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Ibiza en Fitur: Datos para ser positivos ante la próxima temporada… y para ser muy cautos

La situación económica de nuestros principales emisores de turistas, sobre todo Reino Unido, no es la mejor para alentar el turismo, pero hay motivos para el optinismo

Rishi Sunak, primer ministro de Reino Unido.

Rishi Sunak, primer ministro de Reino Unido. / ELENA GONZÁLEZ ESCUDERO

José Miguel L. Romero

José Miguel L. Romero

Ibiza llega a Fitur con la esperanza de que en 2023 se confirme la recuperación iniciada en 2022 tras la pandemia, pero con las lógicas dudas que despiertan tanto las consecuencias de la guerra de Ucrania como una economía mundial que tiembla ante la inflación, el coste energético y las tensiones laborales. Algunos responsables turísticos aseguraron en la pasada WTM, la feria turística de Londres, que confiaban en que los británicos volvieran a recuperar el fuelle perdido tras la pandemia y el brexit, algo que podría saberse ya en Madrid, pero es posible que las cosas no hayan ido tan bien como para volver a la situación precovid.

De hecho, el economista y vicepresidente de la Confederación de Asociaciones Empresariales de Balears, José Antonio Roselló, recuerda que la feria turística de Madrid se celebra en un momento «muy enrarecido para la economía de nuestro principal mercado emisor, el Reino Unido», donde para 2023 se prevé una contracción del PIB del 1,4% y una tasa de inflación del 7,4% para el conjunto del año: «Esta situación se añade a la recesión ya iniciada de la economía británica en el último trimestre de 2022, así como a las tasas récord de inflación alcanzadas», señala. Además, también caerá «el consumo de los hogares en un 1,9% y la demanda interna general descenderá en conjunto un 2,3%, incluyendo una bajada de la inversión empresarial». Es decir, se espera una contracción «de la renta disponible de los hogares», que también padecerá «la severa, creciente e inequívoca política de tipos de interés del Banco de Inglaterra, con el fin de sojuzgar la inflación», para lo que tratará de reducir el nivel de gasto.

Menos renta, menos viajes

Y eso tendrá consecuencias en el turismo: a menor renta, menor disponibilidad para viajar. Ese mismo cuadro macroeconómico «prevé una caída de la compra de bienes y servicios (entre ellos el turismo) en el exterior del 5,5%», avisa Roselló.

Hay datos, no obstante, positivos, como «la previsión de aumentos de salarios, que se estima en el 4,3%, además de la baja tasa de desempleo, del 4,1%». Son aspectos, indica el economista, que «tienden a favorecer el turismo británico». En paralelo, «el valor de la libra ha experimentado una depreciación durante el año 2022 de alrededor del 5%, aunque con episodios de mayor intensidad. En la actualidad, se espera que se produzca lo que se llama un movimiento lateral, que en definitiva viene a ser una cierta estabilización, aunque precaria». Lo que nos interesa, al menos en Ibiza, es una libra fuerte: cuanto más fuerte, más gastan aquí.

Stande de Baleares de este año en Fitur.

Stande de Baleares de este año en Fitur. / J.M.L.Romero

En el resto de economías de la zona euro, por ejemplo Alemania, Francia y Países Bajos, que son mercados emisores «de primer orden para nosotros», el crecimiento del PIB será «alrededor del 0%, después de haber crecido un 3,3% en 2022. Por tanto, se producirá un frenazo, que también será extensivo a los otros dos motores de la economía mundial: Estados Unidos y China. Por tanto, también en estos casos habrá caídas de la renta disponible». Y el turismo, de nuevo, podría verse afectado.

«Sin embargo -añade Roselló-, se está dando un fenómeno que llama la atención, que es que las tasas de desempleo son especialmente bajas. En el conjunto de la Unión Europea es del 6,5%, pero en países críticos para nosotros como Alemania u Holanda son de, respectivamente, el 3% y 3,6%», aún más bajas que en el Reino Unido, no digamos si se comparan con la española (12,4%). ¿Y a qué se debe, pues lo lógico sería que aumentara el paro en este contexto de recesión o crisis económica, según el país? «Hay una tendencia a que las empresas eviten en lo posible los despidos, tanto por las dificultades sobrevenidas de encontrar personal como porque se considere que la recesión en la Europa continental será de duración corta». Y eso sí favorece el turismo: a más empleo, más personas que tienen dinero para viajar.

El hándicap del paro alto

Roselló recalca que, en el actual contexto, que podría variar si ocurre alguna otra catástrofe (de las que empezamos a acostumbrarnos), hay aspectos tanto ilusionantes como para deprimirse: «En la marcha de la economía de los países emisores hay una influencia negativa directa de la crisis energética, la guerra de Ucrania, la inflación y también de la propia política monetaria, que se considera necesaria para combatir la inflación. Todos estos aspectos se interrelacionan. Pero al mismo tiempo, hay elementos más positivos, incluso de naturaleza estructural, que permiten ver la situación de base de nuestros mercados emisores con percepciones más favorables».

Todos esos indicadores positivos y negativos también son aplicables a España, que como mercado emisor es, para Ibiza, fundamental (primero en número de viajeros en 2022) y el protagonista de Fitur: «España tiene el hándicap de una tasa de paro alta. Pero el cuadro macroeconómico de los presupuestos prevé un aumento del consumo privado (y aquí se englobaría el turismo nacional) de un 1,3%, siguiendo la estela de 2022, moderado, pero positivo. Está por ver el realismo de esta previsión, que obliga a una cierta cautela».

¿Crisis, qué crisis?, o la posibilidad de otro estío ‘carpe diem’. Fitur permitirá intuir cómo será el próximo verano: como el de 2022 o lastrado por la crisis

«Si ponemos un símil de navegación —ilustra como ejemplo José Antonio Roselló— , la situación actual es parecida a cuando dos oleajes, de sentido opuesto y con gran fuerza ambos, chocan uno contra otro y se forma un efecto de remolino sin dirección concreta de las aguas, donde no está claro cuál va a ser la resultante y el gobierno de la embarcación puede ser peligroso. Algo así pasa, por analogía, con los efectos sobre el turismo. Nos encontramos ante aspectos económicos de base muy negativos (por ejemplo, para el caso del Reino Unido se habla de una caída sin precedentes del nivel de vida de las familias, pero al mismo tiempo de un mercado de trabajo cercano al pleno empleo)». Por eso señala el vicepresidente de la CAEB que hay que contemplar el futuro inmediato «con exquisita prudencia, pensando que estamos atravesando un periodo muy turbulento de la economía, pero sin ser tampoco agoreros». Precisamente, la feria Fitur, «de la mano de los profesionales que viven el día a día de la demanda turística, nos debería ayudar a encontrar las claves de cómo será, en este caso en el turismo, la resultante del choque actual de fuerzas económicas tan contradictorias». También advierte de que podría seguir vigente, en parte, la filosofía del carpe diem, de vivir el momento, que lanzó a millones de personas a vivir el pasado verano como si no hubiera un mañana tras las limitaciones impuestas por el covid durante dos años. Para la próxima temporada quizás los viajeros se planteen la pregunta ¿crisis, qué crisis?, y se lancen de nuevo a otro estío carpe diem.

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