Inicio de curso en Ibiza: «La entrada al Xarc parece más de Halloween que de primer día de clase»

La dirección del centro está a la espera de la instalación de una carpa en el patio para las clases de Educación Física, varios barracones que servirán de aula para los talleres y unos vestuarios

Alumnos en el patio del instituto Xarc, junto a una grúa

Alumnos en el patio del instituto Xarc, junto a una grúa / Vicent Marí

«La entrada del instituto parece más del día de Halloween que del primer día de clase», comenta Beatriz Fernández mirando, a través de la reja, el pasillo de andamios y plásticos oscuros por los que dentro de unos minutos su hija, que se llama como ella, cruzará el umbral de la Secundaria. No son aún las ocho y media de la mañana y decenas de adolescentes, muchas madres y algún padre esperan a que el centro abra las puertas. Metafóricamente. Literalmente llevan abiertas desde alrededor de las ocho de la mañana, con docentes y obreros entrando y saliendo. A pesar del aspecto que presenta la entrada y de todo lo que han leído en el último año sobre el estado del edificio, ni Beatriz madre ni Beatriz hija están muy preocupadas por las obras que se están acometiendo. «He escuchado que el edificio está que se cae, pero no me inquieta, me pone nerviosa conocer a los nuevos compañeros y a los profesores», confiesa la alumna poco antes de perderse por uno de los pasillos habilitados bajo los andamios, iniciando un camino de varios años que les ha robado el sueño la noche previa a la vuelta al cole. «No podía conciliar el sueño y la hemos pasado en vela un poco todos», continúa la madre, quien, a pesar de la incertidumbre y los nervios, comparte con la hija la ilusión de este primer día de instituto. En ningún momento, a pesar de conocer el estado de las instalaciones, se plantearon que Beatriz fuera a otro instituto. «Me parece un poco lamentable la situación en las que se encuentran el gimnasio y la entrada, esperemos que se resuelva lo más rápidamente posible, por los niños, que tienen que estar aquí todos los días», zanja Beatriz madre, que recuerda, precisamente, cómo en su etapa de estudiante en este mismo instituto tuvo que convivir con las obras del anexo, el mismo edificio que ahora Educación ha precintado por el riesgo que supone.

La maquinaria y la zona vallada de las pistas deportivas. | FIRMA FOTÓGRAFO

La maquinaria y la zona vallada de las pistas deportivas. | FIRMA FOTÓGRAFO / Marta Torres Molina

Presentaciones en el patio

De hecho, las presentaciones a los escolares, que tradicionalmente acoge el salón de actos, se hacen en el patio. La directora, Vanessa Boronat Tomás, se dirige a los alumnos mientras, a espaldas de estos varios obreros vallan la zona en la que están acometiendo los trabajos. La grúa, los chalecos fosforitos y los cascos aparecerán en los vídeos que, como recuerdo, graban con sus móviles las familias. «Si normalmente es complicado el inicio de curso, éste más», comenta Boronat poco antes de recibir a los alumnos de segundo, que comienzan a llegar ya al centro.

A pesar de lo que pueda parecer, la directora está «contenta» con la situación actual. «Hemos conseguido que se lo tomen en serio, que hagan algo, que actúen. El conseller, cuando estuvo aquí el día 5, se quedó espantado con el estado de las instalaciones. Aunque da un poco de impresión al entrar, tenemos que estar contentos porque al fin nos están escuchando», comenta la directora, que asegura que están en contacto diario con la conselleria balear de Educación y también con el Ayuntamiento de Santa Eulària. Con el edificio anexo precintado (e inutilizados, por tanto, el gimnasio y los talleres) necesitan sustituir esos espacios de forma «urgente». «Nos ofrecen todo lo que necesitamos», continúa la directora. De momento han pedido una carpa para que los alumnos y alumnas puedan recibir las clases de Educación Física aunque caigan chuzos de punta. También unos barracones en los que poder impartir los talleres de tecnología y electricidad. Y otros para que hagan las veces de vestuarios para antes y después de las clases de gimnasia. El Ayuntamiento les ha ofrecido, además, tener un uso prioritario en las instalaciones deportivas municipales para las clases de Educación Física. El centro ha aceptado las descubiertas del Passeig Solidari, que se encuentran a unos cien metros del instituto y rechazado el pabellón, ubicado a demasiada distancia. «El desplazamiento es mucho más largo, perderían mucho tiempo de la clase y, en el caso de que ésta fuera a última hora, si hubiera algún retraso podrían perder el bus escolar», detalla un portavoz del Ayuntamiento, que señala que les han ofrecido, incluso, la posibilidad de poner un microbús, opción a la que, aunque darán unas vueltas, no les convence.

