Opinión

El necesario compromiso de la sociedad con Cáritas

Los buenos resultados de la pasada temporada y la recuperación de la plena normalidad económica, después de dos años muy duros provocados por la pandemia, han invisibilizado la bolsa de pobreza que existe en Ibiza, que lejos de desaparecer se amplía como consecuencia de la inflación disparada y el precio desorbitado de la vivienda en la isla. La petición de auxilio de Cáritas a las instituciones, los empresarios y la población ibicenca para que contribuyan a financiar su funcionamiento y sus proyectos, es por tanto una oportuna llamada de atención a la sociedad para que no nos olvidemos de que las necesidades para ayudar a estas personas sin recursos son acuciantes y los ingresos, insuficientes. Cáritas ha cubierto tradicionalmente en Ibiza la asistencia a los más necesitados que las instituciones no atendían, pues la carencia de todo tipo de recursos dedicados a servicios sociales viene de lejos en la isla. Aunque los ayuntamientos y el Consell han mejorado en los últimos años, Cáritas sigue siendo imprescindible y es preciso garantizar que cuente con los medios necesarios para seguir prestando servicios tan importantes como el centro de día, el comedor social, la acogida y acompañamiento, los programas y talleres de integración social, los de formación laboral, la empresa de inserción y el centro socioeducativo Betania, entre otros.

El Consell ha reaccionado rápido y la consellera de Bienestar Social ya se ha reunido con el director de Cáritas para analizar la situación y las necesidades, tal y como era su obligación, pues el apoyo de las instituciones a esta entidad debe estar fuera de toda duda y se debe traducir en hechos. En la actualidad hay buena sintonía entre los ayuntamientos y el Consell y Cáritas, pero es necesario buscar la forma de que la burocracia no retrase los pagos a la entidad, lo que dificulta su funcionamiento diario.

Conviene hacer memoria y recordar que en un año tan boyante como 2018, cuando aún estaba lejos la crisis provocada por la pandemia, la posterior de la guerra de Ucrania y la inflación galopante, Cáritas ya advertía de que la desigualdad en la sociedad ibicenca se estaba agudizando de forma «brutal» debido principalmente a los alquileres abusivos. Ya entonces la entidad alertaba de que su estructura apenas daba abasto para atender a todas las personas que pedían ayuda. Más de cuatro años después, las sucesivas crisis, superpuestas, han abocado a la pobreza a muchas más personas, de manera que el trabajo de Cáritas en lugar de disminuir ha seguido en aumento. También los gastos han subido, en parte por la inflación, que lo ha encarecido todo (aunque no solo por esta razón), hasta el punto de que la entidad ha cerrado 2022 con un déficit de 234.000 euros y para este año se disparará hasta los 400.000. Al mismo tiempo, Cáritas prevé que se incremente aún más la demanda de ayuda.

La carta que hizo pública el director de Cáritas para pedir la colaboración de la sociedad ibicenca se dirigía de forma especial a los empresarios, y les pedía su compromiso después de haber obtenido buenos resultados económicos en la pasada tempodada. Es muy oportuno este llamamiento a la solidaridad de quienes sí han dejado la crisis atrás, pues no se deberían desentender de esta cara oculta de la isla, en la que la pobreza y la exclusión social están directamente relacionadas con el éxito indiscutible de la isla; una marca puntera y uno de los destinos turísticos más importantes del mundo donde la especulación con la vivienda obtiene una rentabilidad astronómica.

Los empresarios ibicencos tienen también la responsabilidad cívica de contribuir al progreso social de la comunidad en la que desarrollan su negocio; responder a la petición de ayuda de Cáritas es una forma de demostrar su compromiso solidario y de contribuir a paliar las tremendas desigualdades que origina la próspera economía pitiusa.

DIARIO DE IBIZA