazo, grandes beneficios. Este filósofo apunta, además, a que el cambio se debe articular desde el actual sistema capitalista con medidas que, a corto plazo, movilicen a la sociedad hacia ese cambio necesario desde la concienciación y movilización. De ahí la necesidad de que se realicen actuaciones y movilizaciones pacíficas y que a su vez, cumpliendo la legalidad vigente, dispongan de eficacia para alcanzar los objetivos necesarios.

Con este segundo planteamiento, conecto con el segundo argumento que considero fundamental, la necesidad de que la sociedad responda ante la crisis actual. Desde ese posicionamiento me pregunto sobre la eficacia de las acciones antes comentadas que persiguen, entre otras, concienciar sobre la crisis climática y la falta de respuesta eficaz a nivel institucional. Como les apuntaba, durante el debate, estas acciones contra la inacción climática generan cierto rechazo en una parte de la sociedad y esto puede ir en contra del objetivo perseguido. Por ello, no considero acertadas estas acciones que, pese a que pueden servir de altavoz, pueden generar cierto rechazo. No entraré en otras cuestiones a las que también me referí como son la ponderación de bienes jurídicos, pues creo que, tal como manifesté, es necesario que los diferentes sectores aúnen esfuerzos en articular medidas, dentro del actual sistema, para poder cambiar de rumbo virando hacia mecanismos que puedan revertir la situación actual implementando sistemas de gobernanza.

Para concluir, tal como expresé, coincido en el argumento de que estamos ante una situación de crisis global generada por el abuso de los recursos naturales cometido por nuestra especie. Hemos y estamos utilizando a la naturaleza sin darle tiempo a regenerarse de los daños que estamos generando sobre la misma. También coincido en la urgencia de ese cambio, tan anhelado y ansiado, y también en que las actuales políticas son insuficientes pues, en la práctica, resultan de gran complejidad y según mi parecer son poco ambiciosas. Sin embargo, otro aspecto fundamental es la valentía de este tipo de acciones pues, en política, no se suelen ver planes a largo plazo. Por todo ello, son necesarias medidas (a corto, medio y largo plazo) valientes y que de forma integral afronten ese cambio tan necesario para poner rumbo a un presente y futuro cercano que mantenga, al menos, la capacidad actual del sistema Tierra.

Esteban Morelle-Hungría | Profesor Universitat Jaume I y doctor en Derecho ambiental 

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