Varios alumnos pasan por debajo de los andamios cubiertos de la entrada del instituto Xarc. | VICENT MARÍ

Varios alumnos pasan por debajo de los andamios cubiertos de la entrada del instituto Xarc. | VICENT MARÍ / Marta Torres Molina

De momento no tienen claro exactamente dónde se ubicarán estas aulas prefabricadas, pero en el centro están tranquilos. «Es un instituto grande, con espacio», comenta uno de los profesores. Las opciones son cerca de la entrada y, sobre todo, en la franja que hay entre la cafetería y las pistas deportivas, que no se plantean ocupar ya que las necesitan no sólo para las clases de Educación Física sino también para los recreos. Desde la dirección insisten en la «urgencia» con la que necesitan estos barracones: «No podemos dejar a los alumnos sin talleres ni vestuarios». De momento, y hasta contar con estos espacios provisionales, los alumnos recibirás las clases de tecnología y electricidad en sus propias aulas. La dirección del Xarc confía en que los barracones estén ya instalados pasadas las primeras clases, que serán básicamente presentaciones y teóricas. En el caso de las horas de gimnasia se ha pedido al departamento de Educación Física del instituto que hasta contar con los vestuarios provisionales «no hagan actividades que requieran un esfuerzo físico muy fuerte para que los escolares no se tengan que cambiar».

Baños sin agujeros en el techo

«Se han renovado los baños. Los inodoros, los pulsadores de agua, la luz, los azulejos y los agujeros que había en el techo»

Todos en el instituto Xarc son conscientes de que convivir unos meses con las obras es el precio que tienen que pagar para contar ¡por fin! con un edificio en condiciones, sin riesgos para alumnos, docentes ni personal del centro. «Si queremos tener las cosas bien hay que convivir un tiempo con todo esto. En un centro educativo y en cualquier parte», comenta uno de los integrantes del equipo directivo que insiste en que todos sabían que, independientemente de los problemas burocráticos con los que se ha ido topando el proyecto de reforma, los trabajos no estarían terminados al regresar de las vacaciones de verano. «Al final, es mejor pasar estos meses como buenamente podamos y poder tenerlo todo nuevo», continúa el docente, que asegura que las obras en marcha no es algo que pareciera preocupar a las familias en las reuniones previas al regreso a clase. «No nos preguntaron por el tema de las obras. Quizás a partir de ahora, cuando vean los andamios y que no se puede usar el gimnasio, lo hagan, pero de momento no nos han preguntado nada», concluye el docente antes de marcharse con los alumnos.

A escasos metros, sentada en uno de los bancos de la entrada se encuentra María José López Ramírez, madre de dos alumnos matriculados en este instituto de Santa Eulària: Abraham y Mateo. Uno de ellos lleva ya un curso y para el otro este lunes 11 de septiembre es su primer día en el Xarc. Confiesa que le preocupa que sus hijos se lleven bien con los compañeros y que pasen bien el curso. Las obras, como aquel que dice, pasarán: «Si se hacen es para mejorar y para los niños, así que, genial. No creo que sea una incomodidad. Sabemos que las obras son pesadas y no son agradables, pero los chicos se adaptan a todo. Con las obras nos pilla el toro siempre. A todos».

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